La publicación de Caminando alrededor y otras novelas breves de Elvio Gandolfo hace justicia con un autor central de la literatura argentina. La edición reúne cinco nouvelles que habían circulado, dispersas, en diferentes colecciones de relatos. “La reina de las nieves”, “El instituto” y “Caminando alrededor” compartieron el mismo volumen desde la publicación en 1987 de Sin creer en nada, (trilogía), rebautizado luego como La reina de las nieves. Así reunidas, las narraciones encontraban su unidad en el protagonismo de ciudades (Rosario, Montevideo, una Londres mítica) extrañadas y reconocibles en partes iguales. En tanto, “Rete Carótida” y “Escamas, piel” integraron el volumen Dos mujeres, editado por primera vez en 1992. Pese al título algo engañoso, sus protagonistas son hombres que se ven desbordados ante la irrupción de mujeres perturbadoras. Al compartir espacio en un solo volumen, es posible reconocer recurrencias en las cinco nouvelles escritas por Gandolfo: el tedio laboral, los desplazamientos urbanos, la centralidad de la percepción hecha narración, lo sobrenatural habitando, sigiloso, lo cotidiano.
No sin razón, los abordajes críticos a la obra de Gandolfo señalan, casi sin excepción, la presencia en su narrativa de los géneros masivos. Esto se debe, en parte, a que el propio Gandolfo fue un entusiasta divulgador no sólo de aquellos que, mal que mal, se ganaron cierto prestigio (el policial, el fantástico) sino de otros que aún hoy siguen siendo los parias de la República de las Letras (el fantasy, el terror). Sin embargo, en sus ficciones los géneros no están presentes como mera adaptación entusiasta al contexto local de géneros industriales. Por el contrario, habitan, diluidos, una prosa exigente que apela al extrañamiento antes que a la repetición de fórmulas fijas. Pretender que “Escamas, piel” sea un relato “de terror” o que “Caminando alrededor” pertenezca a la ciencia ficción sería tan reduccionista como afirmar que “La muerte y la brújula” es solo un relato policial. Las expectativas genéricas en Gandolfo se resquebrajan en una prosa virtuosa, exigente, que desbarata cualquier expectativa de lectura solidificada.
Los tres primeros relatos del volumen fueron escritos antes de que Gandolfo cumpliera treinta años. No hay en ellos, sin embargo, marcas de ese juvenilismo que suele arruinar tantas primeras narraciones: no se trata de historias de iniciación, ni de parricidios literarios ni de búsquedas de escándalos módicos. La de Gandolfo es una de esas prosas que nacieron maduras. “El instituto”, escrito en la primera veintena de su autor, es posiblemente el relato más ambicioso del volumen: como en un Ulises en miniatura, conviven puntos de vista, voces, técnicas y hasta finales diferentes. “La reina de las nieves” no duda en homenajear al Onetti de “Los adioses”, no sólo en la referencia intertextual sino en el uso distanciado de los procedimientos del policial, en la presentación morosa de ambientes degradados y en la omisión de detalles significativos en la trama. En tanto, “Caminando alrededor” cruza el imaginario distópico con descripciones propias de un realismo exasperado. No es casualidad que Gandolfo sea un gran de lector de autores tan diferentes entre sí como Dick, Lem, Chandler o Saer. Combinadas, estas influencias disímiles generaran en su prosa un efecto de extrañamiento o, para decirlo con palabras de Alberto Giordano referidas al autor de La mayor, un efecto de lo irreal.
Las dos últimas novelas cortas del libro, “Reté Carótida” y “Escamas, piel” apuestan a una mayor transparencia narrativa. Si en las anteriores, el policial y la ciencia ficción estaban presentes en las atmósferas de los relatos, aquí el terror es el que se hace presente como seducción y amenaza en la vida de hombres sumidos en el tedio. A diferencia de los relatos originalmente incluidos en Sin creer en nada, aquí lo perturbador está explicitado y encarnado en figuras femeninas. Se trata de relatos que adoptan como punto de vista un deseo masculino atravesado por el horror. El hiperrealismo de los relatos anteriores se transforma aquí en un costumbrismo distorsionado, en el que el lenguaje popular y la presentación arquetípica de la sociabilidad masculina se desenvuelven en ambientes hostiles, casi irreconocibles.
Leer las novelas cortas reunidas en Caminando alrededor permite reencontrarse con un autor que, como pocos, logró integrar en su propia narrativa tradiciones estéticas diversas. En sus prólogos y reseñas Gandolfo no le temió al uso de un registro transparente, cercano al habla coloquial, para encarar la crítica literaria. En cambio, en su narrativa, hace un uso modernista de aquello que, usualmente, se presenta como géneros populares. Lo milagroso es que, lo que en otros autores es degradado en pastiche, gesto pop o parodia canchera, en él se convierte en un estilo reconocible, libre de imposturas pour la galerie.
Con toda justicia, se suele decir que Gandolfo está entre nuestros grandes cuentistas vivos. No es menos cierto que las nouvelles incluidas en Caminando alrededor están a la altura de lo mejor que el género ha producido a ambos márgenes del Río de la Plata: “La reina de las nieves”, “Caminando alrededor” o “Escamas, piel”, bien pueden compartir estantes con “La cara de la desgracia” o “A medio borrar”. Pero, al mismo tiempo, el volumen publicado por Caballo negro subraya, sin quererlo, la deuda que buena parte de la crítica literaria argentina (siempre tan atenta a las novedades y a los espejitos de colores) tiene con uno de los pocos autores imprescindibles de la narrativa argentina contemporánea.
16 de octubre, 2024
Caminando alrededor y otras novelas breves
Elvio Gandolfo
Caballo negro, 2024
262 págs.