Tercer componente de un tríptico involuntario, La telepatía Nacional reafirma el interés de Roque Larraquy por explorar la narratividad de ciertos emergentes delirantes del positivismo característicos de la primera mitad del Siglo XX. Al igual que sus predecesoras, La comemadre (Entropía, 2010) e Informe sobre ectoplasma animal (Eterna Cadencia, 2014), esta novela tracciona a partir del lenguaje específico y las acciones aberrantes de una ciencia tramada en el pensamiento mágico, que deriva en la constitución de un amplio espectro de retóricas conservadoras. "Me interesa mucho la relación entre el pensamiento mágico y la ideología conservadora de derecha, blanca, occidental, heteronormativa y patriarcal, de Sudamérica. Sobre todo en el contexto histórico que hace todas estas cualidades más visible", dice Larraquy, explicitando la importancia de esta cuestión en la composición de su tríptico.
La telepatía nacional narra una serie de acontecimientos que tiene su origen en un propósito que ilustra de manera ejemplar su afirmación. A finales de los años '30, un selecto Comité de aristócratas se propone la construcción de un Parque Antropológico en Tandil. Según lo planean, esta suerte de zoológico humano contará con cuatro pabellones en los que se exhibirán, para deleite del público blanco, exponentes autóctonos de América, Asia, África y Oceanía. Amado Dam, dueño de la propiedad donde va a funcionar el Parque y líder del proyecto, recibe y alberga en su lujoso piso en Barrio Norte al primer contingente de aborígenes proveniente del Amazonas. En esta circunstancia, propiciada en parte por la curiosa intersección cultural, ocurre un accidente a partir del cual el proyecto del Parque Antropológico, y con él la novela toda, vira hacia la cuestión telepática. Concentrándose sobre todo en la figura de Amado Dam, este segundo tramo indaga el funcionamiento y las implicancias interpersonales de la telepatía. Por último, en un tercer momento situado en los albores de la llamada "Revolución Libertadora", se hace visible el desarrollo que ese prodigio de la interrelación ha tenido en manos de una clase obsesionada por el dominio y el control. Como es de suponer, la telepatía se ha convertido en una peligrosa herramienta de espionaje paraestatal.
Esta compleja trama signada por la telepatía se va desplegando de manera fragmentaria a través de una serie de dispositivos textuales: cartas, informes, notas mentales y documentos burocráticos. En relación al proyecto de Parque Antropológico, por ejemplo, hay en principio una carta escrita por un "especialista en ciencias de la raza", empleado de la agencia encargada de "contratar" y embarcar el contingente de aborígenes rumbo a Buenos Aires, en la que le cuenta a Amado Dam detalles de la operación y características generales de los indios. La carta narra, introduce una textura de gran expresividad (que en sus modulaciones y desbordes incluye lo humorístico) y resulta elocuente en relación a la matriz ideológica que sostiene un proyecto de comercio antropológico semejante. Estos tres componentes (narratividad, potencia expresiva y elocuencia política) son el capital que Larraquy encuentra, y expropia para su literatura, en los dispositivos discursivos y las practicas distorsivas de las seudo-ciencias sobre las que trabaja.
Ilustración de Emiliano Sejas
En esta novela forma y contenido se retroalimentan, y eso se hace evidente sobre todo en relación a la cuestión telepática. Los textos a través de los cuales se la aborda se proponen como una posible traducción literaria de lo que ocurre durante el "evento". "Elegí un tipo de narración que se adecua a este propósito: un relato adherido a lo que lo va pasando, como un recitado o una versión taquigráfica de su presente", dice Larraquy refiriéndose en particular al segundo dispositivo textural, constituido por una serie de notas mentales del asistente personal de Amado Dam. Consignadas en un estricto presente, traman un relato pormenorizado de sus vivencias, incluidas sus impresiones, como si acaso fueran una transcripción escrita de su conciencia. Mediante este mecanismo, el asistente testimonia varios de los eventos centrales de la novela, incluida una sesión del Comité del Parque Etnográfico. En este caso, ateniéndose al estilo "taquigráfico", reproduce las intervenciones de cada uno de los miembros, en las que se pone de manifiesto de manera elocuente el carácter caricaturesco y siniestro de la ideología que encarnan estos señores.
Además de esta permanente retroalimentación entre forma y contenido, Larraquy propicia una dinámica de complementariedad entre realismo y fantasía. La novela, de hecho, se despliega a través de un dialogo abierto entre ambas opciones, en el que hay tensiones, contrariedades, apropiaciones y jaqueos mutuos. Se asienta en principio en el realismo, pero en un realismo vacilante, que da cuenta de una expresión desquiciada de la realidad como lo es un proyecto de Parque Antropológico. Atizada por una clase que generalmente opera distorsionándola para que se acomode a su conveniencia, la realidad se transforma en una caricatura de sí y en su desborde linda con la fantasía, que en esta novela se materializa en la capacidad telepática. Comienza entonces a tallar lo fantástico, llegando incluso a una zona fronteriza con la ciencia ficción. Pero, cuando pareciera que el texto ha tomado esta dirección de manera definitiva, la fantasía vuelve a anclarse en la realidad, aludida en el contexto de un evento histórico. Luego del derrocamiento de Perón, la telepatía reaparece como arma de espionaje en manos de la descendencia directa de la clase que le dio origen.
Calibrando sus componentes como si fueran piezas de relojería, la novela proyecta el trazado de una parábola inquietante. El realismo caricaturesco del proyecto de un zoológico humano deriva (fantasía mediante) en la afloración tumoral de una siniestra Comisión de Telepatía Nacional. La risa se resuelve en espanto, revelando que el dominio es siempre dominio de los cuerpos. Esa al menos ha sido, de manera recurrente, la política de la derecha conservadora en nuestro país, y este libro lo demuestra exhibiendo sus múltiples facetas. En la concepción de esta clase a los cuerpos se los apropia y explotan (en eso consiste un Parque Antropológico), se los usa como si fueran derivados instrumentales del propio cuerpo (así opera Amado Dam respecto a su ejército de empleados) y, por último, se los somete y controla (como ocurre, telepatía mediante, en las entrañas del edificio A(T)LAS, epicentro de las operaciones clandestinas de la Comisión).
La inteligencia narrativa y la potencia política de esta novela se juegan en la duplicidad, visible en la continua articulación de elementos aparentemente contrarios. La realidad se resuelve en fantasía (y viceversa), la antropología en pensamiento mágico, la caricatura en monstruosidad, la risa en espanto y el espanto en denuncia. La historia que se cuenta avanza y se expande motorizada en gran medida por la dialéctica afinada de estos pares. Una dialéctica que funciona en todos los niveles y que, no casualmente, remite a la impensada conjunción de dos conciencias durante un evento telepático.
10 de febrero, 2021
La telepatía Nacional
Roque Larraquy
Eterna Cadencia, 2020
144 págs.