Myrna y Bill viven en los márgenes de Londres. Son marido y mujer y, a su manera, respetuosa, se aman. Si por él fuera, la vida los acogería sin ansias ni expectativas burguesas. Recostarse en el sillón, leer las aventuras de Sherlock Holmes, calentarse lo huesos con el fuego de la chimenea, tener la fortuna de que las deudas y los avisos de corte de los servicios se retrasen –aunque sea por este mes– un poco más de lo habitual: placeres que hacen de la suya una vida, cuanto menos, aceptable.
Pero no se trata sólo de Bill, claro, ni de sus deseos. Se trata, sobre todo, de Myrna, la protagonista femenina de Sesión en una tarde de lluvia, la novela de Mark McShane (Australia, 1929-2013).
Myrna Savage, sí. Espiritista. Enemiga de los manosantas y parapsicólogos espamentosos. Se gana la vida (y sustenta la de su marido) como médium. Tres sesiones semanales alcanzan –a regañadientes– para sobrellevar las obligaciones y necesidades cotidianas.
Pero esto –esta vida cabizbaja y desprestigiada como médium– debe acabarse. Y para ello idean, ambos, un Plan. Secuestrarán a la pequeña hija de un millonario. Pedirán un rescate, una considerable cantidad de dinero. Aunque el dinero, en verdad, no importe. A su debido momento lo devolverán, junto con la chica. Lo que buscan, en esencia, es notoriedad, fama: la posibilidad para que la protagonista exhiba al mundo sus dotes visionarios. Extrayéndosela a la víctima, la médium podrá brindar información preciada a los desesperados padres. Y la celebridad del caso se desplazará, por fin, a sus habilidades esotéricas.
Las cosas, desde luego, se complican. Y McShane sabe cómo administrar, cómo incrementar, en medidas justas y de manera brillante, la tensión de un thriller al que no le sobra una escena, un personaje, un diálogo, una palabra.
Durante las primeras horas del secuestro, la pareja protagonista se hace una idea respecto de cómo debería circular la información periodística en los diarios. Debería ir escalando, edición a edición, la intensidad de lo comunicado; debería implicar una vida en juego, sobre todo una infantil, y un dinero malhabido. Elementos, piensa Myrna, que no se registran habitualmente: “las cosas que no abundan –le dice al marido– son siempre las que más llaman la atención”. Si se le suma al caso policial el condimento sobrenatural tenemos la receta no sólo del sensacionalismo caro a los tabloides: tenemos, también, los ingredientes de una típica historia de género. De esas que nos entretienen, como en este caso, cuando están bien elaboradas; que pueden incluso llegar a sugerir algo verdaderamente valioso sobre la realidad; y que nos suelen dejan con el lápiz en mano, esperando, sin suerte, la oración digna de ser subrayada.
31 de agosto, 2022
Sesión en una tarde de lluvia
Mark McShane
Traducción de Teresa Arijón
La Bestia Equilátera, 2022
208 págs.