En el cierre de los “Agradecimientos” de Aniquilación, después de una detallada lista de profesionales a los que Michel Houellebecq les retribuye su ayuda con distintos detalles técnicos vinculados a la neurología, el notariado, la odontología y la cirugía –cuestiones que alterarán el destino de la familia Raison, sobre la que gira la novela–, se lee lo siguiente: “En el fondo, los escritores franceses no deberían dudar en documentarse más; muchas personas aman su oficio y les agrada explicarlo a los profanos. Por azar, acabo de llegar a una conclusión positiva: es hora de que pare”.
La frase es curiosa y en el original en francés tanto como en la traducción al español lo que predomina es cierta ambigüedad. ¿De qué es “hora de parar”? ¿De documentarse al escribir? En ese caso, podría tratarse de una demorada ironía acerca de lo que le pasó a Houellebecq con El mapa y el territorio, la novela con la que ganó el Premio Goncourt en 2010 y por la que, además, fue acusado de plagiar –aunque más bien transcribió unos pocos párrafos– un artículo de Wikipedia sobre las moscas domésticas. Pero si no es eso, ¿quiere decir que es “hora de parar” de agradecer? Considerando que Aniquilación es el libro más extenso de todos los que Houellebecq ha escrito –superando por mucho a La posibilidad de una isla, su novela con más páginas hasta entonces–, el comentario podría ser un modo abrupto de llegar, de una vez, al punto final. La última opción, en cambio, podría ser la más obvia e inesperada: ¿a los 64 años, casado por tercera vez y condecorado con la Legión de Honor, Michel Houellebecq decidió que es “hora de parar” de escribir?
En tal caso, esta última novela es la más atípica dentro de un conjunto de obras narrativas iniciado en 1994 con Ampliación del campo de batalla, y también la pieza clave para iluminar, ahora desde una perspectiva potencialmente definitiva, lo que la mirada de Michel Houellebecq ha intentado comunicarnos una y otra vez sobre “la lentificación y la inmovilización de Occidente”, como dice el protagonista principal de Aniquilación. Pero para llegar a lo que esta historia tiene de atípico, primero hay que repasar lo que tiene de típico.
Michel Houellebecq por Juan Carlos Comperatore
En ese caso, al borde de los 50 años, nos cuenta Aniquilación, Paul Raison es el asesor técnico de un sobrio ministro de Economía y Finanzas de Francia que “sin controversias, sin huelgas y en un clima de aquiescencia asombrosa” se prepara para ganar la presidencia. Sin embargo, como testigo privilegiado de la maquinaria del poder y confidente del ministro, Paul no tiene inconvenientes en aceptar que “la democracia como sistema está muerta, es demasiado lenta y demasiado pesada”. De hecho, su propia vida intelectual, anímica y sexual parece haberse hundido en una senda semejante de tedio y sinsentido, senda a partir de la cual el mero trato cotidiano con Prudence, su esposa, se deshace irreparablemente en lo inhumano. “Prudence, que él supiera, no tenía vida sexual, los placeres más austeros del yoga y la meditación trascendental parecían bastar para su plenitud”, nos dice el narrador.
En segundo plano, mientras tanto, la Dirección General de Seguridad Interior investiga una serie de amenazas digitales –que pronto se volverán muy reales contra un barco carguero frente a la costa de España y un banco de esperma en Dinamarca– difundidas por un grupo terrorista indescifrable, y aunque estas amenazas alcanzan también a su jefe, en realidad Paul “no podía discrepar con los terroristas si su objetivo era aniquilar el mundo tal como él lo conocía, aniquilar el mundo moderno”.
Es ahí cuando Édouard Raison, el padre de Paul, un espía retirado de 75 años que vive con su novia en Lyon, sufre un “infarto cerebral” y queda en coma. Y, en consecuencia, lo que hasta ese instante era otro crudo recorrido por el alma de los hombres y las mujeres conquistados por la fría sociedad de mercado, gira hacia algo distinto.
Al abandonar París e instalarse en el hogar paterno en Lyon, Aniquilación deja atrás cualquier pretensión malograda de thriller y se transforma, en cambio, en una poderosa novela balzaciana sobre el universo familiar. Y este punto, sin duda, es el más novedoso, ya que a partir de ahí se extinguen todas las categorías inerciales con las que los críticos haraganes describieron la literatura de Houellebecq durante décadas –“polémica”, “provocadora”, “misógina” e incluso “cínica”, siempre y cuando suene como algo en consonancia con otro gran lugar común, el del “enfant terrible” que es “políticamente incorrecto”– para que la historia avance hacia un territorio hasta ahora inexplorado. De repente, entonces, Aniquilación nos muestra a Paul Raison intentando desenvolver su futuro entre una atípica y muy bien representada constelación de padres, madres, hijos, hermanos, tíos, cuñados y sobrinos que, a su vez, desatan fuerzas anímicas prácticamente ausentes en el resto de la literatura houellebecquiana. ¿Y qué nos dice esta compleja constelación familiar? En esencia, lo mismo que las otras ocho novelas anteriores –si incluimos entre ellas a Lanzarote–, aunque de una manera más directa y depurada: el desarraigo profundo a través del cual el neoliberalismo destruye la naturaleza humana no podrá ser reconocido ni contraatacado si no es restituida antes la figura del padre. Pero, ¿qué es un padre?
Aniquilación elabora esta pregunta a lo largo de muchas páginas mientras Paul Raison, forzado por los síntomas de un cáncer feroz que amenaza con arrancarlo del mundo, redirige su mirada hacia los ojos silenciosos de su propio padre, que de a poco lo ayudan a reencontrarse con el amor, el sexo y lo que podríamos llamar, con las singulares consideraciones trágicas de sus circunstancias, cierto “joie de vivre”. En tal caso, para Michel Houellebecq, el poeta que no desconoce que el ritmo es la medida de la respiración, un padre es la reafirmación de que si los dioses alcanzaron el cielo a través de la forma, mayor necesidad de la forma tendrán los hombres para alcanzar a los dioses.
24 de agosto, 2022
Aniquilación
Michel Houellebecq
Traducción de Jaime Zulaika
Anagrama, 2022
608 págs.