Los que se mueren son los abuelos viejos, son los vecinos o los parientes lejanos, muy lejanos. O los perros, por caso. Los tíos amados, relativamente jóvenes, hermanos de la madre de uno, esos, claro, no pueden morirse. Y, sin embargo, se mueren nomás. Algunas de estas palabras merodean la reflexión de la protagonista de "Are you ready", del libro de relatos Imposible salir de la tierra, de la escritora chilena Alejandra Costamagna (Santiago, 1970), y que Añosluz ha publicado a comienzos de este año. En esa contracción, en ese sin embargo, es donde se juegan las vicisitudes extremas de los atribulados personajes de Costamagna.
Personajes que circulan por hospitales inmensos y laberínticos, por bares desaliñados, por las calles de un apenas esbozado Japón; suicidas, moribundos, incestuosos, depresivos, hombres y mujeres intoxicados de amor, hermanas mellizas que acentúan un dejo de irrealidad ominosa que como una pátina barniza el clima de muchos de los relatos.
Quizá el último de los cuentos de esta compilación, "Naturalezas muertas", represente una síntesis no sólo del mundo nebuloso y hostil del libro, sino de la potencia escritural de Costamagna, capaz de tornar adictiva la trama en los momentos en los que la sagacidad narrativa invita a la identificación, pero que obliga al distanciamiento con aisladas imágenes cinematográficas que escanden el cuento, con breves alusiones a la propia representación que, como latigazos sádicos, recuerdan con sorna la artificialidad del asunto.
Martín Canossa visita el cine sólo para ver a la cajera, Alia. Se encandila con ella, la idealiza. Luego de algunos intentos, la mujer acepta tomar algo con él. Es el comienzo de una historia amorosa, de una historia amorosa, claro, a la Costamagna. Por su parte, Martín esconde el diagnóstico médico que lo lleva a tragarse un cóctel de medicamentos producidos ─podría creerse─ por el laboratorio Marcelo Cohen: Ravotril, Adormix, Zopiclona. Drogas que lo mantienen en pie, que le atenúan los alfilerazos que le aguijonean la cabeza. Cegado por la ilusión amatoria, sigue a Alia a Retiro, su pueblito de infancia. Es llegar allí y que el aura de extrañeza lo bañe todo. En especial, la percepción de Martín, que se enferma de rumores, de voces bajas, de miradas oblicuas, que esconden un mundo, un pasado ─el de su pareja─ que se le escapa. Yo soy su marido, suele repetir Canossa al hablar con algún pueblerino sobre Alia. Y sin embargo, no lo es, no están casados. Y los pueblerinos, de alguna manera, lo saben, intuye el hombre: la burla, el escarnio apaciguado, disfrazado en el talante del que lo escucha, se lo enrostra con malicia.
Alia se acerca cada vez más y más a su tío Juan y los celos, la rumia y el insomnio afloran en el protagonista. Canossa está seguro de que Juan no es lo que aparenta ser; mientras su novia, por momentos, deja ser ella para ser "otra cosa"; y él mismo, entre la resaca por el abandono de su medicación y la ambigüedad onírica que envuelve a Retiro, comienza a disociarse; se convierte en un observador de sí, sólo un espejo es capaz de devolverle la certeza, parcial, de su imagen. La tensión, magistralmente hilada por la autora, alcanza en este cuento un crescendo leve pero fatal.
Ese vaivén ominoso del doble atraviesa casi todos los relatos del libro y expresa, por un lado, cuán al borde del desequilibrio se hallan muchos de estos personajes (cabrían aquí la joven de "La epidemia de Traiguén", las hermanas de "Imposible salir de la tierra", la esposa de "Gorilas en la niebla"); pero, al mismo tiempo, da cuenta de que el vértigo (un vértigo más bien silencioso, sigiloso), parece ser el atributo específico de una realidad textual profundamente inquietante.
Los relatos más breves del conjunto ("Cachipún", "Cuadrar las cosas") ahondan en una crueldad más carnal y absurda, en una tradición cercana a Silvina Ocampo, a la Pizarnik delirante, a Catania, a García Lao; y sin embargo ─imposible salir de mundo acuciante de Costamagna─, se vinculan por motivos e incluso por personajes al resto de los cuentos de corte más realista (en "Cuadrar las cosas" entra en escena, lateralmente, la protagonista de "La epidemia de Traiguén").
Todos en Costamagna ─hombres, mujeres, adolescentes─ padecen de una "trágica orfandad" ─para usar la expresión de uno de sus narradores─, aflicción que no cicatrizará jamás y que dispone a una crónica desconfianza para con el otro, para con la realidad, para con uno mismo. Es que no dejan de ser, en términos de la autora, animales taciturnos en busca de "un lugar para echarse juntos, aunque cada cual, eso sí, termine lamiéndose sus propias heridas".
19 de mayo, 2021
Imposible salir de la tierra
Alejandra Costamagna
Añosluz, 2021
112 págs.