Como una preciosa gema contrabandeada, la escritora Chi Gentile (Buenos Aires, 1990) trae consigo de los pueblos y desiertos puneños que visita, de las prácticas y los seres que orbitan en los límites de la cultura occidental y burguesa, un puñado de historias, anécdotas, experiencias que revisten un imaginario huidizo de las dicotomías caras a nuestro pensamiento (pos)moderno. Narraciones investidas en valores precolombinos en el que la vigilia, el sueño, la vida, la muerte, el silencio y la comunicación confluyen en armonía, y que fulguran como lo hacen los extraños peces que anidan el fondo –oscuro, insondable– del océano: generando su propia, ambigua, luz.
Textos breves y cuentos hilvanan una cosmovisión tejida de leyendas, prácticas y costumbres puneñas, que abrevan en culturas populares e indígenas, en poblados de altura que tensionan la concepción urbana de los narradores y las protagonistas de Los nacimientos. La de “Burros” condensa el espíritu vagabundo de la autora transmigrada en voz textual, de intereses arqueológicos, antropológicos. “Algunas veces me pienso un burro eterno que va más allá de los límites de la región, del continente y del tiempo –asegura–. Puedo ver a las tejedoras, los sacrificadores y los chamanes; escuchar el grito, el canto, los fantasmas. Detenerme en las ventanas y las leyendas, seguir el camino del desierto, de la sierra, de la selva, de los esteros. Andar constante, recolectar historias. Vagar hasta, de una vez, desplomarme”.
Como una contrabandista de historias, decíamos, Gentile se inmiscuye en la rutina de los pueblos andinos y encuentra allí su precioso elemento literario. Reescribe el tópico de pueblo chico-infierno grande (“Los nacimientos”); exhibe el modo en que los discursos de ribetes sobrenaturales estructuran la aproximación a la realidad (“Mate con burrito”); se lamenta por cómo la modernidad y el Capital ingresan en algunas comunidades arrebatándole su especificidad (“Dos manzanas y bizcochos”); y traza relatos fantásticos con trasfondos míticos o sobrenaturales de diversas culturas (“Jaguar estrella”, “Tortilla de quinoa”, “Ñangapirí”, “Tela de araña”).
Una liberación femenina se pulsa, subrepticiamente, en Los nacimientos; una liberación que, en cierta manera, se articula allí donde se friccionan polos que, en términos de una concepción occidental, deberían acusar distancia, oposición. Allí donde el sueño se contamina con la vigilia, los dioses con los humanos, el fondo con la forma, emerge una nueva realidad, indómita, inclasificable; una belleza salvaje que riñe con los mandatos y las convenciones acartonadas. “Yo intenté embalsamarme –apunta la madre aburguesada de “Medialunas de Atalaya”– en una vida tranquila, guionada, sin sobresaltos. Lavé mi cuerpo y mi hogar de gérmenes, me limpié entera y me cosí la boca. Me evisceré de emociones complicadas, esas que se alojan en el vientre y lo incendian (...). Pero algo salió mal, algo quedó anquilosado, tumoroso. Algo vivo a la espera de un salto o de un gesto o de una señal”. Una belleza salvaje, inquieta y bárbara, femenina, que aflora como una revolución inminente y de incierto futuro.
19 de abril, 2023
Los nacimientos
Chi Gentile
Híbrida, 2023
137 págs.