En Argentina, la ciencia ficción tuvo menos suerte que el policial. Aunque las primeras manifestaciones del género en nuestro país se remontan a fines del siglo XIX, hasta no hace demasiado tiempo seguía siendo considerado poco prestigioso. La calidad de la mayoría de las producciones no ayudó demasiado a combatir los prejuicios críticos y, salvo alguna que otra excepción notable (La invención de Morel, El fin de lo mismo), la ciencia ficción local no produjo grandes títulos. Este panorama ha cambiado en los últimos años, con narraciones que la abordan con seriedad. ¿Sueñan los gauchoides con ñandúes eléctricos? (2013) y Ascenso y apogeo del Imperio Argentino (2018), reunidas ahora en un solo volumen bajo el título de Ficciones gauchopunks, son mucho más que meras precursoras de un giro futurista dentro la narrativa argentina actual.
¿Sueñan los gauchoides con ñandúes eléctricos?, publicado originalmente en 2013, inaugura el tono y el imaginario que Michel Nieva sostendrá en sus narraciones posteriores: un híbrido jocoso entre distopía, juegos intertextuales, planos narrativos superpuestos y trabajo con la oralidad desenfadada. Se trata, en rigor, de relatos interconectados que pueden leerse tanto como cuentos con autonomía relativa o como partes de una novela. El título es casi una declaración de principios de un autor que aborda la ciencia ficción en su versión new wave y la parodia como recurso dominante. La relectura productiva de la literatura argentina del siglo XIX lo acerca a autores contemporáneos como Gabriela Cabezón Cámara, Emilio Jurado Naón u Oscar Fariña. En la novela conviven la desmesura imaginativa (un “gauchoide”, un Sarmiento zombi) con una fuerte referencialidad (jóvenes que escuchan Radiohead, el Centro Universitario de Idiomas de la UBA). ¿Una actualización del realismo delirante? En la imaginación desbordada y el tono bufo, la sombra de Alberto Laiseca sobrevuela las páginas del volumen.
Ascenso y apogeo del Imperio Argentino también homenajea a Philip K. Dick. Lo hace construyendo una ucronía en la que, como sucede en El hombre en el Castillo, la realidad y la ficción se confunden en un juego de narraciones superpuestas. Como ocurría en la novela del norteamericano, Nieva presenta un pasado y un presente alternativos dentro del cual la ficción construye un universo que se asemeja al nuestro. Dentro de ella, un autor de rasgos borgeanos imagina un devenir histórico que no es otro que el que nos ha tocado en suerte: “Triste paisucho, Argentina, que no habría trascendido en el orbe más allá de tres o cuatro éxitos deportivos, dos platos típicos y un papa”. Las páginas de la novela son pródigas en situaciones delirantes: un Comité antifrancés que realiza conspiraciones varias, una adictiva carne de “serdo”, robots que asumen funciones paternas y psiquiátricas. La ciencia ficción de Nieva se construye con la distancia jocosa de la parodia y la sátira. Las abundantes referencias a Borges no son en vano: Ascenso y apogeo del Imperio Argentino recupera del autor de Ficciones el uso distante de un género considerado menor y el valor irreverentemente productivo de la tradición literaria nacional.
En la “Nota a la edición” que abre el volumen, Nieva afirma que en el momento de escribir sus primeras novelas “jamás había leído ciencia ficción que imaginara el futuro desde perspectivas y lenguas argentinas”. La afirmación es injusta con autores como Marcelo Cohen o Elvio Gandolfo, quienes incursionaron con originalidad y maestría en el género sin renegar de un registro claramente local; subestimar la importancia de relatos como “Caminando alrededor” o “El fin de lo mismo” linda la negligencia lectora. Aunque, quizás, el vacío al que se refiere Nieva tenga que ver con el tono que ciertamente domina sus relatos. Un tono menos “argentino” que porteño, atravesado por inflexiones juveniles y humoradas de trazo grueso. Porque más que su imaginario futurista, son los cruces entre la oralidad desbocada, los elementos de la ciencia ficción distópica y las referencias literarias lo que marcan la novedad de su narrativa.
Nieva afirma, con razón, que en los últimos años las formas realistas han sufrido un desajuste con respecto al devenir de la realidad. Eso explicaría la revitalización de la ciencia ficción, volviéndose un género verosímil. Como el viejo realismo decimonónico, las novelas que integran Ficciones gauchopunks abordan la coyuntura política actual de manera crítica. Las adicciones, la dependencia con respecto a las máquinas, el desenfreno del capitalismo de servicios, la crisis de la familia, se hacen presentes en páginas signadas por un ritmo vertiginoso. Ni tan gauchas ni tan (cyber) punks, las novelas son menos deudoras de la seriedad distópica de William Gibson que de la velocidad y la libertad creativa de César Aira.
30 de julio, 2025
Ficciones gauchopunks. Dos novelas reunidas
Michel Nieva
Caja negra, 2025
184 págs.