“Escribir es el único oficio que permite el contrasentido de que a uno se lo aprecie como lo que es solo porque sabe contar cómo llegó a serlo”, sostiene el poeta chileno Leonardo Sanhueza. “Un escritor puede relatar cada uno de los pasos que lo hicieron abrazar la literatura como un destino y obtener de ese esfuerzo una obra plausible y que puede cerrarse sobre sí misma, lo que en sí es una suerte de milagro”. De esa suerte de milagro va Suerte de principiante, de Julián Herbert (Acapulco, 1971), un libro originado a partir de once charlas informales que tuvieron lugar en su casa, en México, entre 2019 y 2020.
¿En qué azarosas circunstancias alguien se convierte en escritor, y en qué condiciones sigue sosteniendo ese impulso a lo largo de la vida?, esa parece ser la pregunta de fondo en este libro. En estas charlas devenidas en ensayos, Herbert –escritor, editor y profesor de Literatura, con experiencia en traducción y colaboración crítica en diversos medios– trata de desentrañar ese misterio.
A partir de su bagaje coordinando talleres de escritura, con aliados como Michel de Montaigne, Emily Dickinson, Stephen King y Julio Cortázar, aborda temas centrales del oficio literario, desde las condiciones de producción a la vocación y las expectativas, pasando por el dinero y el reconocimiento. Lo hace con frescura y lucidez, con una firme base teórica, mucha poesía y sin escatimar en detalles de su historia personal, marcada por el alcohol y las drogas.
Desde lo vivido, Herbert pone en consideración el vínculo entre el consumo de sustancias tóxicas y la escritura, y da cuenta de una temporada en el infierno que, si bien no dista de la de tantos otros artistas y creadores a lo largo de la Historia, en su caso se ve matizada por la incursión en la lectura y práctica del zen.
El zen, de hecho, es la columna vertebral de este libro. El título –Suerte de principiante–, sin ir más lejos, remite a Shoshin, un concepto del budismo zen que suele traducirse como “mente de principiante”. Desde ahí, atraviesa los once ensayos que conforman este volumen y habilita la pregunta: ¿por qué, a diferencia del concepto zen, que habla de mente, Herbert nos habla de suerte?
Quizá, por empezar, porque para Herbert la escritura no es solo cuestión de mente. Pero también porque, como bien deja entrever en estos ensayos, en el oficio literario la suerte es más importante de lo que parece. Porque, como para muchos, para Herbert fue la literatura, pero bien podría haber sido otra cosa –como por ejemplo la música– e incluso, si no hubiese habido cierto viento a favor en momentos clave –momentos en los que no parecía posible que soplara viento alguno–, bien podría no haber sido nada.
Con esa sensación, en delicado equilibrio entre erudición y sospecha, Herbert da cuenta del día a día en la trinchera de un oficio que, además de suerte, involucra cuerpo y mente en partes iguales. Con generosidad y entrega, recupera, por sobre todas las cosas, el sentido del cuerpo en el arte de la escritura –tantas veces relegado, el cuerpo, en el mundo intelectual en general y literario en particular–, le devuelve el lugar que se merece y, en un contrasentido milagroso, nos hace llegar algo que va más allá del eco de una pasión: la obsesión alegre y entusiasta de alguien que supo abrazar a la literatura como un destino.
10 de diciembre, 2025
Suerte de principiante. Once ideas sobre el oficio
Julián Herbert
Gris tormenta, 2025
320 págs.