La materia sensible en la escritura cada tanto bordea un sentimiento de incomodidad tan solo por habitar la realidad que nos ha tocado. Y escribimos porque en el fondo, en el núcleo de nuestra mente, quizá aparezca de vez en cuando una voz recurrente para nada agradable. Nurit Kasztelan escucha una voz compuesta por los ecos de la trama familiar. Madre, padre, hija única. La atención se demora en la botánica del mundo, imaginemos que el universo es un jardín, con sus taxonomías, sus nombres propios, sus reinos, sus territorios floreciendo en la madrugada cuando todo se oscurece. Y entonces la voz emerge pero aún no sabemos qué nos dice.
Es en ese punto donde Tanto se convierte en un texto complejo de clasificar, el aprendizaje de los géneros literarios se desvanece, y el aprendizaje de las lecturas constituidas en un orden lógico y cronológico también desaparece. En esta voluntad de una nueva narrativa imantada de lirismo hablamos de un libro que tiene múltiples recorridos de lectura. El tiempo, entendido en términos de una cronología ordenada secuencialmente se desdibuja. Y de una forma orgánica se integran los diferentes momentos de la trama: cada instante conformaría un recorrido de lectura que implicaría una reconciliación con esa parte nuestra que aún no hemos logrado desanudar.
En ese sentido, no el único, la memoria de los árboles y del reino vegetal tiene la intensidad y el peso de la memoria de los afectos de nuestras narrativas familiares. Es la orfandad, y es la imposibilidad de reconocernos con los otros y en los otros, salvo que en la naturaleza encontremos un espacio para decir y para narrarnos.
Decir Tanto es formular varias preguntas: ¿Cuál es el límite para semejante peso anillado en la memoria de cada uno de nosotros? ¿Hasta dónde se puede soportar el peso de una vida? ¿Y dónde estaría el punto de quiebre? No hay respuestas. Nadie lo sabe. Nadie lo sabría a no ser que hagamos de cuenta que cultivamos un herbario así como cuidamos de nuestros aspectos más íntimos. Como si guardáramos en una caja transparente de cristal nuestros afectos y los clasificáramos. Un archivo sentimental que puede abrirse y leerse desde cualquier punto de nuestra biografía.
Es la experiencia del abandono, de la imposibilidad de tejer y de sostener en el tiempo un vínculo amoroso con los demás y es a la vez la posibilidad de comenzar desde un no-lugar, un espacio todavía no imaginado con la fuerza acumulada de los seres que habitan nuestro mundo desde el comienzo de los tiempos: son piezas mínimas en apariencia pero que por sí solas desbordan en emoción y que alineadas en conjunto se calibran hasta conmovernos.
13 de noviembre, 2024
Tanto
Nurit Kasztelan
Eterna Cadencia, 2023
160 págs.