Nadie sabe qué hay después de la muerte. ¿El cielo, el infierno, los monstruos de Lovecraft, un vacío negro e infinito? Para la protagonista de la nueva novela de la argentina Flor Canosa (Buenos Aires, 1978) es la vida. Después de que su madre es asesinada un tiempo antes de dar a luz, y de resistir en ese cuerpo muerto durante dos días, la beba milagrosamente vive. Nadie logra explicarlo, pero ahí está, diciendo “No” en lugar del llanto usual. La niña, al ser hija de una NN, pasa a vivir con el Estado en un orfanato y da comienzo su ordalía: malos tratos, abuso, adopciones fallidas, bullying, traumas, todo lo imaginable. El recuerdo de su madre muerta es imborrable y a medida que crece y logra salir del sistema, Noemí comienza a indagar y a descubrir indicios que la podrían llevar hacia el posible asesino.
Post Mortem (Pathosformel, 2024) es una novela cruda, descarnada, llena de rabia y dolor, que muestra sin tapujos las injusticias y vejámenes que deben sufrir muchas mujeres en estos sistemas machistas y corruptos. Una obra cuyo título es más importante de lo que se puede llegar a imaginar en un principio, algo que hace clic de forma perfecta cuando el lector comprende la importancia y el significado de esas dos palabras. Lo que sigue es la charla que tuvimos con la escritora acerca de esta obra.
¿Recuerdas cómo nació la idea para esta novela?
El disparador para la novela fue una imagen, la fotografía de un bebé recién nacido, todavía en brazos de la partera, cuyo rostro (el del bebé) mostraba mucho enojo. Me pregunté qué podía haber sucedido (en el embarazo, en el parto) para tener esa expresión en el primer segundo de vida. Por supuesto que las expresiones faciales, en esa edad, son involuntarias, pero esa imagen desencadenó muchas preguntas que derivaron en la idea original del nacimiento de Noemí, la protagonista. Esa ira, esa palabra anómala y ese misterio que la acompaña hasta el final.
Post Mortem es una historia muy dura, triste e injusta. ¿Qué tan difícil fue escribirla?
Fue duro, pero también catártico. Quería centrarme en esa espiral descendente de un personaje que naciera en el peor escenario y siguiera su vida marcada por la violencia y la deshumanización, a merced de los vericuetos de la burocracia y con el objetivo de comprender quién fue su madre, ponerle nombre, que es algo que la justicia y el Estado no hacen. El sistema se desentiende de aquellas identidades que no son reclamadas por nadie cercano. Y luego se va desnudando la violencia contra las infancias, contra las mujeres y diversidades y, con algunos momentos de calma, quería una fábula moderna que utilizara los géneros para narrar con total libertad, por fuera del realismo, aunque el realismo también esté allí. Tengo debilidad por contar desde la brutalidad, y tal vez sea una forma de exorcizar el miedo.
La narradora de Post Mortem –que no es Noemí– no puede evitar dejar traslucir su rabia con algunas de las situaciones que ella debe vivir, en especial las referentes a cuestiones sociales y de género. ¿Cómo fue el trabajo de esa voz que cuenta la historia?
Intenté construir una voz narrativa que estuviera muy cerca, casi pegada a la protagonista y que, por momentos, no se limitara a narrar objetivamente. Esa búsqueda, creo, hizo que la novela tuviera una forma diferente a mis otros textos. Noemí es un personaje que prácticamente no tiene voz, no es escuchada. Por eso me permití que la narración pudiera salirse de la tercera persona clásica y tuviera esa suerte de “comentarios”. Fue una decisión consciente. Podía perfectamente dejar que la historia hablara por sí sola, pero preferí “editorializar ”desde el relato.
¿Fue necesaria alguna investigación sobre el funcionamiento de los orfanatos o las cuestiones legales referentes al nombre?
Sí, tuve que investigar porque, fuera de las cuestiones no realistas que atraviesan a la protagonista, quería que todo lo que era burocrático, fuese tal cual. El orfanato, el nombre, las adopciones, la “liberación” a la mayoría de edad. No era la construcción de un mundo nuevo con sus propias leyes, por lo tanto, tenía que responder con veracidad a las leyes de nuestra sociedad, aunque la protagonista viviera experiencias anómalas.
Ésta vendría a ser tu tercera obra publicada en España, ¿correcto? ¿Cómo fue el trabajo con la editorial Pathosformel?
Así es, publiqué Pulpa en la editorial Horror Vacui en 2022, La segunda lengua materna con Cuatro Lunas en 2023 y Post Mortem en Pathosformel en 2024. Con las tres editoriales tuve experiencias de edición increíbles, de mucha colaboración y una relación muy cercana con sus editores. Tuve la fortuna de, además, encontrar muchas coincidencias ideológicas con mis editores y cuando estuve en España pude conocerlos a todos y compartir tiempo con ellos. Fueron encuentros muy valiosos desde lo humano y lo profesional. Post Mortem es la primera novela inédita que publico en España, y trabajé junto a Sergi G. Oset y Albert Kadmon para mejorar el texto y, sobre todo, potenciar el final. Son personas muy talentosas y con un amor verdadero por lo que hacen.
Esta obra ha sido categorizada como splatterpunk feminista, pero yo la viví como una historia realista muy triste. Lo que condena son cosas que deberían cambiarse en la sociedad porque simplemente están mal (el machismo imperante, la revictimización de las mujeres maltratadas, etcétera). ¿Cómo ves esto de encajar las obras en una categoría? ¿Es algo en lo que piensas mientras escribes?
Nunca escribo tratando de encajar en ninguna categoría. Creo, de todas formas, que las categorías responden a necesidades del mercado, lo cual no está mal. Sobre todo en España, que tiene públicos lectores muy específicos, que saben lo que quieren leer y lo que buscan, entonces las divisiones genéricas son guías. No me molesta, porque además no soy una autora que se preocupe porque su obra quede encasillada en un solo género. Suelo moverme con libertad en diferentes registros o, al menos, eso intento. En ese sentido, coincido con M. John Harrison cuando dice que él toma todos los géneros que tiene a mano para contar una historia. Lo importante es la historia. Por otra parte, también me divierte ponerme objetivos en otros trabajos; si voy a escribir un western o una novela gótica, tomo esos elementos y trato de moverme en el universo propuesto, aunque siempre termino saliéndome de los bordes, porque creo que en ese desborde es donde me identifico más. Post Mortem es realista sin serlo, un poco por la forma en que está manejada la narradora y por los elementos de realismo mágico, mitología, ciencia ficción, gore y new weird que van alimentando la historia.
Luego, sí, es una novela feminista, y es la primera que escribo dentro de esa impronta. Siempre fui más feminista que mis personajes, porque creo que cada personaje tiene que tener su ideología, que no tiene que ser necesariamente la mía como autora. Tal vez en esa búsqueda discursiva es que la narradora está tan presente en esta novela, porque Noemí no tiene la posibilidad de moverse dentro de una lógica de militancia. Su vida está tan atravesada por la peripecia, su educación y crecimiento se dan en ámbitos tan represivos y su relación con las otras personas es tan aprensiva, que no hubiese sido creíble que pudiera tener opiniones sobre los tópicos del feminismo.
La menstruación es una situación biológica que pese al dolor y las incomodidades nunca lleva a la muerte, pero en el caso de Noemí en Post Mortem ella sí fallece cada vez que menstrúa. ¿Ese detalle de dónde sale, hay alguna condición médica parecida?
No creo que exista esa condición médica, pero la menstruación es un evento insoslayable dentro de la biología de las mujeres. Desde la primera, pasando por el fenómeno mensual, hasta la pre y menopausia, los cuerpos femeninos vivimos atravesados por ese acontecimiento que nos permite la fertilidad, nos modifica los estados anímicos, genera malestares e incomodidades, etc. No quería evitarlo, quería narrarlo. En el caso de Noemí, lo llevé al extremo y lo convertí en un elemento mágico y terrible. Muchas mujeres tenemos un ovario que molesta más que el otro y provoca dolores un mes sí, otro no. La muerte, además, es un hecho fundacional de la biografía de Noemí, y me parecía interesante relacionarlo con la menstruación, que tiene eso de desangrarse sin morir. Pero quiero creer que es mera fantasía.
Post Mortem es diferente en todos los aspectos a La segunda lengua materna. ¿Fue una decisión consciente hacer algo opuesto a tu última creación?
Sí. Cada historia tiene un tono, un ritmo y una forma. Me siento cómoda encontrando distintos pulsos para cada relato. La segunda lengua es una novela ciberpunk y enciclopédica, en primera persona, Post Mortem es más brutal y coloquial, con ese narrador que interviene. Creo que, en algún sentido, Post Mortem está más cercana a la forma de Pulpa, aunque en Pulpa son tres narradores en primera persona, pero sí hay algo de la compresión de la historia, de su pulso, que es más cercana, además de la brutalidad explícita.
A medida que llegaba el final de la novela, y habiendo atestiguado la evolución de Noemí, llegué a albergar la esperanza de una suerte de final feliz para ella, ciertamente no lo que acaba sucediendo. Me dijiste que el final fue reescrito. Cuéntame sobre eso por favor.
Hubo una primera versión con un final feliz, pero no funcionaba. Ni para mí, ni para los editores. A priori quería dar un respiro a los lectores, pero era una herramienta de consuelo, y no servía para la historia. No quiero consolar al lector, prefiero que sufra (risas). Muchas mujeres no encuentran ese final feliz, siguen en la espiral de violencia, porque las diversas representaciones del patriarcado no mueren, encuentran siempre la forma de vencer. Cuando se desenrosca el enigma de la identidad de su madre y de su femicida, hay un leve alivio y luego se vuelve a tensar la cuerda, porque es así, se ganan batallas, pero la guerra sigue. Si Noemí pretende representar una parte de la realidad que viven las mujeres y disidencias, su historia debía ilustrar eso, algo que nos va a seguir persiguiendo como sociedad.
¿Cuántas chicas habrá como Noemí allá afuera?
Muchísimas. Mujeres oprimidas, ignoradas, silenciadas, violentadas, asesinadas. Al mismo tiempo, coincido con algo que dijo Fernanda Melchor respecto a la violencia: “hay que devolverle el horror”. La violencia se ha ido espectacularizando y banalizando, entonces se ha vuelto un cliché. La muerte de cada mujer tiene que tener un nombre y un apellido, no podemos permitir que se vuelva una mera estadística.
El título de la novela funciona en muchos niveles y el lector lo irá comprendiendo a medida que avance. ¿Qué tan importantes son para ti los títulos de las novelas? ¿Los tienes antes de empezar a escribir, van surgiendo, o los dejas para el final?
La aparición de los títulos es un misterio. Me ha pasado de empezar a escribir con el título en la cabeza y que se conserve tal cual, o tener novelas que se han llamado de otro modo hasta dos minutos antes de su publicación. Post Mortem, como título, llegó tarde, pero siempre estaba ahí. Era casi obvio. La segunda lengua materna se llamó “Lengua” a secas durante mucho tiempo, Los accidentes geográficos fue “Fiordo” hasta que empezamos a trabajarlo con su editora. Ahora tengo dos novelas que tuvieron título antes de ser escritas. Eso no significa que lleguen a la publicación con ese título, pero sirven de eje o disparador para su construcción.
¿Novelas con las que Post Mortem esté en diálogo o que la hayan influenciado de alguna manera?
No creo que haya referencias directas, pero cuando empecé Post Mortem había leído Romance de la negra rubia de Gabriela Cabezón Cámara, y me impactó lo coloquial y explícito del lenguaje y la forma. En ese sentido, pudo haber una influencia, una forma de encontrar el tipo de lenguaje que quería usar.
¿Qué viene ahora para Flor Canosa?
En Este momento la industria editorial argentina está muy golpeada por las medidas del nuevo gobierno. Toda la industria cultural está sufriendo ajustes y embates varios, por eso es difícil sostener proyectos o pensar en un futuro. En esa cadena, están siendo muy perjudicadas las editoriales pequeñas o medianas, aunque las grandes no se salvan, porque tampoco pueden absorber a los autores que no encuentran lugar y la merma de los lectores, por el ajuste de gastos. Todavía no queda claro cuál será el panorama a mediano plazo. En ese escenario, tengo la fortuna de estar en un momento de expansión hacia otros países. Este año Pulpa será publicada en Chile, Los accidentes geográficos en Brasil y La segunda lengua materna en Italia. No hay destino aún para mis otras novelas inéditas. De todos modos, sigo escribiendo e intentando, porque en tiempos oscuros hay que encontrar puntos de sostén. Tengo dos novelas terminadas y otra en proceso, así que los proyectos gozan de buena salud, a pesar de todo.
14 de mayo, 2024
Post Mortem
Flor Canosa
Pathosformel, 2024
139 págs.