Múltiples y no siempre obvias son las razones que llevan a los editores a volver a publicar ciertos textos de ciertos autores, con nuevas traducciones y, a veces, con nuevos abordajes críticos que propicien su lectura. Pienso que detenerse a suponer o a buscar las causas puede resultar, en ocasiones, una actividad desafiante y productiva pero, en otras, los resultados no harán más que confirmar la vigencia de un proyecto literario, de la propuesta estética de un escritor que continúa atrayendo e interpelando tanto a los lectores de antaño como a quienes se lanzan a descubrir las altas cimas de la literatura.
Es posible, para mí, que el interés por Cesare Pavese y su obra no haya disminuido en ningún momento del siglo XX, y del XXI, y que su poesía, junto con sus ensayos y su narrativa, integre la lista de las referencias ineludibles, de las lecturas frecuentes de un arco heterogéneo de escritores, tanto italianos como argentinos o de cualquier otra parte. De los “nuestros”, podría enumerar un puñado de nombres que alcanzarían para darle crédito y consistencia a lo que afirmo: Hugo Gola, Juana Bignozzi, Juan José Saer, Ricardo Piglia, Antonio di Benedetto y la lista sigue... De alguna manera, con intervalos muy breves, a lo sumo un par de años, nos encontramos con un Pavese engalanando las mesas de novedades de las librerías. En 2018, Griselda García nos había ofrecido juntos, con traducción de Jorge Aulicino, Trabajar cansa / Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, el primero de 1936 y, el segundo, un volumen póstumo. También en 2018, la editorial Duino nos había acercado, con traducción de Rodolfo Alonso y Hugo Gola, El oficio del poeta, una colección de ensayos, conferencias e intervenciones radiofónicas que permiten recuperar la voz y las convicciones de Pavese en relación con los problemas y debates de su tiempo, reflexionando sobre el neorrealismo, el deber-ser del escritor o la relación entre la literatura y el compromiso. Por otra parte, en Madrid, en 2019, Altamarea había actualizado los Diálogos con Leucó, bajo el cuidado de Carlos Clavería Laguarda.
El 2022, por su parte, está resultando gratificante para quienes, por admiración a Pavese, no tenemos problemas en postergar la compra de otros libros que no hemos leído para invertir el presupuesto de este rubro en adquirir las nuevas versiones de esas novelas que ya están en nuestras bibliotecas, en su idioma original o en las traducciones españolas de los sesenta o los ochenta.
En primer lugar, Editorial Marciana nos trae El diablo en la colina, publicada originalmente en 1948 y traducida aquí por Silvio Mattoni. La llegada del verano conduce a tres jóvenes amigos, Pieretto, Oreste y el narrador, de la ciudad, Torino, a las colinas de le Langhe, lugar donde planean pasar una temporada alejados de la mundanal rutina de la urbe y buscando lejos de ella una verdad evanescente, sutil, quizás inalcanzable: la verdadera vida. En la finca de la familia de Oreste, los tres amigos asisten a esa atávica comunión entre el hombre y la tierra, hasta que visitan en el Greppo a Poli y Gabriella, quienes se encuentran recluidos en la mansión familiar del primero, un solar abandonado donde se ha fracturado el equilibrio y la naturaleza ha devenido en caos.
Los jóvenes se dejan envolver por la fascinación que les provocan la vida salvaje y disipada en el Greppo, la molicie y las reflexiones de Poli, y sus frívolas amistades milanesas, pero más aún por la arrolladora seducción que ejerce sobre ellos Gabriella, la esposa, enfermera y guardiana de los excesos de Poli. Soterrado, aunque evidente en sus esporádicas emergencias, se percibe el conflicto de clases y de cosmovisión, la incomprensión mutua, el abismo que separa las certezas de esos tres jóvenes de las de esos aristócratas decadentes: “Ese abandono, esa soledad del Greppo, era símbolo de la vida equivocada de ella y de Poli. No hacían nada por su colina, la colina no hacía nada por ellos. El desprecio salvaje de tanta tierra y tanta vida no podía producir más que inquietud y futilidad. Pensaba de nuevo en los viñedos del padre Oreste. Para amar una tierra hay que trabajarla y que transpirarla”. Como es habitual en su obra, la mujer, ese otro misterio indescifrable (no solo) para Pavese, se resume en una Gabriella que conjuga la aparente inaccesibilidad de la donna angelicata con la materialidad irresistible de la femme fatale y que logra confundir las creencias del narrador y de Oreste.
También de Silvio Mattoni es la traducción de Il compagno (1947), El compañero, título que la editorial Caballo Negro suma a su heterogéneo y atractivo catálogo. Entre las novelas de Pavese, puede arriesgarse que esta es la que se separa unos pasos de la recta vía que traza el conjunto de su narrativa, porque en ella se concreta un ligero corrimiento en tanto se explicita un posicionamiento político y un pasaje a la acción del protagonista, concreciones infrecuentes en los personajes pavesianos.
Con la estructura de un díptico, en la primera parte, ambientada en Turín, se nos presenta al narrador-protagonista, Pablo, que acompañado de su guitarra y siempre rodeado de amigos burgueses, lleva una vida despreocupada y de espaldas al clima represivo que impone el fascismo. Entre diálogos baladíes, canciones y salidas nocturnas, Pablo se enamora de Linda ─la novia de su amigo Amelio─ e intenta, a pesar de sus temores e inseguridades, construirse un futuro con ella. Sin embargo, esta joven díscola y terrestre, humana, demasiado humana, lo cambia por un empresario teatral cincuentón y acaudalado, Lubrani, que le ofrece el mundo de placeres y posibilidades que habilita el dinero.
Con el traslado de Pablo a Roma comienza la segunda parte de la novela en la cual, junto a sus nuevas amistades, en especial Carletto, el narrador se introduce en el mundo clandestino de la resistencia y de la lucha por hacer triunfar el comunismo en Italia. En Roma también se alza una figura femenina, la “proletaria” Gina, la contracara de la turinesa Linda, quien trasiega con Pablo la ciudad sitiada por la amenaza de los camisas negras, la cárcel, la tortura y la muerte. “Yo pensaba en los otros. Pensaba en la gente que estaba en la cárcel. Pensaba en los muertos y en los moribundos de la tierra. En cómo sería el mundo si ya hubiésemos ganado”.
Leer a El compañero como una novela de aprendizaje, clasificación en la que ha insistido tradicionalmente la crítica, implica aceptar la creencia de una ideología que supone a la conciencia de clase como un saber y un reconocimiento que simbolizan el pasaje a la madurez de sus creaturas, y también de los individuos, adoptando un compromiso político acorde con las exigencias de su tiempo. Es decir, sumarse a las filas de los opositores al régimen de Mussolini. No pretendo impugnarlo en estas líneas; sí señalar lo irreductible de esta premisa que subyace en el enfoque mencionado.
Por último, el joven sello rosarino Río Belbo rescata la figura de nuestro escritor a través de la biografía Cesare Pavese. Vida colinas libros de Franco Vaccaneo, traducida por primera vez al castellano por Rosario Gómez Valls y Julio Cano.
Vaccaneo asegura que su exploración de la vida de Pavese persigue el a todas luces imposible objetivo de encontrar a “Pavese hombre”. No insistir, digamos, en dar lustre a una estatua, sino rastrear en las voces, en los testimonios orales y escritos de quienes lo conocieron y lo trataron, para delinear la inaprehensible esencia del individuo, del Pavese humano. Así, en el texto se despliegan, siempre acompañados de citas y fragmentos de cartas y biografías, algunos inéditos, sus orígenes, la pérdida de sus padres, la vida con su hermana, el trabajo y sus relaciones en la editorial Einaudi, el confinamiento en Brancaleone, sus “amores difíciles”, su concepción de la literatura y del deber del artista que “consistía en hurgar en el fondo mítico, primigenio, irracional. El arte es un retorno a la infancia, no es realista sino evocativo y lírico” y, por supuesto, su muerte sobre la que ya tanto se ha escrito.
En el capítulo más original, “Si Pavese retorna a sus colinas”, el que se aparta de las convenciones del género, Vaccaneo imagina una resurrección, que Pavese reaparece en su tierra para ver, con los ojos de ayer, las transformaciones que introdujo en su mundo el paso de la historia y para ficcionalizar una voz que resignifica su historia. Fiel al título que eligió para su obra, Vaccaneo, aunque nos acompañe por las calles de Turín y de Roma, siempre nos devuelve a los paisajes del Piamonte rural, a las colinas, porque “le Langhe (es) un paisaje mítico, entre los más fascinantes de la literatura contemporánea”.
Estos tres libros publicados recientemente pueden hacernos pensar en que estamos frente a una vuelta, un regreso de Pavese. Es posible y sin embargo, para mí, la presencia de Pavese en la literatura, “nuestra” o extranjera, es constante, ineludible, perenne.
14 de septiembre, 2022
El diablo en las colinas
Cesare Pavese
Traducción de Silvio Mattoni
Marciana, 2022
208 págs.
El compañero
Cesare Pavese
Traducción de Silvio Mattoni
Caballo Negro, 2022
186 págs.
Cesare Pavese. Vida colinas libros
Franco Vaccaneo
Traducción de Rosario Gómez Valls y Julio Cano
Río Belbo, 2022
172 págs.