INTRODUCCIÓN
Del mismo modo en que por una infinidad de motivos se despliegan las condiciones ideológico-culturales que hacen posible un acontecimiento histórico significativo, hay textos que, uno intuye, podrían convertirse en objeto de culto en la medida en que condensan estéticamente aquellas condiciones, transformando así un libro ─y su lectura─ en otro tipo, muy diferente, más apocado, de acontecimiento histórico. Con la traducción y publicación de Como provocar un incendio y por qué, de Jesse Ball (Nueva York, 1978), Sigilo ha encendido la primera mecha en castellano para incentivar un incendio anarquista, al que convoca e incita desde el diseño de portada: una caja de fósforos. No se trata de una mera acción, de un incendio por el incendio mismo: se trata del por qué, de quién quiere incitarlo y de cómo expresa sus argumentos. Lo que verdaderamente quema, lo que destruye, antes que el fuego en sí, son las ideas que lo propician, y, en el caso de este libro, la voz que las encarna.
Sirvan estas palabras como una somera aproximación a un nuevo caso de literatura incendiaria.
LISTA DE COSAS INICIALES
Una protagonista
La narradora de la novela es la adolescente Lucia Stanton, que vive en un garage con su avejentada tía anarquista puesto que su padre ha muerto en un confuso accidente que desató la locura de la madre, internada en un psiquiátrico. Lleva consigo el Zippo de su padre, que acaricia con la punta de los dedos como un amuleto psíquico. Expulsada del colegio por haberle clavado un lápiz a un compañero que se animó a tocar el encendedor sin su permiso, ingresa en una nueva escuela en la que entrará en contacto con la Sociedad del Fuego, un club que pretende destruir las inequidades y desigualdades que genera el capitalismo por medio de los actos incendiarios de sus socios.
Una voz
El protagonismo de Lucía, sin embargo, se erige antes que como personaje o actante, como un tono: es su voz, su perspicaz y aguda voz, la que verdaderamente la constituye. Las paráfrasis no harían más que traicionar su espíritu, así que cedamos el lugar, en este panfleto reseñistico, a su propia enunciación ─lapidaria─ en torno a ciertos temas claves.
Sobre la educación: "Ir a la escuela es horrible y aterraría a cualquiera en su sano juicio".
Sobre la Historia: "La historia solo es gente portándose mal"
Sobre la gente: "Odio cómo habla la mayoría de la gente. De solo escucharlos dan ganas de volverse ermitaña". O: "La gente tiene muy poca agudeza hoy en día; no pueden siquiera reconocer a una persona digna cuando la tienen enfrente".
Sobre la desigualdad: "Es un supermercado caro, lo que significa que sus precios son tan altos que ni se molestan en poner una buena seguridad".
Este tono iconoclasta alcanza todos los discursos, saberes y prácticas sociales: desde las escolares, pasando por las médico-hospitalarias, hasta centrarse en el corazón económico del problema: el capitalismo y la acumulación de riquezas destinada a unos pocos mediante la explotación de la plusvalía. La desigualdad que el sistema produce, en tanto que concepto, resulta algo así como la red semántica que subyace y propicia el sentido de todo lo proferido por esta voz brillante pero dolorida.
LECTURAS INDISPENSABLES PARA PROVOCAR UN INCENDIO
En la voz rebelde e inconformista de Lucía suenan el fastidio y el malestar de Holden Caulfield, el protagonista de El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger. El adjetivo phony, tan recurrente en boca del protagonista de El guardián..., odiado con las superficialidades de la alta burguesía y con las etiquetas sociales que encorsetan la individualidad, podría sin mayores dificultades incluirse en el vocabulario de Lucía. De hecho, las formas de vida norteamericanas que disponen el capitalismo y las instituciones que lo reproducen no dejan de ser falsedades para ella. Habla de los deportes en general como "parte del espectáculo" que monta la "clase dominante"; polemiza con el profesor Beekman y le espeta que todo (incluido la educación, claro) es una "farsa", ya que la experiencia actual de la sociedad se inserta en el "falso desfile de mentiras que caracteriza la vida moderna".
Suerte de avatar de Alejandra Vidal Olmos (la adolescente femme fatal de Sobre héroes y tumbas), más pedestre, menos metafísica, menos quejosa, asqueada de las injusticias de clase naturalizadas, de la hipocresía y de la condescendencia, Lucía encuentra en el fuego una de las pocas cosas "reales", ejemplo del ingenio y la capacidad humanas. Si Alejandra se prendía fuego para purificarse de culpas por el incesto con su padre, ella pretende usarlo para purificar los males de la sociedad capitalista. No para autodestruirse, entonces, sino destruir, junto a los edificios inmensos y comerciales, la concepción ideológica que los hizo posibles.
Para Lucía el fuego desnuda la futilidad de las cosas y recuerda por unos instantes ─sólo para aquellos dispuestos a re-ver la realidad, como si lo hicieran por primera vez─ la fragilidad de la existencia. Escribe en su manifiesto (que titula como el libro): "Cuando tenía nueve años mi amiga y yo nos inventamos un juego. Cada una tenía una capa: capas ridículas que nos habían confeccionado en la víspera de Halloween. Qué tal, dijo ella, si las prendemos fuego y salimos corriendo y la primera en quitarse la capa pierde. En aspiraciones como esa radica la alegría del fuego: sentimos que el fuego nos pondrá a prueba".
Pruebas extremas son también las que atraviesa Tyler Durden, la voz incendiaria a cargo de El club de la pelea, de Chuck Palahniuk, que, ante el sometimiento de una vida acartonada y un trabajo de escritorio, se reconoce a sí mismo: "Así es tu vida, y se consume minuto a minuto". El ritual de iniciación para ingresar a otro club secreto (no ya La Sociedad del Fuego, como Lucía, sino El Club de la Pelea, devenido Proyecto Caos) es quemarse el dorso de la mano con una mezcla de sustancias. Mientras que la revolución que pretendía el personaje de Palahniuk era contra la cultura, puesto que la crisis, antes que financiera, era espiritual, Lucía arremete contra todo, porque "todo" se encuentra viciado de origen en la medida en que su fundamento reside en el Capital.
LAS COSAS QUE PERDIMOS EN EL FUEGO
Si las mujeres del cuento homónimo de Mariana Enríquez perdían su vida o su identidad oficial a costa del fuego femicida, el fuego de Ball es liberador y pretende alumbrar una utopía: la de una vida en que la propiedad privada sea, por fin, repensada, minimizada y compartida. En Enríquez el incendio es la manifestación extrema de la cultura patriarcal que arrebata la vida, el cuerpo y la imagen de las mujeres (desfiguradas por las quemaduras); en Ball, por el contrario, se convierte en la herramienta de los/as que no tienen nada (ni la protección económica, ni la patriarcal: Lucía no sólo es pobre, es mujer). Así, en Cómo provocar un incendio y por qué la pérdida ─y esta tal vez sea una de las máximas de la literatura incendiaria─ sólo puede ser de la clase dominante (en palabras de Lucía: los ricos, los Señores, los oligarcas) debido a que en este orden de cosas, los explotados, al no tener nada, nada tienen que perder.
NOTA FINAL
Hay objetos, hay propiedades, que pueden considerarse útiles; esto es, que ayudan a configurar o a consolidar una subjetividad. Por caso, el encendedor de Lucía: "Al Zippo le gusta estar en la mano, no intenta huir de ella", escribe. Un ejemplo de cómo las mercancías pueden animarse en la medida que están pensadas y fabricadas a la medida del ser humano. De hecho, la protagonista le dedica todo un capítulo a describirlo ya que condensa la figura del padre, su historia con él; simboliza su propia procedencia y habilita, a su vez, un futuro posible, uno en el cual resulta indispensable despojarse, incluso, de la identidad. Es que para evitar ser capturado/a es necesario abandonar la ciudad donde se cometió el delito, cortar los vínculos previos, alterar el documento. La literatura incendiaria vendría así a revolucionar todas las ataduras, incluso las que nos aferran a la seguridad de nuestro propio ser, permitiéndonos un último y fugaz vistazo a las cenizas de todo lo que alguna vez fue sólido, antes de que se desvanezcan en el aire.
14 de octubre, 2020
Cómo provocar un incendio y por qué
Jesse Ball
Traducción de Virginia Rech
Sigilo, 2020
304 págs.