Por tradición, este clásico de Idea Vilariño nos remite a una relación puntual: el vínculo con Juan Carlos Onetti. Practicar su lectura como el producto de una singularidad no implicaría un yerro (todo trato humano posee configuraciones y características infinitamente ricas como para merecer la escritura), sin embargo existen en esta serie –que la poeta ha ido ampliando a lo largo de los años– líneas de fuga respecto de su centro de gravitación que la convierten en una suerte de mónada donde se proyecta el cosmos de lo erótico.
A la par que un de amor en sentido particular (el del amado), cabe la posibilidad de asistir a un de Amor en el plano del Eros. No solo por una vía analógica ascendente (es decir, en busca de un universal), sino también en términos de la detección de un doble fondo. La sombra del amado –su expansión figurada– deviene un producto de la carne y al mismo tiempo el encuentro con un más allá de sí: un avistaje por encima de la atracción hic et nunc o, como bien dice la poeta, un “cuerpo despojado/ de gestos inútiles”.
La música que eléctricamente gobierna cada poema, es descubierta a través de un despojo semántico, gramatical y de puntuación que, más que obedecer a una decisión formal, se entrega a una despersonalización aliterada. La ausencia de nombres propios, de lugares, de fechas; la atemporalidad metafórica; la emergencia fantasmática de la voz sin dejar de mirar las propias esquirlas, detectan otra luz, otros horizontes en lo inmediato y en el pasado. Así ocurre en el poema “Hombre”, donde lo enumerado consiste en rasgos o restos desprendidos de una silueta: “Hombre/ conciencia/ cuerpo/ gesto mirada voz/ torre/ tierra/ cadena/ y abrigo abrazo mano/ y precio/ y premio/ y marca”.
El Amor excita un evento mayor que su idea o encarnación, rasga la tela del mundo, trama un puente entre esa idea y su concreto. El poema viene a señalar el camino, a enfocar los sentidos hacia la espesura que separa dos planos que parecieran coincidentes o superpuestos –aunque distantes– más allá de cualquier relación género/especie. El poema es el volumen entre el Amor y lo amado, que nace a espaldas de este último y se extiende hacia un no lugar que la amante pisa mientras ama o rememora o niega haber amado, como cuando está frente a un espejo y dice: “ese pedazo de su amor viviendo/ encerrado en el óvalo de oro”.
De esta manera, se trate de un teatro o de un campo de batalla, el sitio al que estos poemas nos guían provoca un ensanchamiento del afán amatorio, donde cada parpadeo queda condenado a la eternidad. Oímos por un lado “ese liviano pájaro de luz/ que arde y se nos escapa/ en un gemido” y a la par un “Sin él/ aquí/ sin él. Su fuego susurrando”. Y cuando alzamos la vista para ubicar la boca que emitió su elegía canora y desesperada, no encontramos nada más que un eco: “No llames / no destroces/ golpeando/ no grites/ no preguntes/ que no hay nadie/ no hay nadie”. Para entonces ya seremos apenas el reverbero de sus ondas.
Poemas de amor
Idea Vilariño
Ediciones UDP, 2024
100 pág.