Desde sus inicios, la literatura argentina tiene una fuerte relación con el policial. Casi todos los grandes nombres de nuestro canon (digamos, Borges, Quiroga, Arlt, Saer, Silvina Ocampo, Puig, Piglia) se dieron el gusto de escribir, con resultados desparejos, su policial. Este acercamiento ha sido con frecuencia ambiguo, entre la fascinación y el rechazo paródico ante un dispositivo narrativo tan sofisticado como reglado, tan complejo como teñido por lo peor de la industria cultural. Porque, en rigor, salvo algunas narraciones publicadas en viejas revistas de tirada masiva, la literatura argentina se acercó al género con cautela, imponiéndose una cuidadosa distancia para no ser confundida con narraciones de dudoso gusto y calidad. La circunstancia, la última novela de Jorge Consiglio, retoma la conflictiva tradición con el género.
Desde sus primeras páginas, se plantea un enigma diferente al de las novelas policiales convencionales. La narradora, una señora bien, hija de hacendados, está a punto de declarar en una comisaría de Recoleta. El lector pronto sabe que ha cometido un crimen, pero la pregunta que surge de inmediato es la deleuziana ¿Qué ha pasado? La respuesta será un largo monólogo en el que la narradora repasará su vida, como si la única respuesta posible al interrogante sobre su devenir criminal fuera la narración autobiográfica. Cuando más adelante conozca a un hombre con el que se obsesiona de inmediato, la novela planteará su segundo gran enigma, ahora bajo la forma de un perverso discurso amoroso. Meticulosa hasta el delirio, comenzará una pesquisa mediante la cual intentará comprender quién es ese personaje misterioso, aparentemente inasible, que la ha subyugado.
Como toda narración que coquetea con lo policial, La circunstancia exige desde sus primeras páginas una lectura paranoica, atenta a cada detalle. Así, se plantean otros enigmas que irán explicando los dos principales: la pregunta por la madre, la pregunta por el padre, la pregunta por el arte contemporáneo. Y, atravesando la vida familiar y la vida artística, el dinero como elemento que establece diferencias sociales y relaciones de poder. No es casual que la narradora trabaje como marchand o que su padre hable sin demasiados tapujos del “arte de la rentabilidad”. Menos irónica y delirante que El artista más grande del mundo, la nueva novela de Consiglio coincide con la de Juan José Becerra al presentar a las artes plásticas vinculadas al universo del dinero, la diferencia de clase y la lisa y llana estupidez.
Además del policial, otro género con el que La circunstancia dialoga es el relato de iniciación. La novela comienza por el primer encuentro de la narradora con sus padres, para centrarse luego en diferentes hitos biográficos: el vínculo con sus progenitores, el debut sexual, las primeras experiencias amorosas, el descubrimiento del arte y los negocios. Pero si en los relatos de iniciación el aprendizaje del protagonista es fundamental, en este caso la narradora no termina de entender lo que realmente sucede: la proliferación de frases asertivas (“el error es movimiento, y eso, de por sí, sirve”, “nada nos representa mejor que lo que hacemos en la intimidad”) no es sino una forma de incomprensión. En este sentido, el epígrafe del Facundo (”...esta inseguridad de la vida, que es habitual y permanente en las campañas, imprime, a mi parecer, en el carácter argentino cierta resignación estoica para la muerte violenta...”) con el que abre la novela puede ser leído como una ironía certera al afirmar un tipo de violencia determinada fatalmente por el ambiente, más allá de la voluntad de quienes lo habitan. Claro, no se trata, como en el modelo sarmientino, de la violencia generada por la llanura libre de instituciones, educación y ley, sino de la provocada por la hasta no hace tanto llamada, sin culpa, oligarquía.
Promediando la novela, la narradora afirma que “Caillebote destroza el realismo desde la entraña”. Con estas palabras está dando cuenta de un afán casi obsesivo de una zona central de la literatura argentina de los últimos, por lo menos, cincuenta años. Sin embargo, la novela está construida apelando a una referencialidad que no sería nada exagerado llamar realista: con la ayuda de Google, aquellos que no conozcan en profundidad Gahan o Recoleta podrán confirmar que la inmensa mayoría de los lugares que se mencionan tienen existencia real. Pero, como ocurre con otras narrativas contemporáneas, este realismo está salpicado por pequeños elementos sobrenaturales que no parecen tener otra función que despegarse de las sospechas de haber caído en las garras de la ingenuidad mimética. Aún así, con un ritmo vertiginoso que tiene algo de folletín, La circunstancia se inscribe en la tradición de las buenas novelas realistas argentinas que no se animan a decir su nombre.
17 de julio, 2024<
La circunstancia
Jorge Consiglio
Eterna cadencia, 2024
264 págs.
Crédito de fotografía: Victoria Egurza.