En La enfermedad, novela de Luis Bacigalupo, hay un par de aspectos que nos acercan a un modo de reformulación del clima que encontramos en las narraciones del primer Beckett, de obras como Watt o Mercier y Camier, por ello me interesa sobre todo relacionar el motivo de la enfermedad con la idea misma de narración, incluso como el motor de la novela en tanto un movimiento que conduce hacia la disolución.
El narrador, Damián Germanno, quien va uniendo recuerdos mientras se mueve entre otros puntos de la ciudad, encuentra su punto nodal en el barrio de Caballito. Pero este movimiento recurrente a través del recorrido de Buenos Aires hacia la residencia donde se encuentra la madre, los obstáculos en esos recorridos, la pérdida de la llave, las relaciones fugaces que se van sucediendo, van armando una trama que reelabora la concepción del movimiento pendular que va desde el ámbito privado a la circulación entre lo público. Los viajes en transporte público descritos minuciosamente dan cuenta de esa necesidad que tiene este narrador y personaje de volver a un estado de quietud constante. Esta vacilación de un lado a otro también recupera una mirada negativa con respecto a la posibilidad de un progreso o de un desenlace positivo. Esta estructura también se pliega sobre el mismo uso de las palabras que nos propone la novela: recordar, un presente que se vuelve nostálgico y también la pérdida al ver a la madre estar partiendo página tras página.
Pero esta relación con la madre enferma es también la relación con el dolor y la enfermedad. La madre enferma es también el origen de aquellos recuerdos que se van recuperando y conectando en la narración. Ante esto, me gustaría citar un fragmento:
El silencio que hoy reina entre nosotros, a pesar de que yo insisto en arrancarle siquiera un monosílabo que reintegre un resto de su conciencia a la realidad, la única realidad que yo conozco, me impide recordar que seis años atrás, a pesar del estado avanzado de su deterioro, habíamos conseguido sostener por un rato una charla más o menos congruente.
Entonces la madre se vuelve un territorio desconocido, pero paradójicamente también conocido en el sentido de la cercanía entre ambos. Una relación que se mantiene en el silencio y eso empuja a este personaje a hablar y pensar. Una realidad mental tal como señala en el capítulo 4; y a partir de allí se va construyendo una narración dentro de otra que, como relaciones especulares, van constituyendo otras historias que resuenan como ecos del eje argumental. Damián le cuenta a Nilda la situación de su madre en el geriátrico y nuevamente se vuelve al tema del cuerpo enfermo y su inevitable degradación. Todo trasmuta, pero frente a esto, los personajes resisten.
En este caso los recorridos parecen repetirse, y en esta iteración es donde también se apoyan las diferentes situaciones, cada momento se hilvana con los demás como si se estuviera deambulando entre lo hostil o quizá lo distante de un paisaje urbano. Hay un poema de Beckett de 1935 que se titula “Enueg I”, y es un recorrido por una ciudad, Dublín, un recorrido que nace a partir de la enfermedad de la amada internada en el Hospital Privado Portobello. La primera palabra es Exeo: salgo. Aquí Damián sale, recorre, entra, se mueve, olvida... Pero en esta novela de Bacigalupo salir es también enfrentar “lo incierto” que es asimismo la enfermedad. Lo incierto de la enfermedad puede ser también lo incierto de la palabra. Preguntarnos quién habla, es poner en tensión también la movilidad con la inmovilidad que es el último punto de la novela. Damián se duerme.
La novela de Luis Bacigalupo es un bello viaje a través de la desintegración del cuerpo, de la caída donde se recupera en parte lo onírico, pero también se vuelve a un pasado, del mismo modo que volvemos, junto al protagonista, una y otra vez, como en los relatos artúricos, al punto de partida. A un centro ilusorio desde donde el movimiento del cuerpo convive con la imaginación. Quizá también podamos leer esta novela como un continuo intento de volver al hogar, un “nostos” urbano con digresiones que vacilan entre “Intentaré decir unas pocas palabras sobre la realidad” y el silencio, entre los recuerdos y las descripciones de diferentes situaciones, un ir y venir constante en el espacio y en las palabras. Es uno de los aspectos que más elogiamos de la novela: ese ir y venir con el ritmo de la fugacidad.
12 de marzo, 2025
La enfermedad
Luis Bacigalupo
Cienvolando, 2024
212 págs.