Siempre que pienso en el azar se me figura inmediatamente el plano de la pelota que va y que viene en una cancha de tenis en el Match Point de Woody Allen. Con un fondo en el que se oye a Caruso y la voz en off de Jonathan Rhys-Meyers acompañando, se adelanta en clave alegórica el núcleo central de la película: la suerte es el factor que determinará el desenlace de los acontecimientos.
Esta breve presentación me sirve para decir que tuve suerte en comenzar el año leyendo El delito de escribir, compendio de artículos críticos que Juan Rodolfo Wilcock (Buenos Aires, 1919 - Lubriano, 1978) escribió para Il Mondo y otros medios italianos durante veinte años. En éste Wilcock golpea a diestra y siniestra a autores, editoriales, periódicos y al establishment literario en su conjunto con un tono extraordinariamente simple y, sobre todo, exacto; exactitud en la que se establecen de inmediato los puntos de diferencia con la crítica cultural italiana (y la crítica tout court): "los lugares críticos más influyentes quedan reservados para personas a veces hábiles pero privadas de inteligencia o de imaginación, o de ambas cualidades", señala en el primer artículo.
Glorias y miserias del oficio se retratan con acidez (y ardor) en Iniciaciones literarias. Es muy inteligente la manera en la que a través de anécdotas napoleónicas Wilcock describe la red de mentiras que se teje alrededor del aprendiz de escritor, en donde se lo ensalza y rellena al principio pero sólo para darle la estocada final sin que llegue a descubrir que, a fin de cuentas, todo era un "gran fiasco". Como un francotirador experimentado, el autor de La sinagoga de los iconoclastas espera el momento adecuado para disparar, comenzando con un breve rodeo para luego dar en la frente a su objeto de interés; por ejemplo, en El escritor súbdito, arranca con una frase del "senador Montale" en la cual éste afirma que "el escritor de hoy está más politizado que el escritor de antes...", esto le da pie para hacer el reconocimiento de los escritores contemporáneos, los cuales "no entienden ni jota de la mayor parte de las cosas del mundo, y ven tanto dinero alrededor que solo tienen que afirmar y aceptar, y el dinero y la gloria caen del techo; y si, por el contrario, no lo hacen, lo que se les cae encima es el techo", esperando hasta el final y en tono aforístico para dar el disparo demoledor: "No se baila jamás con tanta vitalidad como al borde del abismo".
Como se ha visto, el libro del retratista de personajes mínimos y excéntricos pertenece al limbo de escritos que no tienen una fecha de caducidad programada (nada cambió, al parecer, en los últimos sesenta años) y responde al propósito del nombre que la editorial ostenta; es por ende un libro de la resistencia en una doble acepción: lo es en tanto y en cuanto que sus reflexiones resisten el paso del tiempo y lo es, a su vez, porque está ahí para señalar insistentemente el desperfecto, la ruina y la desdicha de la literatura.
Ojalá libro y editorial sigan resistiendo.
27 de enero, 2021
El delito de escribir
J. Rodolfo Wilcock
Traducción de Rosa de Viña
Libros de la resistencia, 2019
96 págs.