Aficiones extrañas nos abre un mundo en el que nos movemos en sintonía oscilante, de lo vulnerable a la dureza. No son los personajes de Laura seres que escapen al peligro, sino todo lo contrario. Cuerpos que, a priori, parecen frágiles, aunque unos párrafos después los encontramos introduciéndose, casi literalmente, en la boca del tigre. Se trata de cuerpos, en general mujeres, que se acercan a abismos: los de la soledad, del peligro, de hombres que parecen nunca verlas o reconocerlas del todo, de misterios y preguntas que parecen estar más allá de su entendimiento. Estos son, después de todo, los precipicios a los que cualquiera que exista en este mundo, que se atreva a crecer o soñar, se ve obligado a enfrentar. Es un precio el que se paga por asomarse a abismos filosos.
Parece decirnos Cervi que no hay escapatoria, que la única forma, fantástica o no, de sobrevivir pasa por hacerle frente a esos peligros. Entonces nos desnuda, en sus relatos, a hombres carameleros que en realidad son boas amenazantes, a chicos-pez tristes que tampoco saben amar, a mujeres obsesionadas con constructores que solo existen en una pantalla, en las miles de pantallas que nos rodean; a adolescentes con hermanas muertas, seres deformes que se acercan desde otra dimensión solo para ayudarlas.
Y es que, después de todo, aparecen también tenues momentos de magia en el abismo, una última mano, soñada o real, que rescata a estos personajes de hundirse, de tropezar y caer hacia lo profundo. Está la tristeza, sí, la crueldad de lo que nos rodea. Sin embargo, a la par aparecen personajes que sobreviven. Una pulsión de realidad triste que es penetrada, rota, con las uñas, con la mirada, con un suéter de adolescente en el que los pezones se notan debajo de una tela finita.
Una amiga me dijo una vez que su mamá le reclamaba que, si se ponía la remera sin corpiño, los pezones podían “notarse”. Y ella respondía que era obvio, si los tenía, ¿por qué había que esconderlos? Hay algo de esa lógica impregnada en los seres de estos relatos. Hay una decisión de mostrarse, de asomar al mundo sin pedir permiso, ni perdón. Y, como todos bien sabemos, después les queda hacerse cargo de ese existir, como se pueda, a puro llanto y tropezones, cuando sea necesario, o tomando/aceptando decisiones con mirada triste y silenciosa.
Lo que nos queda resonando son las aficiones extrañas de la autora, o de personajes que, detrás de la fragilidad, respiran una manera otra, una forma subrepticia de existir en un mundo por momentos demasiado aburrido para ellos.
12 de marzo, 2025
Aficiones Extrañas
Laura Cervi
Borde Perdido Editora, 2024
94 págs.