Una brisa de muerte sobrevuela por las páginas de Inmersión, ensayo que Mariano Vespa (Tres Arroyos, 1988) le dedicó a la vida, obra y por supuesto a la desaparición física de Rafael Pinedo.
El libro abre con la imagen del obituario del autor de Plop y cierra con otra en donde Pinedo es niño, algo que quizá podría interpretarse como la recomposición pictórica de un devenir trunco: no es sino bajo la forma de una exhumación que Vespa ejerce en la memoria documental y de los otros su propósito de desciframiento, uno que permita tematizar el sentido de una vida. Más adelante podrá conjeturarse si este sentido hace al esbozo de su biografiado o de sí mismo. Lo cierto es que a través de una prosa fragmentaria, dócil y autorreflexiva el biógrafo intenta conectar los puntos nodales convergentes de la singular constelación de su objeto de estudio. Durante el lapso de lectura del libro nos preguntamos ¿cuántas facetas tenía Rafael Pinedo? ¿por qué un autor tan poco prolífico sigue convocando aún al público? ¿qué se proponía en sus arrestos por construir distopías? Estas no son plegarias que Vespa busque responder ya que trabaja de manera oblicua; como si hubiese entendido el mandato que Denis Hollier detecta en Michel Leiris, él sabe que “para dar en el blanco hay que apuntar a la sombra”. Así, escribiendo “biografía” se tensa lo personal y lo foráneo, las preocupaciones técnicas en el arte del retrato y las derivas propias de un autor al que le gusta asociar acontecimientos a través de citas, la noción de una voz en un presente continuo y los despojos de un pasado no tan distante.
No es para menos, Rafael Pinedo tiene un par de tips para ser tenido en cuenta: miembro de una familia con pedigrí, de formación computacional-científica y con ambiciones literarias que combinan el rigor matemático y la sequedad lingüística con una fuerte inclinación a la ciencia ficción, casi que lo único que podía frenar este all in one era una enfermedad terminal. Y así fue. La degeneración fue gradual y hasta podría decirse que directamente proporcional a su fama como escritor: a mayor gloria, mayor coqueteo con la parca. La cita de Viel Temperley, “Voy hacia lo que menos conocí en mi vida: voy hacia mi cuerpo”, se enlaza a su vez con la de Sbarra que abre el volumen –“Los sobrevivientes estamos condenados a respirar entre los muertos, a tocarlos con nuestras sombras innocuas”– y traza, como un teodolito, el ángulo exacto en el que se encuentra Vespa: el de un cuerpo empapado en la memoria de los que desaparecieron.
20 de abril, 2022
Inmersión. Una imagen proyectada sobre Rafael Pinedo
Mariano Vespa
Tren en Movimiento, 2021
90 págs.