Tan flexible se han tornado los géneros literarios, tan permeables frente a cualquier experimento, que ya no es posible siquiera pensar en transgredirlos. Se puede, en todo caso, jugar con lo que ellos connotan, que es lo que hace el poeta, músico y narrador cordobés Pablo Natale en este libro. En apariencia, según se pone de manifiesto en el índice, se trata de la compilación de cuarenta y ocho cuentos breves que funcionan de manera autónoma. Pero eso no es todo. Porque de entrada, alertando al lector de que quizás pueda haber algo más que lo aparente, el primero de los textos da cuenta de alguien que ha escrito en cuatro cuadernos una serie de textos cortos que acaso sean los de este libro. Lo que era entonces, y de algún modo sigue siendo, un libro de cuentos, se transforma mediante esta nota en otra cosa, un rompecabezas de cuarenta y ocho piezas que no encajan del todo entre sí pero que algo componen, algo impreciso que da cuenta de una historia mayor en la que se insinúa una posible novela. Apuntalando esa historia, en esa nota inicial se consigna una frase (“48 ejercicios antes de que te vayas de casa”) que ofrece una pista bastante elocuente respecto a lo que son esos cuentos breves, y sobre todo al trasfondo que les ha dado origen. Evidentemente ese alguien los ha escrito digamos que para digerir, o al menos poder transitar, la circunstancia de ser abandonado por su compañera.
Tal como ocurre en Las mil y una noches, estas narraciones operan intentando aplazar lo inevitable. Y esto, esta vía de lectura que emparenta al narrador con Sherezade, es algo que se señala de manera explícita en uno de los cuentos, elocuentemente titulado Las cuarenta y ocho y una noches. En ese mismo cuento el narrador dice: “Hacia la mitad del libro tendré que contar lo que no quería contar: ese momento en el que Ana me dijo que la relación se estaba acabando y en el que empecé a poner cuentos debajo de la almohada, uno diferente cada día, antes de que se mudara definitivamente de casa”. Fragmentos como este proliferan a lo largo del libro, funcionando en relación a la totalidad como señales de esa novela ausente, digamos que fantasmal, que habita en el revés del collage de los relatos.
Este tráfico mutuo entre los géneros acaba generando una suerte de nudo gordiano, porque resulta que esa novela ausente refiere a alguien que, impedido de escribir lo que realmente quiere escribir (que no es otra cosa que una novela que dé cuenta de lo que pasa, es decir de la inminente disolución de la pareja de la que forma parte), se entrega al juego de componer textos minúsculos, ligeramente anómalos, con la difusa esperanza de que, en su acumulación, puedan dar como resultado esa novela que no puede escribir.
Transidos por esta circunstancia tan gravitante en la vida del narrador, los cuarenta y ocho relatos se articulan camuflando una intención desplazada. Cuentan lo que cuentan, pero a la vez cuentan otra cosa, referida, claro, a esa novela espectral. Y debido a esto, es decir a la distorsión que genera este desplazamiento de la intención, parecieran estar liberados de los paradigmas del género, dando lugar al juego abierto de las formas. Hay entonces un cuento que es la idea de un cuento, un cuento con tachaduras, un cuento con fragmentos en blanco, una fábula ecologista, una receta de cocina, un mail, un relato digno de los Expedientes X, un cuento partido en dos e incluso una novelita en cuatro relatos que pareciera ser la destilación de la novela inexistente.
En el conjunto, operando de manera transversal, aparecen algunos motivos recurrentes, referidos a mudanzas, goteras, catástrofes climáticas, la imposibilidad de conciliar el sueño, hijas que no se tuvieron, el cuidado de la pareja enferma y varios otros, que cumplen la función de emparentar los relatos, pero a la vez y sobre todo de ir dejando rastros en relación a esa pareja que está llegando a su fin. Rastros por cierto ambiguos, ya que, acomodándose en cada caso al cuento en el que se encuentran insertos, acaban proyectando variaciones de esa historia velada que se resiste a ser definida. El motivo recurrente en relación al narrador es, como no podía ser de otra manera, la escritura, que para él, en la coyuntura en la que se encuentra, funciona a la vez como condena y como salvación. La imposibilidad de escribir lo que quiere escribir se resuelve en escritura, pero en una escritura que pareciera haberse quedado sin sustentos. “...No hay excusas para seguir escribiendo, tampoco hay excusas para no estar escribiendo”, confiesa en un cuento cuyo título lo dice todo: Agotado, al borde de desistir.
De lo que se trata en este libro, entonces, es de lo que ocurre en función de la totalidad, es decir de lo que va ocurriendo cuando esos pequeños cuentos se van acumulando, de lo que va apareciendo a través de las variaciones, las recurrencias y las resonancias, de lo que se va coagulando en la suma de pistas en las que se refracta esa novela fantasmal. Ahí, en la acumulación y en el montaje, es donde se juega la eficacia de este artefacto inusual, que no es un libro de cuentos siendo un libro de cuentos, y que tampoco es una novela aun cuando proyecta en la instancia de lectura algo realmente notable: la sombra de una novela.
17 de mayo, 2023
Antes de que te vayas de casa
Pablo Natale
Nudista, 2022
152 págs.