En una primera y casi intuitiva instancia, el título del primer libro de relatos de José Salem (Bs. As., 1959), editado en plena pandemia por Paradiso, dejaba en su autor un sabor más bien amargo: es que cada uno debiera ser ─afirma en una entrevista─ artífice de su propio destino. A pesar de la discordia inicial, el nombre ─Donde la vida nos lleva─ permaneció. Valga el caso, entonces, como un ejemplo ─otro más─ de la divergencia entre las ideas que motorizan, por un lado, al escritor, y las que vitalizan, por otro, su ficción.
Relatos en los que el destino, la rutina, el rencor, las fobias, la locura, incluso la literatura, hacen de estos personajes sujetos anodinos, condenados a repetir, aún sin que lo sepan, traumas de un pasado nebuloso o desconocido por completo, o a proceder a partir de una herida emocional mal cicatrizada. Así, un hermano meticuloso atesora una venganza silenciosa contra su mellizo revoltón, "culpable" de haberse involucrado con la mujer que atraía al primero ("Un nudo en la garganta"); una esposa hace de su gesto final el tormento con el que el marido deberá lidiar por el resto de su vida ("Solo una palabra"); una empleada bancaria vive angustiada por una mirada persecutoria, que la obliga a circunscribirse a una cotidianidad hipermedida y calculada por limitaciones obsesivas ("El último segundo"); y un delirante planea secuestrar a las niñas de su ciudad para que no sean objeto de... otros secuestradores ("El protector").
El libro se divide en tres secciones/colores. En principio, el "Azul" se propone como el potente color del cielo, el contraste de la experiencia grisácea de estos seres ("Un día así [con ese cielo] no podía traer malas noticias", confía el protagonista de "Un buen tipo"). Aunque sea luego, también, la pátina que todo lo recubre en la pesadilla de "Atrapado en azul". Los que se enmarcan en la sección "Rojo" acusan un mayor grado de violencia, de muerte, de duelo. Y la sección "Ocre" encuentra tal vez en "Una sensación de fuego inminente" su expresión más acorde: un hombre abandona la estabilidad económica y emocional brindadas por el trabajo y la familia para encarnar finalmente su destino de artista y convertirse en pintor.
En estos cuentos algún evento crucial ─un resultado médico determinante, un regreso al hogar de la infancia, un reencuentro familiar─ parece a punto de torcer el camino de personajes que deambulan "con hombros encogidos", para usar la expresión del narrador de "El alma de las cosas". Sin embargo, la vida tiende a llevarlos por donde se le antoja, y hace con ellos lo que le place. Más aún: la rutina de la realidad embate del mismo modo que el cruce fantástico. En el cortazariano "Colonia-Brujas", un hombre comprende demasiado tarde que la lectura de un libro especial no sólo motiva y espeja su vida, también le vaticina el infortunio porvenir.
Citadinos, quejosos de la deshumanizada posmodernidad inscripta en las fachadas y bares de Buenos Aires, apenas rozados por la ráfaga de la Historia (los 70, el 2001) que remolinea en el pasado de algún que otro personaje, estos relatos configuran una paleta de sentimientos que, si bien pueden no ser de la preferencia del autor, alcanzan la soledad, la violencia, el rencor, la esperanza; los colores primarios, en fin, que esbozan la atribulada y policromática naturaleza humana.
18 de agosto, 2021
Donde la vida nos lleva
José Salem
Paradiso, 2021
168 págs.