Toda argumentación bien formulada logra filtrar sin obstáculos las afinidades del ensayista. De esta forma el pulso, la respiración y el tono de la escritura adscriben a la fórmula de la conversación, siguiendo acaso el silencioso mandato de una música. Bajo un ralentí calculado, Alan Pauls (Buenos Aires, 1959) trabaja en Temas lentos el compás justo que linda con la diana de una idea: no es sino a través del desborde y la desmesura, del regodeo y la pompa, de la erudición y el dilate que un pensamiento consigue ir en contra de la velocidad que impone el mundo.
En una selección de cuarenta y cinco artículos o lecturas que trazan un arco de diecisiete años se nos presenta un abanico de personajes retratados, de obras seguidas a pie juntillas, de ejercicios de intimismo espectacular: una puerta de acceso a una cosmovisión que se alimenta de la Cultura.
Porque la heterogeneidad de elementos con los que trabaja Pauls van desde una meditación en torno al endless supply en la obra de Félix González Torres a los infortunios que suscita su placer constitutivo por las canas, pasando por la ponderación del cine de puro presente en el Jean Eustache de La Maman et la Putain hasta la descripción de un tour hacia y en el cuarto de herramientas florentino de César Aira. En todos los acercamientos se nos revela un escritor que busca un giro después de un giro, una penúltima palabra, una subordinada infinita.
Se vislumbra a su vez un conocimiento profundo por la materia y un gozoso placer al tratarla: cuando el autor analiza un filme de Godard (JLG/JLG) en realidad está analizando el fenómeno Godard, está radiografiando al gran “personaje conceptual” que solo vive por y para su oficio de metteur en scène. Desarma hasta la última fibra del operativismo warholiano, para quien un artista no es aquel que hace algo, sino “alguien que permite que algo se haga”. Al leer sus artículos se tiene la certeza de que un pensamiento sólo puede ser formulado de esa forma y no de otra; con ese énfasis y no con otro.
Soberbio es el tratamiento que le da por partes iguales a Puig y a Barthes (sendos fetiches del autor). En paralelo, no se muestra condescendiente con tótems del cinematógrafo como Wim Wenders o Werner Herzog, diciendo del primero que se parece “a un tío loco” que se niega a crecer, usando colita, cultivando el name-dropping a la moda, etc., para que su sobrino de veinte años lo deje entrar en la pieza y afirmando del segundo que “toda su obra es la repetición, a veces genial, a veces vulgar, casi siempre desconcertantemente original”.
La dinámica de Temas lentos en su conjunto se asemeja a un viaje de kilometraje ilimitado ya sea en Princeton o en Bremen (donde “una vez por año [se] organiza la fiesta de los silbadores”); ya sea a través de una secuencia de fotografías o de la operación mental del mismo Pauls. Lo que siempre campea es un mismo timing en común: el de una velocidad crucero, casi siempre lenta, que posibilita el deleite de una miríada de maravillas.
3 de agosto, 2022
Temas lentos
Alan Pauls
Literatura Random House, 2022
432 págs.