La palabra entrañable está íntimamente ligada a este Bocetos de natación, de Leanne Shapton. Al texto y al objeto. El texto puede pensarse como el recorrido de una vida marcada por una práctica que nos constituye: no la práctica de la escritura o, de forma más abarcadora, la práctica artística que será la ocupación de la vida adulta de la autora, sino la de la natación. De lo que se da cuenta en este texto, que fue premiado en el 2012 en la categoría de autobiografía por el Círculo nacional de críticos del libro de Estados Unidos, es la relación con el entrenamiento para el alto rendimiento deportivo. Si bien no llegó a clasificar, Shapton se preparó para representar a Canadá en los juegos olímpicos y esa práctica intensa marcó el resto de su vida; produjo un hábito, dejó una memoria en su cuerpo; también en lo que quedó al margen.
En Bocetos de natación, fluidamente traducido por Laura Wittner, se narra el comienzo y los primeros años de entrenamiento, es decir: la exigencia del cuerpo, la rutina y el dolor. El objetivo y la obsesión puesta en un tiempo. Prepararse durante años para el minuto y poco más que dura la carrera decisiva. Se trata de un recorrido nostálgico: “La natación es mi juventud incorpórea, pero me estoy convirtiendo velozmente en un presente corpóreo”; con algunas certezas: “Ahora, cuando nado, entro al agua como si tocara distraídamente una cicatriz”; también reflexivo: “Sueño con la natación al menos tres noches por semana. En esos sueños siempre hay una carrera, y siempre hay alguien que me mira, por lo general un hombre... Parecería que siempre tengo uno... que siempre dependo de que alguno de ellos me diga cómo es mejor proceder”; un texto reflexivo y amoroso. En un pasaje que se refiere al matrimonio escribe: “Es mi pequeña masa de agua a cielo abierto, y si soy cuidadosa tal vez me sostenga”.
Añorar lo que quedó al margen. Vivir con la sensación de no estar haciendo lo que la mayoría hace a esa edad; vivir el avance de la disciplina con la curiosidad por la experiencia no vivida; los hábitos alimentarios, los horarios y las fiestas giran con el cronómetro como centro. En un fragmento del libro, la autora cuenta que en las competencias asociaba las caras de sus adversarios a los tiempos con décimas y centésimas de segundos y no a sus nombres. La disciplina regula las horas del día y esa vivencia poderosa marcará su vida adulta. Lo recreativo vendrá después. Cuando se decida a abandonar la competición y la relación se reformule, siempre en diálogo con la memoria del cuerpo, con su necesidad de movimiento, de volver a un lugar conocido.
Y mientras tanto otras cosas aparecen: “Empiezo a anhelar experiencias más grandes que no tengo idea de cómo adquirir. En uno de los albergues, en Brighton, escucho a una mujer joven debajo de mi ventana; está cantando Off to Dublin in the green, borracha, con una voz desgarradora, y tengo la sensación de que las cosas –como dice la canción– van a ser complicadas, mayormente tristes, mayormente hermosas”. Ese anhelo nos enfrenta a que siempre algo se pierde, pero también siempre algo queda. Por ejemplo, queda la costumbre de ir a nadar en la vida adulta, en la vida cotidiana, incluso durante las vacaciones (en un pasaje cuenta la experiencia de ir a una badplast –una zona de nado–, el agua verde, la desnudez, la conversación de otras mujeres, sentir otra manera de estar con su cuerpo, descubrirse en tanto bañista); queda la costumbre de detenerse en la arquitectura de ciertas piletas; el ir a ver competencias de natación; queda una manera de mirar el mundo desde el agua. Acaso, otra manera de nombrar.
Y esta, quizás, sea una de las claves de este libro, nombrar un lugar por el que se pasó y que le otorgó a la autora una paleta de contornos diluidos. Una paleta de tonos traídos de otros interiores. Estos bocetos, digo aún sin saberlo, son acuarelas. En esta escritura se siente el elemento. Se avanza en él. Se nombra con fluidez y con una precisión que se percibe detrás de esa estela de agua. De esa experiencia vivida en torno y dentro de ese elemento que de alguna manera diluye los contornos de la aseveración. No se trata de que la afirmación que conlleva toda escritura no exista, sino de que sus particularidades en el desplazamiento no operan como un filo, sino como la erosión calma y constante, generando piedras de aristas redondeadas. Es la erosión que produce un elemento que teniendo la capacidad de inundar, opta por aligerar los contornos. Matías Serra Bradford, en su libro Trece lectores pintores, escribe, “El de Twombly es un desafío mayor: alcanzar un aura de misterio por medio de la afabilidad” y, probablemente, algo de esto se intente en Bocetos de natación. Aunque es posible que, en lugar de un aura de misterio, lo que se intenta recrear es una atmósfera áspera y reconfortante. Una vivencia de matices.
19 de abril, 2023
Bocetos de natación
Leanne Shapton
Traducción de Laura Wittner
Blatt & Ríos, 2022
336 págs.