Como ya lo hicieron Gabriela Cabezón Cámara, Martín Caparrós, Emilio Jurado Naón o Michel Nieva, entre otros, Historia del auténtico niño barbado de la China revisita el convulsionado siglo XIX argentino. El gesto de Daniel Tevini es de una radicalidad poco usual, al escribir una novela de casi cuatrocientas páginas que dialoga con los popes de nuestras letras decimonónica: Esteban Echeverría, José Mármol, los poetas gauchescos, los viajeros ingleses, Domingo Faustino Sarmiento. Pero, fundamentalmente, la novela es deudora de la prosa irónica, siempre descolocada, de Lucio V. Mansilla
El protagonista y narrador es un muchachito inglés que llega por casualidad (trasladado en barco como atracción de feria) a la Buenos Aires de Rosas. Algunas excentricidades lo caracterizan: su capacidad de mimetizarse, el pelaje que recubre todo su cuerpo, su eternidad que le permite permanecer siempre joven. A semejanza de lo que sucede en el Orlando de Virginia Woolf, el protagonista es un testigo privilegiado y lateral de los tiempos que le tocan vivir; así, irá conociendo, entre otros, a Juan Manuel de Rosas, a Justo José de Urquiza, a Bartolomé Mitre, a Cándido López, a Mariquita Sánchez de Thompson, a Sarmiento y a su hijo Dominguito. Pero a diferencia de lo que ocurría en la novela de la autora inglesa, aquí el héroe no cambia de sexo, aunque sí está presente la ambigüedad y el ridículo de los roles de género. El arco temporal de esta Historia... es considerablemente más breve: se extiende desde el rosismo hasta los años de la peste amarilla.
Historia del auténtico niño barbado de la China es, entre tantas cosas, una novela de amor. En un tiempo indeterminado, el narrador le narra a Rafael de Oresteaga, estanciero, protector y amante ya fallecido, la historia que han vivido juntos durante décadas. ¿La escritura es una forma de mantenerlo vivo? ¿O, por el contrario, así se subraya su ausencia? Por lo pronto, aquí la experiencia amorosa es inseparable de la experiencia del paso del tiempo. Aún en sus pasajes más carnavalescos, la novela parece estar marcada por la retórica amorosa y por el uso libre de algunos recursos del melodrama: están presentes, sin arrebatos kitsch ni distanciamientos sobradores, las diferencias sociales, el arribismo, las separaciones forzadas, los orígenes y hasta el personaje malvado que amenaza la felicidad de la pareja principal.
En la narración conviven lo trágico y lo carnavalesco, lo sexual y lo sentimental. Por sus páginas se desarrollan algunos de los acontecimientos fundamentales del siglo XIX: la Batalla de Caseros, el asesinato de Urquiza, la Guerra del Paraguay, la muerte de Dominguito, la epidemia de peste amarilla. ¿Juego de acercamiento y rechazo de la novela histórica? ¿Inscripción en una tradición que tiene entre sus títulos más ilustres a Zama, La liebre o El entenado? Por lo pronto, la audacia de Tevini ambienta la narración en tiempos en los que la literatura y la política aún no habían delimitado sus especificidades. La excentricidad de su narrador (extranjero, mimetizado siempre joven) rompe con la transparencia que plantea la novela histórica tradicional. Lo histórico tienen un lugar central en la novela, pero ese lugar está al servicio de una imaginación literaria desbordada. Las palabras que sobre el final de la novela le dice Rafael de Oresteaga al narrador son claves en su construcción: el disfraz no consiste en la exacta imitación de la cosa, sino en su fingimiento y que a nosotros se nos pueda ver detrás. Esa es su gracia, ¿se entiende”. No resulta exagerado decir que Historia del auténtico niño barbado de la China toma al disfraz como un gozoso principio estético. Y será el recurso del disfraz el que le permita salir airoso a Tevini de dos riesgos: el de la ingenuidad de la mímesis transparente pero también el de las superficialidades posmodernas.
En las últimas páginas de la novela, el narrador afirma: “Hay belleza hasta en las cosas más ordinarias”. Con virtuosismo e imaginación desbordada, con una ambición poco frecuente en nuestra narrativa actual, Historia del auténtico niño barbado de la China puede leerse no sólo como una bellísima carta de amor del narrador hacia Rafael de Oresteaga sino también de un amoroso homenaje de Daniel Tevini a la literatura argentina del siglo XIX.
27 de agosto, 2027
Historia del auténtico niño barbado de la China
Daniel Tevini
Blatt & Ríos, 2025
392 págs.
Crédito de fotografía: Sandra Cartasso.