A quien no haya leído antes a María Sonia Cristoff, el prólogo a la nueva edición de Desubicados quizás le haga temer lo peor. Invocando a Pierre Menard, la autora afirma que con el correr de los años el libro fue leído como una nouvelle, como una crónica y como una autoficción, modos que han proliferado hasta la exasperación en las últimas dos décadas. Cristoff afirma que ella prefiere considerarlo, más bien, un “ensayo narrativo”; las solapas de sus libros más recientes, en tanto, afirman que se trataría de una novela. Pasiones taxonómicas al margen, Desubicados trabaja con materiales diversos (la ficción en primera persona, la divulgación científica, la crítica literaria, la anécdota) que lo acercan, ciertamente, a la libertad formal de la novela y del ensayo. El uso de los verbos en presente y la brevedad de los capítulos, en tanto, lo emparentan con el registro y el ritmo de lectura del diario íntimo. La indeterminación genérica y la construcción de una voz narrativa con algunas marcas autobiográficas hacen que el libro dialogue con otros textos inclasificables de la literatura argentina contemporánea, como Ómnibus y Mi mundo privado, de Elvio Gandolfo, El trabajo de los ojos, de Mercedes Halfon o Parque del Sur, de Sergio Delgado.
Desubicados se inicia con la narradora sufriendo una crisis de insomnio, generada por los sonidos de una pareja vecina que sistemáticamente tiene sexo en la madrugada. En rigor, no dice “pareja” sino “ejemplares de la especie humana, macho y hembra”, primera muestra de un humorismo contenido, presente aún en los momentos más oscuros del libro. Agobiada, además, por una crisis de pareja, la narradora se refugia en el zoológico de la ciudad. A partir de allí, el texto oscilará entre lo narrativo y lo ensayístico, entre el pasado y el presente, entre lo novelesco y lo documental. La visita al zoológico le otorga ritmo al texto y activa recuerdos de vida y de lecturas. Con soltura, la narradora habla de sus viajes por el mundo, de Patricia Highsmith, John Berger o Herman Melville. Los materiales heterogéneos encuentran unidad no solo en la denuncia de la crueldad humana hacia los animales sino también en un tono fluido cercano a oralidad y en una erudición lúdica que jamás cae en la pedantería.
Cristoff no se queda en la obvia y cómoda denuncia al maltrato animal. Es cierto, no se escatiman ejemplos de brutalidad humana hacia otras especies, pero el humor y la autoironía le impiden caer en una estéril prédica moralizante. Así, por ejemplo, después de escandalizar al lector informando que en Australia se exporta carne de canguro para consumo humano, la narradora cuenta que, muerta de hambre, comió, incómoda, una hamburguesa (una “hippopotamus con queso”) en el zoológico de Buenos Aires. Así, la voz protagonista de Desubicados no se entrega a la gestualidad adusta ni a la exhibición narcisista del denuncialismo ejemplar, cediéndole el heroísmo a un personaje que recién aparecerá sobre el final.
La reflexión sobre lo animal hace de Desubicados un libro de caminatas, viajes y lecturas. O, más bien, un texto en el que la deriva propia del discurso ensayístico encuentra su forma en los saltos temporales y en la proliferación de anécdotas y citas. En el capítulo séptimo la narradora se refiere al “extrañamiento” como el bien más preciado de sus viajes. No hay que entenderlo solo en los términos del viejo formalismo ruso, sino como la apertura hacia lo desconocido, hacia aquello que aún está en busca de su forma. El “dejarse rozar por el punto de vista animal”, que la autora reconoce en Kafka y Musil, no es sino la explicitación de la ética de escritura que atraviesa todo el libro.
Las pocas más de cien páginas de Desubicados tienen un potencial político insimulable. No sólo por la de denuncia de atrocidades varias contra los animales, sino porque el contexto actual, en el que la crueldad se ha vuelvo política de Estado, hace que el primer libro de Maria Sonia Cristoff gane en carga disruptiva. “Ser capaces de trocar el dolor domesticable, funcional, en alegría insurrecta, transformadora”, afirma en el prólogo. Este es, entre tantos, uno de los desafíos a los que nos enfrenta nuestro presente.
22 de mayo, 2024
Desubicados
María Sonia Cristoff
Vinilo, 2024
112 págs.
Crédito de fotografía: Alejandra López.