Grandes extensiones de un verde intenso y ondulante. Probablemente, esa sea una de las primeras imágenes que se nos vengan a la cabeza cuando pensamos en Irlanda: grandes extensiones de campos de un verde vivo, intenso y ondulante que solo encuentran sus límites en costas rocosas y escarpadas. Sobre esa imagen, con ese fondo, probablemente sobrevenga algo del orden de la religión, del cristianismo y, desde ya, la cerveza, las consabidas y espumosas pintas de Guinness.
Este paisaje, el de lo típicamente irlandés, no solo se verifica en Cuentos irlandeses contemporáneos, la antología de reciente aparición editada por Eterna Cadencia que reúne veinticinco cuentos de veinticinco autores irlandeses de los siglos XX y XXI, sino que es parte esencial del espíritu del volumen.
Con el apoyo de Literature Ireland –la agencia nacional de Irlanda para la promoción de la literatura irlandesa en el extranjero– esta compilación a cargo de Jorge Fondebrider –poeta, ensayista y traductor. Fundador y director del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires– y Sinéad Mac Aodha –directora ejecutiva de Literature Ireland– ofrece un vasto panorama que, desde el insoslayable James Joyce –considerado uno de los padres de la tradición contemporánea del género– hasta Nicole Flattery, autora nacida en 1990, medio siglo después de la muerte de Joyce, comprende varias generaciones de cuentistas de estilos bien diversos.
Con traducciones de Matías Battistón, Pedro Serrano, Inés Garland, Andrés Ehrenhaus, Jan de Jager y el mismo Jorge Fondebrider, esta antología incluye piezas notables. Desde “Los muertos”, una pieza magistral en la que –amor, tradición y política mediante– Joyce pone en tensión el mundo de los vivos y el mundo de los muertos y “Recorre los campos azules”, un relato de soberbia ejecución en el que, a partir de la crisis existencial de un sacerdote, Claire Keegan plantea una compleja serie de ecos y resonancias, pasando por “Invitados de la nación”, de Frank O'Connor, que pone de relieve el sentido del deber y la obligación a partir de dos soldados que cometen la torpeza de encariñarse con un prisionero de guerra y “La última cena”, de Wendy Erskine, que narra las peripecias de un café patrocinado por la iglesia que, a raíz de una serie de eventos tragicómicos, parece estar al borde de la quiebra.
No se puede hablar de Irlanda sin hablar de religión, y no se puede hablar de religión en Irlanda sin hablar de San Patricio. Misionero y predicador, considerado el impulsor del catolicismo en Irlanda, San Patricio, figura religiosa que –marketing mediante– en las últimas décadas se hizo famosa por patrocinar festividades a lo largo y ancho del mundo cada 17 de marzo, es el emblema de una nación que, entre la casa y el trabajo, parece ir del pub a la iglesia y de la iglesia al pub. Una nación rica en matices y contrapuntos entre lo rural y lo urbano –entre las grandes extensiones de campo y las emergentes y pujantes ciudades–, que vivió –y a su modo todavía vive– en tensión con Reino Unido (al norte de Irlanda, Irlanda del Norte, territorio británico, se manifiesta como un apéndice del propio cuerpo, como una pequeña Irlanda dentro de Irlanda).
En este paisaje y sobre esta historia están parados los personajes que habitan los cuentos que conforman esta antología. Personajes que, además de estar signados por una nación que, tras sucesivas guerras de independencia, florece bajo la mirada de Dios –una mirada que puede ser tan compasiva y reconfortante como represiva, por momentos–, tienen sus propias historias, sus propios conflictos. Conflictos que, muchas veces, se plantean bajo la forma de una dicotomía entre el ser y el deber ser. Entre el deseo íntimo y lo que la sociedad espera de cada uno de ellos, los personajes de estos cuentos muchas veces terminan quedando acorralados entre la espada y la pared, y aislados, viviendo sus dramas en silencio y soledad.
Aun siendo bien disímiles entre sí, ese halo de conflicto sobrevuela en estos cuentos, que, a su modo, abrevan en el profuso folklore de la isla y, desde una plataforma realista, se lanzan en una proyección que parece tener la intención de forjar y asentar una identidad típicamente irlandesa. Por eso y por contener algunos cuentos que son traducidos por primera vez al español y otros, clásicos, que son verdaderas joyas, este libro promete transformarse más pronto que tarde en una antología de referencia. Una antología que, a través de la ficción no solo nos transporta vívidamente a un territorio con su clima, sus aromas, sus sabores, sino que da cuenta de los dramas de una serie de personajes que habitan un país signado por la vitalidad y el conflicto; un país tan sufrido como privilegiado en el cual el verde, ese verde vivo, intenso y ondulante de pronto, sin previo aviso, puede transformarse en una abrupta y Escarpada Costa Rocosa, un violento abismo.
4 de septiembre, 2024
Cuentos irlandeses contemporáneos
VV.AA.
Selección y prólogo de Jorge Fondebrider
Traducciones de Matías Battistón, Andrés Ehrenhaus, Jorge Fondebrider, Inés Garland, Jan de Jager y Pedro Serrano
Eterna cadencia, 2024
448 págs.