Los nombres, el reciente libro de cuentos de Flavio Lo Presti (Córdoba, 1977), es un volumen sumamente ingenioso, cuya cadencia está marcada por acertadas ocurrencias, un saludable sentido del humor, un ritmo exacto e intrigas atrapantes. El libro está dividido en dos partes, con cuatro cuentos con título de nombres por cada una. La primera parte, “La vida”, es ─como su nombre lo indica─ más abarcativa y genérica que la segunda, “La literatura”; pero ambas invitan de la misma manera a una reflexión intensa del género humano enfrentado a sus deseos.
En los relatos de la primera parte la elipsis opera como factor decisivo; lo no contado deja lugar a un vuelo por el cual los protagonistas muchas veces sufren en el ejercicio de la hipótesis en sí misma. Por ejemplo, en uno de los cuentos el personaje principal convive con un terrible dilema: el personaje se cree tanto un monstruo que no puede siquiera verse en el espejo, y piensa que no es merecedor del cariño de los demás. Lo notable es que el narrador no devela cuál es la fuente de tamaño rechazo: se desconoce incluso si este constructo que tanto oprime al protagonista es real o no. La intriga por saber qué es aquello que descubrirá en el espejo una vez que se decida a hacerle frente subyace en el relato.
En medio de sinsabores de los fracasos, tristezas y complejos narcisistas aparecen personajes violentos y enfermos descriptos hasta el ridículo; por momentos, conforman una parodia grotesca frente a la cual sólo queda reír. El logro del autor es construir con todos estos elementos un entramado poderoso que funciona incluso sin tener a primera vista un acabado exacto, dejando ─hábilmente─ muchas cuestiones libradas a la imaginación del lector. Además, sus narradores presentan tal rasgo de humanidad que es casi imposible dejar de identificarse con ellos y a veces, también, sentir compasión. Esto cataliza el relato, propulsándolo en direcciones inesperadas, en un juego entre lo realmente posible y lo inconcebible donde surge el deseo de que la historia no termine para poder seguir disfrutando del discurrir de estos narradores extraños y a la vez dolorosamente reales.
Mientras en la primera parte del libro la omisión conforma un pacto tácito con el lector ─que puede aceptar darle su propio sentido a ese espacio vacío ocupándolo con lo propio─, en la segunda parte, “La literatura”, podemos sumergirnos a través de la ficción en un interesantísimo discurrir de la intrincada vida de un escritor: las inseguridades, los congresos y ponencias, la inspiración y por sobre todas las cosas: la temida página en blanco. El cursor titilante en medio de la pantalla luminiscente es un escenario que se repite en los cuentos, donde narradores sin prestigio ni talento se preguntan una y otra vez si el camino que eligieron es el correcto, considerando que no nacieron con la estrella guía de la musa inspiradora. Una reflexión sobre el oficio de escritor que retrata a la desesperación de la esperanza truncada: no existe el final feliz y rosa donde todo fluye con facilidad para el artista.
Aunque retratan situaciones perfectamente verosímiles, al ojo lector pueden parecerle exagerados o melodramáticos, a pesar de que la vida tiene ─a veces de las formas más inesperadas─ también esas notas de color. El autor ejerce así un realismo ligeramente bizarro, pero la extrañeza no está tanto dada por el orden de los sucesos sino por la forma en que éstos están narrados, en un entramado de comparaciones ingeniosas y retruécanos que le dan al texto ligereza y efusividad. A partir de allí, los narradores pueden establecer una relación intimista con el lector, interrumpiendo el relato para sobreexplicar o justificarse: numerosas intervenciones entre paréntesis quiebran el discurrir habitual y pretenden guiar la historia alterando la opinión que pudiera ser predeterminada. Es en definitiva esta frescura y flexibilidad al momento de presentar el ritmo del relato lo que cautiva al lector, sustentado en argumentos interesantes donde se pone en cuestión el abanico de vertientes humanas por las que discurre la existencia, con sus conflictos y emociones. Todos hemos encontrado en nuestras vidas, además, al menos alguno de estos personajes y esto nos identifica, haciéndonos vivir una y otra vez más.
24 de noviembre, 2021
Los nombres
Flavio Lo Presti
Obloshka, 2021
193 págs.