Si bien lleva publicados, contando a Taj Mahal, cinco libros de narrativa desde 1986, Deborah Eisenberg (Illinois, 1945) era, para mí, solamente un nombre más en la copiosa lista de escritores norteamericanos contemporáneos sobre los que es habitual encontrar reseñas y menciones desmesuradamente elogiosas. Gracias a la traducción del escritor cordobés Federico Falco, la primera que se realiza de la obra de Eisenberg al castellano, tuve la oportunidad de contrastar estas opiniones con mi vivencia lectora.
Más que con los escritores compulsivos, también denominados prolíficos, mis simpatías se vuelcan hacia aquellos que, en vez de dejarse arrastrar por la presión del mercado editorial de publicar y publicar un libro atrás de otro como si fueran productos industriales, eligen cuidar y trabajar a conciencia los relatos que van a ofrecerles a los lectores. Contra los cultores de la inmediatez y la escritura urgente, Deborah Eisenberg se inscribe en este grupo de delicados artistas, en esta selecta minoría, y el resultado es un conjunto de cuentos que demandan ser leídos con la misma lentitud y dedicación con que fueron añejados. Sin embargo, no es esta la obra de una diletante: el dominio del oficio de escribir se nos hace evidente hasta en las elaboradas y felices comparaciones que sorprenden por su originalidad y contundencia. Transcribo apenas dos para dar cuerpo a lo que trato de expresar: "se nos había empezado a pegar para siempre a esa palabra: amor. Era como una de esas cintas amarillas con que la policía marca la escena de un crimen: mejor no pasar"; "Lento y rítmico, podían escucharse a ambos lados del local el entrechocar de las perchas al deslizarse; era como si dos relojes estuvieran afirmando con pedantería hipótesis divergentes".
En un intento de proponer un hilo conductor para recorrer los seis relatos que conforman el libro, podría arriesgar que, en mayor o menor medida, casi todos recrean y problematizan las tensiones y los conflictos que atraviesan los vínculos familiares y de pareja. Claramente, este punto de contacto que sugiero se concreta en cada uno de un modo diferente y con resonancias, asociaciones y resultados que van variando sustancialmente de uno a otro relato impidiendo que, como lectores, nos aburguesemos sospechando que estamos frente a una escritura predecible, desprovista de sorpresas y virajes inesperados que nos obligan a permanecer atentos, a no bajar la guardia. Por esta razón, y por la extensión y la densidad narrativa de los cuentos, es imposible ser preciso a la hora de esbozar sus argumentos. Tratar de escribir una reseña, en este caso, es quedarnos desnudos frente a esa imposibilidad.
El libro comienza con "Tu pato es mi pato", cuya narradora, una pintora que no logra focalizarse en su trabajo artístico, es invitada por una ostentosa y excéntrica pareja de amigos de la noche, Ray y Christa, a realizar un retiro creativo en la mansión que poseen en una isla del Caribe. Allí, junto a las desavenencias de los anfitriones y la vanidad de los otros huéspedes, se revela la trama de negocios inmobiliarios de los poderosos en los países subdesarrollados, el modo en que estos alteran la vida de la población nativa, y la ciega venganza de la naturaleza.
Las complejas relaciones entre madres e hijas vertebran los dos siguientes relatos: "Taj Mahal" y "Tachar y seguir". Diferentes en la posición social y en sus profesiones ─en el primero, la madre, Zoe Sills, fue una actriz de Hollywood durante la segunda posguerra y, en el otro, la empleada del guardarropas de un club nocturno─, ambas coinciden en varios rasgos. En principio en que, si bien han fallecido, perviven en la memoria de sus hijas propiciando recuerdos que desencadenan sensaciones ambiguas. A raíz de la publicación de las memorias del sobrino de un famoso director de cine, en las cuales se revelan las miserias del ambiente, el grupo de ancianos actores afectados por ese texto se reúnen en un bar para conversar sobre el asunto. Entre ellos, en reemplazo de Zoe Sills, asiste Emma, su hija, quien entre las lecturas de pasajes del polémico libro y los diálogos de las viejas glorias de Hollywood, se reconcilia con una imagen deformada de su madre.
El juego entre el rechazo y la indulgencia se profundiza en "Tachar y seguir", con la rememoración de los prejuicios y el desprecio de la madre hacia las hermanas del padre desaparecido de la narradora, en las prohibiciones caprichosas, en el trato despectivo que dispensa a su hija, tornando imposibles de resolver las heridas del vínculo. La muerte del primo, el otro único sobreviviente, por la línea paterna, de esa familia en decadencia, actualiza el horror de la persecución y el exterminio de los judíos en la Europa dominada por el nazismo. Con su ironía devastadora y sus notas de humor, "Tachar y seguir" es el Everest de este libro.
El enfrentamiento entre un padre millonario, enriquecido mediante negocios lícitos, pero antiéticos, y Keith, su díscolo hijo, parece ser el tema central de "La capacidad de combinar". Expulsado del hogar paterno y en la búsqueda de trazar su camino personal, el joven conoce a Celeste y a su vecina, la anciana Cordis ─y al perro Moppet─, y acaba involucrado en inesperadas relaciones con ambas mujeres, y también en la historia de Ernst Friedlander, el marido de Cordis, desaparecido veinte años atrás, mientras buscaba rastros del surgimiento del lenguaje en la especie humana. En esta Bildungsroman invertida, atravesado por los ácidos comentarios de la voz narrativa, no pude dejar de evocar, a través de Keith, a los personajes neoyorkinos de los filmes de Woody Allen, en especial de su última película, A rain day in New York (2019).
Ciertas tonalidades fantásticas o distópicas nos deslumbran en "La tercera torre" con el relato de Therese, una adolescente huérfana que viaja a la ciudad para internarse en una clínica y curarse de un extraño mal que le afecta el uso del lenguaje. Nada que pueda parecernos raro, pero nos encontramos en un mundo "literal", denotativo, digamos, en el que todas las asociaciones e impresiones que pueden dispararse a partir de las palabras ─sí, sí... con cada palabra: "árbol", "espejo", "luna"─ son tratadas como una patología y reciben un meticuloso tratamiento.
En "Recalculando", el último cuento de este volumen, el joven Adam viaja a Londres para asistir al funeral de su tío Philip, el único miembro de una numerosa familia rural de Estados Unidos que ha dejado su tierra para triunfar en Europa. Si bien Adam jamás ha visto a ese "secreto" y misterioso tío, experimenta con él una extraña conexión que lo lleva a intentar conocerlo a través de sus amistades londinenses. Con la forma de un tríptico que proyecta en cada una de sus caras un momento en la vida de Adam, el texto nos propone enfrentarnos, en la reveladora descripción de un huracán, con la fragilidad de las vidas fallidas, de los amores desolados y de nuestro mundo, que parece ya no tener redención.
Si en en el catálogo que viene construyendo la editorial Chai se recrea aquella búsqueda que Pavese, Vittorini y Calvino emprendieron en la literatura norteamericana con el fin de renovar la literatura italiana, resulta muy saludable que los referentes o modelos a seguir sean como Deborah Eisenberg, una extraordinaria artesana del relato.
02 de diciembre, 2020
Taj Mahal
Deborah Eisenberg
Traducción de Federico Falco
Chai Editora, 2020
236 págs.