Llegar a los fenómenos culturales demasiado tarde es una condición cara a todo aquel que se arrime a ellos desde la lateralidad, aunque a su vez puede sucederle lo mismo al que está en el 'núcleo del disturbio': las más de las veces, el ejecutor (escritor, músico, pintor) se encuentra tan absorto en lo que hace, que tiende a subestimar los efectos de sus obras. Algo de esto hubo al momento de enfrentarse con Katsikas y Trieste, dos libros de Pedro B. Rey (Buenos Aires, 1967), inscritos bajo el manto de La lira argentina.
Más allá de las categorías atribuibles en cuanto a la forma de narrar (el cuento o la nouvelle, en uno u otro caso) la vía de entrada a los libros de Rey es a través del sinuoso camino de la frase; una vez que estamos allí se necesita una escafandra aislante del mundanal ruido que gran parte del ejercicio literario argentino (y ailleurs), casi siempre enfocado en 'temas' y 'géneros' (este último más que nunca), nos ofrece a diestra y siniestra. El estilo (otra palabra bastardeada en extremo) de Rey es el del agotamiento, del acabamiento del procedimiento tanto expansivo como contractivo de la frase (y su singular encabalgamiento). Es que para lograr escribir "La matriz adonde cierto día llegó la díscola simiente paterna para formar un ente geminiano del que sólo una de las partes terminaría perdurando: él mismo", se necesita de una precisión y un dominio de la palabra escrita solo posible a fuerza de revisión constante. Importa menos, en una u otra obra (que son, en definitiva, una misma cosa), qué le ocurre a Katsikas (en qué momento preciso de la historia argentina escribe, cuál es su género predilecto y cuáles son sus desavenencias, etc.) que el sistema desplegado para retratarlo. Esto no quiere decir que no existan tensiones dentro de la trama (hay carreras de caballos frenéticas, hay aventuras 'fitzgeraldianas' en el viejo mundo, hay una larga correspondencia fabulada, hay descripciones de vidas ilustres, literarias), pero como en la tradición del nouveau roman, tienden a aparecer a la manera de vértices en los que la verborrea del escritor rebota e ilumina.
Pedro B. Rey por Juan Carlos Comperatore
Una cosa que llama la atención de la escritura de Rey es que se mueve discontinuamente en el espacio-tiempo, lo que equivale a decir que en la función de la trama la linealidad es una imposibilidad, casi un tipo de restricción, cosa que el autor capitaliza muy bien, canalizándolo (como en un ejercicio de aikidō) en efecto de 'supercuerda': varios espacios se pliegan sobre sí mismos para contar una misma historia en un sinfín de variaciones. Ahora bien, esto daría a pensar que la escritura de Rey tiende a la velocidad y sucede todo lo contrario; sabiéndose ubicua, produce movimiento pero no desplazamiento, generando una suerte de ralentí de sucesos. Debe ser muy agotador, a su vez, pensar en el nivel de la oración como microrecorrido (cosa puesta en medio de la escena en las ficciones de Rey), como camino recortado de postas, pero la luz al final del túnel justifica los medios: "Será él, el heredero, Platonov, quien lo sacará de la mazmorra semiclandestina en que lo guardaban los que se lo llevaron del departamento de Farkas, y le dará refugio en el caserón en medio de la pampa que todavía conservará para ese uso, donde, él, Katsikas, recostado sobre una cama de hierro, dura como un catre de campaña, bajo el virulento foco que entintará todavía más la ventana detrás de la que se encontrará el campo ralo, la ventana a través de la cual se llegará a escuchar la miríada de las calandrias y el benteveo, la lechuza ominosa, los patos picazo que surcan la laguna, el caserón en medio del campo donde terminará al fin por leer biografías de los compositores dodecafónicos, música de la que nunca había escuchado una sola nota...", y sigue.
Agotando las fuentes de la literatura universal (pero "trayendo todo de regreso a casa") y explotando los recursos de manejo estilístico, Rey nos ofrece una vía de acceso a las preocupaciones vitales del narrador y nos regala, de paso, postales de un maravilloso cotidiano, colorido y pluridimensional.
29 de julio, 2020
Trieste
Pedro B. Rey
Leteo, 2020
168 págs.
Katsikas
Pedro B. Rey
Leteo, 2019
176 págs.