En una constante articulación de dualidades, de sombras y espejos, de aproximación y distancia de elementos que en su negación parecen establecer su condición primaria, Cuando elegí ser Evita, la novela de Cecilia Secreto (Necochea, 1963), parece narrar aquello que habita en el reverso de un mito.
Iluminada por las estrellas de cine y alimentada por las voces de los radioteatros, Ema Durante no solo comparte con Eva Duarte la proximidad del nombre, sino también la niñez y el sueño de escapar juntas de Junín para triunfar y ser famosas. De jóvenes emprenden la aventura que soñaron, pero en el derrotero de esa búsqueda se separan. Ema intenta una carrera como cantante de tangos, que no pasa de presentaciones en pequeños lugares y que lentamente se va postergando hasta el abandono definitivo; entre tanto, ve triunfar a Eva y en ella la realización del sueño de ambas. No vuelve a tener contacto con su amiga, lo que la hace sentir olvidada y, en algún punto, traicionada.
Al igual que Eva, Ema encadena su nombre a un apellido, se casa con Alberto Ocaña, un hombre que supo pertenecer a la oligarquía, y en donde halla el lugar preciso para que el odio hacia Eva crezca como una condición de ser. Este odio la lleva a desear la muerte de su amiga, hasta el límite de recurrir a un brujo. Eva muere y Ema se siente su asesina. Así, la muerte impone otro contrapunto más en la articulación dual: mientras Eva muere joven, Ema envejecerá.
En este punto, la novela toma su verdadera dimensión: el fantasma de Eva se le presenta a Ema y, convertida en una suerte de Virgilio, conduce a Ema a recorrer su velorio. Que irá desde el amor de un pueblo, hasta la ignominia del poder. Ambas serán testigos fantasmales de lo que va sucediendo con el cuerpo de Eva. Las niñas, que juntas disfrutaban del cine y el radioteatro, ahora presencian el horror de la realidad.
El registro histórico potencia o resignifica el relato folletinesco. Para Ema, la Evita histórica es una resonancia lejana y compartida casi hasta la disolución del anonimato. Ema debe compartir a Eva con todos. Recién en la muerte Eva se hace más próxima, la Eva muerta resulta más viva, más real y cercana.
De esta forma, Ema empezará a habitar dos mundos, o al menos el límite entre esos mundos. Un espacio tan delgado en el que intentará, sin suerte, hacer equilibrio, lo que llevará su familia a considerar que Ema ha enloquecido.
La muerte y la locura como territorios próximos, o el mismo, a la hora de lo que no se logra simbolizar o comprender. Ema termina delirando para los vivos y dialogando con los muertos. Esta idea está excelentemente lograda en un capítulo donde Ema, frente a su psiquiatra, solo se limita a ser interlocutora entre Eva y el médico. Se reúnen en este punto elementos equidistantes como la ciencia y el espiritismo; Ema es una suerte de médium, y para el médico son solo los delirios de una paciente, mientras Eva es analizada.
Ema parece destinada a convivir con lo fantasmático: Evita, por un lado; Alberto Ocaña, muerto en circunstancias particularmente simuladas, por otro; y finalmente su familia, convertida en un continente distante a la isla en la que habita Ema en su enajenación. Su único lazo o puente termina siendo su nieta, quien escucha a su abuela hablar desde el sufrimiento, y es a quien alcanza, en un salto generacional, la figura histórica de Eva: ese prisma de superficies espejadas donde siempre es posible reflejarse y obtener una imagen distinta e interpelante. Esta pareciera ser la única manera de que ciertas circunstancias puedan ir de la locura inaceptable a lo posible.
Ema cuenta. En el hogar donde es internada, Ema elige convertirse en una narradora de historias para los demás pacientes, como si en el acto de contar hubiese un refugio habitable, el único espacio de libertad ante la muerte y la locura.
Cuando elegí ser Evita entrelaza distintas voces ─la de Ema, la de su nieta, y la de un narrador que ordena las piezas distribuidas─ dando cuerpo a un relato de múltiples caras, como un objeto que al girar de forma constante nos otorga aproximaciones al horror que habita en todas las historias.
18 de agosto, 2021
Cuando elegí ser Evita
Cecilia Secreto
Acercándonos, 2021
120 págs.