Es común que visitantes recientes a Buenos Aires me comenten lo europeo que les parece todo; la arquitectura, los cafés, los parques, las librerías... Mi sugerencia suele ser: “cruzá la Panamericana, ahí vas a ver otra América”. Y, podría agregar, aunque generalmente no lo hago, “aunque no en su mejor expresión”.
Es una verdad de perogrullo que la mejor manera de viajar a cualquier lado es por tren. Y a los efectos de recorrer y conocer esta otra América, resulta perfecto. Un misterio, la verdad, por qué durante los viajes no suena por los parlantes la música de Mússorgsky, porque los rieles de tren sobrevivientes son como un corte sutil en los pantalones de la ciudad, y ofrecen una vista que los poderes de turno han procurado ocultar desde las calles, con murallas o cercos verdes: cuadras que pasan a un ritmo hipnotizante por barrios, lagos, basurales, countrys y villas. Countrys y villas... dos modos residenciales (que no deberían existir) pegados uno al otro; dos modos residenciales que resumen los desafíos/tragedias/absurdos de la Argentina contemporánea; dos modos residenciales que resumen, en fin, lo que se conoce como el conurbano.
Con Conurbe: Cartografía de una experiencia, la Universidad de Hurlingham ha decidido publicar una colección de cuentos que pretenden, como anuncia el subtítulo, presentar una “cartografía de una experiencia”: la experiencia del conurbano... slogan que podría ponerse debajo del cartel que anuncia la Línea Urquiza. Es debatible si el rol de una universidad pública debe ser el de publicar ficción contemporánea. ¿No hubiese sido más apropiado publicar una colección de textos críticos de los mismos escritores? ¿O publicar los cuentos en sociedad con una de las muchas editoriales independientes que se especializan en narrativa y que están proliferando (felizmente) en la Argentina, en el conurbano mismo? Pero, al mismo tiempo: nada más apropiado para el tema que preguntarse sobre el Estado, sobre dónde destina, o no, sus fondos; sobre su presencia y ausencia (hay, de todas formas, lagunas enormes en todos los sentidos). Sea como fuere, es divertido publicar narrativa, y algunos de estos cuentos son excelentes.
El escritor Julián López fue el encargado de hacer la compilación aunque parezca haber renunciado a uno de los deberes del compilador: no explicar cómo surgió la colección ni los cuentos incluidos, si fueron escritos específicamente para la edición, si fueron publicados en otro lado antes, si languidecían en un cajón esperando su momento... Lo más probable parece ser que haya sido fruto del mundo incestuoso literario: un escritor llamando a sus amigos, preguntándoles si tendrán algo hecho ya para poder incorporarlos a la propuesta (que, para mí, no incluiría Tigre, o por lo menos no las islas, que son casi por definición un mundo aparte). La buena noticia es que, al igual que el prologuista mismo, esos amigos son excelentes escritores.
Lo mayoría de los textos en Conurbe... se enfocan en el estrato de sociedad que se encuentra en el medio del dúo diabólico mencionado arriba: las villas y los countries, y su sombra. La sombra, por así decirlo, de la falta de inclusividad y exceso de exclusividad, imposible de ignorar. No se puede erigir una sociedad con vallas tan profundas entre distintos sectores, y eso se refleja en Conurbe... en maneras explicitas e implícitas.
(A propósito de la exclusividad de los countrys, me acuerdo de la primera vez que me invitaron a uno... sigo sosteniendo que si gente en uniforme insiste en revisar tu auto antes de entrar y después de salir, es que no te han invitado a una fiesta sino a una audiencia, o posiblemente a una visita carcelaria).
López tiene razón en señalar en el prólogo lo problemático que es asignar limites precisos a una literatura, pero posiblemente es justo la problemática de los límites físicos lo que mejor une los cuentos que ha elegido. El tema de los espacios está tratado de varias maneras por escritores muy diversos, muchas veces asociados con la idea de refugio, por más sobrepoblado o precario que sea, y también con la de impermanencia. La imagen con la que abre el libro, tomada del cuento de Dolores Reyes (unas bombachas tiradas en el jardín), es casi perfecta como metáfora para las distintas transiciones retratadas subsecuentemente en el cuento y en el resto del libro, mientras las memorias de Gabriela Cabezón Cámara también ofrecen ecos edénicos ─muy remotos por cierto─ introduciendo la idea de que el conurbano pudo haber sido, supo ser, lindo antes de que (¿quiénes?) decidieran cubrir extensiones vastas del mismo con cemento (o rejas y murallas) para formar esas aldeas raras, esas unspaces urbanas, como las que se observan en el cuento de Selva Almada. Es un misterio cómo un país cuya industria más importante es la nostalgia (y siempre lo ha sido, prácticamente desde su fundación) se empecine tan perversamente en derribar y construir, derribar y construir...
Volviendo al tema espacio, el cuento de Hugo Salas, con reminiscencias claras de esa piedra angular de la literatura argentina que es “Casa tomada”, es una obra maestra menor del gótico doméstico, y, ya que estamos hablando de miedos, se disfruta, y mucho, la parodia que Fernando Veríssimo hace del horror que tienen muchos porteños de todo lo que existe al otro lado del General Paz. Por su parte, el relato de la extraordinaria Camila Sosa Villada muestra cómo, visto desde otras perspectivas, desde historias de represión y trauma, lugares aparentemente poco prometedores también pueden ofrecerse como lugares de refugio y oportunidad, en parte porque son, justamente, marginales.
Es que palabras como margen o, para emplear el termino borgiano, “periferia”, siempre han sido clave en el imaginario literario argentino, y el conurbano es una periferia que fabrica sus propias periferias; espacios y contextos que reverberan tanto en el espacio como en el tiempo, adelante y atrás, adelante y atrás... Imposible imaginar un territorio más fértil para lo que Armonía Somers describe como esa capa en descomposición llamada literatura. Visto desde esa perspectiva, esta colección es una valiosa contribución a un género, claro, preexistente, pero que está siempre en peligro de ser pasado por alto, oculto, también él, detrás de todos esos cercos, murallas y vallas.
6 de octubre, 2021
Conurbe: Cartografía de una experiencia
VV.AA.
Libros de Unahur, 2021
176 págs.