Son los últimos años de la dictadura cívico militar argentina. Juan atraviesa el país esquivando no solo los controles del Estado asesino, sino, sobre todo, los esotéricos: la "Orden" ─una secta oligárquica compuesta por devotos de la "Oscuridad", una deidad ininteligible y atroz─ lo acecha. Es que Juan Peterson encarna al médium del que la Orden se vale para comunicarse con el Dios oscuro. En su trayecto hacia el norte del país lo acompaña Gaspar, su hijo, dotado de incipientes poderes mágicos. El padre hará lo que sea necesario por esconderlo y ocultarlo de las garras de la Orden, que no dudará en apropiarse de un cuerpo más para alcanzar sus fines diabólicos. Con Nuestra parte de noche, Mariana Enríquez ha hecho historia: es la primera mujer argentina en ganar el prestigioso premio Herralde de Novela.
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Uno de los temas principales de Nuestra parte de noche es el de la paternidad/maternidad. El conflicto central que atraviesa a Juan es la responsabilidad que siente ante lo que será la sufriente vida de su hijo. Por su parte, Eddie, el hijo torturado de Florence y Pedro, escribe que "Todos los hijos tienen cicatrices". A pesar de que su literatura esquiva lo autobiográfico o lo autoficcional esta idea o preocupación personal (y política) se filtra con mucha fuerza en la novela.
¿Se podría decir que, incluso a pesar de vos misma, algunas de tus ideas se cuelan en Nuestra parte de Noche?
No creo que sea "a pesar". El tema de la paternidad me interesa y la decisión de no tener hijos, con la que estoy muy contenta, no me parece una decisión frívola. Quizá era este el momento de incluirla entre mis preocupaciones cuando planteaba los conflictos de la novela. Pero eso no quiere decir que sea "autobiográfico". Lo autobiográfico o autoficcional implica tomar mi experiencia y novelizarla; no hice nada de eso en Nuestra parte de noche, apenas abro una pregunta o una preocupación con lo filial, porque yo me la hago (o me la hice, o en todo caso me parece un tema importante en general). No es autobiografía: es sencillamente pensar un tema a través de la literatura.
Juan esconde una complejidad psicológica y una ambigüedad moral fascinantes; el niño Gaspar tiene sentimientos encontrados para con su padre, y es bondadoso y dado con sus amigos y amigas; Mercedes personifica la vileza sádica. Un riquísimo abanico de caracteres se despliega a lo largo de la novela.
¿Qué buscás al construir un personaje? ¿Qué es lo que no puede faltar en uno?
La ambigüedad. Quizá la menos ambigua de todos los personajes sea Mercedes, porque yo quería que ella fuera una demonia, un personaje muy del género, sin demasiados matices. Los demás, sin embargo, y los personajes en general, tienen que ser complejos y contradictorios, porque ése es el nivel de verosímil necesario. Cierto, en literatura a veces el arco del personaje exige menos contradicciones de las que una persona "real" tendría, pero básicamente mis personajes suelen ser ambiguos y creo eso es lo que no puede faltar.
Las familias argentinas e inglesas que lideran o forman parte la Orden secreta constituyen lo que antes se denominaba "alta cultura"; familias de linaje, ricas y terratenientes.
La Orden secreta está conformada por la "alta sociedad". ¿Por qué es posible trazar esa relación o vínculo entre ambas "sociedades"?
Porque la aristocracia, en tanto relacionada con el poder, es impune. Y la Orden, en la novela, necesita de la impunidad para mantener el secreto de sus actividades. No sólo la impunidad del dinero, sino la impunidad moral que implica saber que nunca llegará el castigo.
¿Y esa aristocracia, la de tu novela, tiene elementos, aspectos, prácticas, parecidos a los del mundo de Silvina Ocampo ─que, dicho sea de paso, investigaste en La hermana menor?
Más o menos. La casa, Puerto Reyes, está inspirada en una casa real de los Bemberg, que queda casi en el mismo lugar geográfico y ahora es un hotel boutique de la Selva. Por supuesto Mercedes es un homenaje oblicuo a Silvina. La investigación de La Hermana menor me permitió atreverme a usar el mundo de la clase alta argentina en la novela, porque sentí que al menos había visto algunas casas, escuchado sobre ciertas formas, tenía información. Igual no hice una investigación especial: me quedé con las impresiones del trabajo sobre Silvina y tomé algunos elementos literarios de, por ejemplo, Mujica Láinez. Pero sí, la investigación sobre Silvina me ayudó a construir el mundo de los Reyes.
Mariana Enríquez por Juan Carlos Comperatore
La Orden tiene como cimiento un Libro, dictado por la Oscuridad (o por la sugestión de los escribas iniciados); al comienzo de la novela, Juan lleva a cabo un ritual con ceniza y utiliza un "lenguaje infeccioso" para intentar comunicarse con su amada muerta; signos, símbolos y sellos se trazan por doquier a lo largo de la historia; para que una ceremonia fantástica se ejecute con éxito deben cumplirse una serie de "criterios de felicidad". Uno de los grandes dilemas de Nuestra parte de noche es saber si es posible interpretar desde y con el lenguaje a ese dios terrible que es la Oscuridad. Si bien las prácticas esotéricas y mágicas invocan la idea de un mundo fantástico, oscuro, más allá de la razón, muchas veces el salvoconducto necesario para obtener algunos beneficios o lograr ciertos objetivos parece ser el lenguaje.
¿Qué relaciones encontrás entre ese mundo esotérico y el lenguaje?
El que tiene la magia. La magia es un lenguaje particular, un sistema de símbolos. Un sello, una invocación, una hechizo, una purificación: cada técnica demanda un lenguaje específico y por lo general rígido, con muy poco lugar para los desvíos, salvo quizá en la magia del caos donde cada mago puede de alguna manera armar su propio alfabeto y su propio sistema. Para Crowley y los thelemitas, la magia es la ciencia y el arte de provocar cambios de acuerdo a la voluntad. Eso se logra con lenguaje, con una manera de decir que provoca la acción.
"Laura descifró el significado de los adornos al día siguiente. Sorprendida, nos dijo que se había distraído con otras posibilidades en vez de considerar la más obvia, quizá porque era la más cercana a ella. Estuve buscando símbolos diferentes, sellos, y no podía encontrarles sentido"
Es frecuente en la novela que el diálogo de los personajes se diluya en la narración, cercano a un estilo indirecto libre.
¿Qué te brinda este recurso de escritura?
No lo tengo tan claro, no lo pienso demasiado cuando escribo, no soy una escritora demasiado técnica. Me gusta, me parece claro, menos rígido, más contemporáneo.
Nuestra parte de noche,no sólo por su ambición e incluso sus excesos, sino por la figura del ángel maldito personificado, la maléfica secta secreta, la metamorfosis del personaje, el gótico y las conexiones ─visibles en muchas de las "novelas totales"─ entre distintas historias (la personal, la familiar, la de un país), dialoga abiertamente con la novela de Sábato. Incluso Enríquez se refiere a su texto como "novela monstruo" el mismo término que el Sabato (sin tilde) de Abaddón el Exterminador utiliza para designar su último trabajo.
¿Qué es lo que te interesa de la obra de Sábato? ¿Y qué pensás sobre el ostracismo al que lo ha condenado gran parte del campo intelectual argentino?
Lo único que me interesa de Sábato es Sobre héroes y tumbas. Pero me interesa mucho. Me parece el mejor libro de gótico argentino jamás escrito, por mucho, y quizá el único, aunque también pienso en La casa de ceniza de Abelardo Castillo. Alejandra y Fernando me parecen de los mejores y más interesantes y personajes de la literatura argentina. (Abbadón es un libro que ya no me gusta, demasiado autoreferencial entre otros problemas). El ostracismo siempre es ignorancia: un escritor con semejante peso y popularidad debería ser estudiado quizá con mayor seriedad que muchos otros.
Enríquez asegura que en su proceso de escritura no intervienen borradores, cuadros ni diagramas. Resulta difícil imaginar cómo una novela de más de 650 páginas, con tupidos árboles genealógicos, proliferación de personajes y tramas pueda escribirse sin ayuda memorias u organizadores de algún tipo. En todo caso, amigos y amigas lectores contribuyeron ─dice Mariana─ a reparar baches, a hilvanar continuidades descuidadas.
¿Cómo es posible escribir tamaña novela sólo con la ayuda de las lecturas de otros/as?
Yo escribo así. Un amigo me armó varias líneas de tiempo de los personajes, y luego casi que trabajé cada parte por separado, lo que supongo facilita mucho. No sé cómo se hace, no es un método, fue mi forma de hacerlo con esta novela, que tenía muy clara. Además los ayuda memoria no me sirven para nada, si los hago jamás los miro.
De acuerdo al contexto histórico y geográfico, por la novela circulan canciones de Daniel Toro y Caetano Veloso y se nombran músicos y bandas como Leonard Cohen, The Velvet Underground y los Rollings Stones. Un trato especial recibe David Bowie, epítome del andrógino glam.
Si Nuestra parte de noche fuera un álbum, ¿cuál sería y por qué?
Led Zepellin IV porque es un disco esotérico, erótico y con muchos climas diferentes: el folk amenazante de Escalera al cielo, la potencia de Black Dog, el romanticismo de "Going To California", la sensualidad de "Misty Mountain Hop", el misterio de "The Battle of Evermore", la reescritura de clásicos y la entrada de las influencias (en este caso del blues) de "When The Leeve Breaks".
Maurice Nadeau sostenía que si una novela no transforma o modifica al lector que la atraviesa en algún sentido o aspecto, es una novela inútil.
¿Pensás en el efecto que Nuestra parte de noche puede generar? En tal caso ¿cómo se construye el efecto?
Nunca pienso en efectos, pero me gustaría que los lectores se dejaran sugestionar por la historia y los personajes, incluso obsesionarse con ellos. Eso me pasa a mí con los libros que me gustan.
6 de mayo 2020
Nuestra parte de noche
Mariana Enríquez
Anagrama, 2019
680 págs.