Precursor de distintas corrientes del terror del siglo XX, admirado por Lovecraft, Borges y Stephen King, Artuhr Machen (1863-1947) nace en un pueblo agreste al sur de Gales, cobijado por grandes bosques y surcado por el río Usk; la tradición celta y romana, sumada a la educación cristiano-anglicana impartida por su padre pastor, tensionan, desde joven, su imaginario.
En 1910, abandona una efímera carrera actoral para ejercer, por razones de estricta necesidad económica, un periodismo desganado en el London Evening New. Esta experiencia laboral, sin embargo, se inmiscuirá productivamente en el armado de algunas de sus obras y, ante todo, en El terror, una magistral nouvelle que la editorial Miércoles 14 ha publicado por estos meses.
Ilustración de Santiago Contín
Corre el año 1917 y el infierno de la Primera Guerra Mundial se expande por vastas zonas del continente europeo. Inglaterra teme al avance de las huestes alemanas, que han perforado ya las fronteras y el espíritu francés. Machen percibe en el inquietante estado de alerta de la sociedad inglesa la materia que vertebrará El terror.
En la región de Meirion, un condado campesino del oeste de Gales, una truculenta escalada de muertes va ganando poco a poco el ánimo de los habitantes. La desaparición de una niña inocente, el cuerpo maltrecho de un joven labriego hallado sobre las rocas de un acantilado, los rostros desfigurados de toda una familia a mitad de un camino, son los primeros casos que atentan contra el sosiego de la región. Lo terrorífico, no obstante, antes de circunscribirse a los ¿crímenes?, o al ensañamiento con el que la muerte se ha obstinado sobre algunos de estos cuerpos, radica en lo inexplicable de los casos. Un narrador cronista circula por la región del mismo modo en el que circulan las versiones, las suposiciones, las hipótesis más o menos verosímiles, ansiosas por revelar, finalmente, la sustancia del misterio que postra al condado.
Tal vez por el interés de Machen en el policial ─en el ominoso Dr. Jekyll y Mr. Hyide de Stevenson─, tal vez por la cita de De Quincey que pone en boca del ocioso Mr. Remnant ─El asesinato como una de las bellas artes─, El terror termina con una explicación típica de la resolución del policial de enigma. De cualquier modo, sobrevuela, en un texto que ha insistido en la aparición de rumores y en sus efectos sobre la sociedad, la idea de que esta explicación no deja de ser un relato más (¿acaso un cronista trabaja con algo más que relatos?), entre tantos otros.
El terror, asegura el narrador, puede resurgir en cualquier tiempo y espacio; las explicaciones racionales ─esto es, generales, exteriores─ del evento ofrecen sólo una perspectiva superficial. Podría conjeturarse, por pura pasión especulativa, qué expresiones cobraría en nuestra época: ¿Una catástrofe nuclear, una revolución de la naturaleza, una pandemia? La pregunta sobrevive, latente: ¿cómo lidiará la humanidad con el retorno de aquello que reprime?
11 de noviembre, 2020
El terror
Arthur Machen
Traducción de Pablo Bagnato
Miércoles 14 ediciones, 2020
132 págs.