Normalmente el pacto de lectura de los diccionarios consiste en que se nos presenta una palabra seguida de su definición. En Lexikón, de Sergio Raimondi, ocurre algo que desafía ese pacto, pues podríamos decir que sus definiciones no definen nada, mucho menos la palabra que encabeza cada entrada. La definición ha sido sustituida por un poema y entonces es lícito preguntarnos, con toda la ingenuidad que un caso así amerita, qué es lo que se define en un poema, pero sobre todo, si estamos ante un léxico, ¿qué campo semántico queda supuestamente acotado por este esfuerzo, sin duda monumental, de mapear un territorio de sentido?
A menudo el poema se comporta aquí como una hipótesis descriptiva donde los versos apuntan a otra parte, no a la palabra del título, sino a un tercer elemento que no se nombra nunca. Uno intuye que los versos protegen ese tercer elemento de una mirada quizá demasiado cenital y directa y al final el ejercicio termina pareciéndose al de una adivinanza, con el consecuente placer infantil que hay en descubrir el referente oculto bajo la superficie del binomio palabra-definición. Más de uno se verá tentado a confundir la ambición del proyecto con un vano afán de totalización, con un nuevo cover o parodia de aleph, cuando lo cierto es que Lexicón constituye una ampliación de los procedimientos desarrollados en Poesía civil, el extraordinario libro que pusiera a Raimondi en un lugar de avanzada en la renovación de la poesía en español a comienzos de este siglo. Me refiero, por supuesto, a lo que el mismo Raimondi resume en el prólogo a la reedición de 2010 de aquel libro: “La hipótesis equívoca, imprudente y ambiciosa de que la poesía podría reponer un método apto para superar los ámbitos disciplinares del saber; desde la estimación de materiales, lenguajes y perspectivas discordantes”.
Pues bien, si en el libro anterior ese método se empleaba para postular inéditas conexiones sensibles entre fenómenos que se cruzan en los escombros de una determinada economía de enclave portuaria (fenómenos que bajo los lineamientos discursivos de cualquier disciplina, excepto en esta forma de entender la poesía, aparecerían siempre separados), en Lexikón los puntos de observación se multiplican en el tiempo y en el espacio, pero sin perder nunca los rasgos de una mirada geopolítica hecha desde acá abajo (un acá abajo que tampoco tiene un nombre específico: ¿sur global? ¿lumpen-capitalismo? ¿América Latina? ¿Argentina?). Ese aparente abandono del puerto y la ciudad de Bahía Blanca, entendidos como escena forense donde se puede apreciar en cámara lenta todo el “crimen del siglo”, podría dar pie a que se considere erradamente a Lexikón como el efecto de un cierto impulso cosmopolita, o peor aún, a instalar cómodamente el libro en los parámetros de ciertas modas académicas (transhumanismo, realismo especulativo, nuevos materialismos, etc.) En mi opinión, estas previsibles atribuciones opacan, cuando no empobrecen, el trabajo de Raimondi, cuyas claves de lectura habría que buscarlas en un poema como Bewegtes Beiwerk, donde el tercer elemento oculto no es otro que el método de asociaciones formales de Aby Warburg.
Justamente, Raimondi parece haber tomado de Warburg la necesidad de fabricar un sistema retórico que nos haga sensibles a la posibilidad de que el detalle circunstancial –lo accesorio en estado de animación– resurja a lo largo de la historia como reaparece un rasgo genético atrofiado en el curso de la evolución de las especies. Al fin y al cabo, “los elementos importan menos que las relaciones” (Hysteresis) y gracias a este “método lógico para alcanzar el delirio” uno logra percibir la metonimia entre el color negro de las tapas de la Biblioteca Ayacucho y el petróleo que hizo posible la utopía continental, tantas veces abandonada como vuelta a postular. Y al igual que sucede en el Atlas Mnemosyne de Warburg, parte del mérito aquí está en “mostrar la ingenuidad de investigar la historia/ sin desconfiar del ordenamiento cronológico”. La historia entonces como una rama misteriosa de la biología, teoría de la conspiración donde casi ningún efecto depende de la voluntad de los conspiradores, materia animada en pleno oficio de transformaciones y repeticiones obsesivas. Tiempo encarnado. Tragedia fosilizada. En ese sentido, se pueden encontrar similitudes con proyectos como los de Gloria Dünkler, Yanko González o el Ernesto Cardenal más especulativo. Y a la vez, en su condición de libro de consulta de arcanos perdidos, índice onomástico que oculta sus verdaderos nombres o tablero de adivinación, Lexikón se aproxima a la astrología poética de un Rodolfo Hinostroza, en particular a los poemas de Contra natura o Nudo borromeo. A uno le dan ganas de proclamar que estamos ante un libro necesario, fundamental, pero sospecho que el propio Raimondi, tan adepto al lema festina lente, estaría de acuerdo en esperar a ver qué dice el tiempo. Por lo pronto, disfrutémoslo.
21 de junio, 2023
Lexicón
Sergio Raimondi
Mansalva, 2023
424 págs.
Crédito de fotografía. Timo Berger.