La palabra Diábolo puede disparar diversas asociaciones en quien se cruza con este título. Bien para el lado de esa figura maligna o representación mental que condensa el mal absoluto en las mitologías cristianas: el diavolo, diabolo, diablo; o bien, en los que tienen cierta edad, para el juego de malabares, originario de la China, que consiste en realizar diversas acrobacias con un objeto que tiene la forma de un reloj de arena y dos varillas unidas por un cordel. Tal vez ambas asociaciones resulten legítimas en este libro, ya que los nueve cuentos que lo integran combinan, con destreza y equilibrio, ciertas tonalidades de la maldad y un constante espíritu lúdico.
Publicado en 2024, Diábolo, del poeta, docente, actor y guionista oriundo de Maceió/Alagoas, Brasil, Nilton Resende, es el primer paso en la internacionalización del catálogo de Casagrande editora y llega a nuestro castellano por la traducción de la Dra. María Emilia Vico, traductora y docente de la Universidad Nacional de Rosario, gracias al apoyo de la Biblioteca Nacional y del Instituto Guimarães Rosa.
En una mirada de conjunto se percibe que, en las realidades representadas por los textos, se filtran los vapores oscuros y amenazantes provenientes del territorio de lo extraño, de lo inusual o excepcional, demandando del lector la aceptación de la locura o de conductas e impulsos que se distancian de las difusas convenciones de eso que llamamos la “normalidad” o que, al menos, nos resulta tranquilizadoramente familiar. La perversión, la crueldad, el impulso a dañar al otro, la desviación de las normas o de los comportamientos esperables se plasman así en atmósferas que, sin tornarse “sobrenaturales” en todos los casos, trasmiten la incertidumbre o el escozor que provoca, al decir de Freud, la presencia de lo unheimlich: lo siniestro.
Más aún cuando a estas acciones las realizan personajes que pertenecen al mundo de la infancia, protagonistas-niños que se configuran de diferentes maneras, oscilando entre los roles de víctimas y de victimarios. Esto puede captarse en “Rendija”, a través del niño-angelical que es sorprendido espiando excitado a su prima en pleno encuentro sexual; como así también en “La cena”, con el niño-sádico o terrible –que recuerda a algunos de los personajes infantiles de Silvina Ocampo o al pequeño Giorgio, de “El niño tirano”, de Dino Buzzati–, quien tras ser descubierto “en falta” por su abuelo, emprende una sutil y devastadora venganza contra el indefenso viejo. Sin embargo, ninguna de las conductas de los personajes-niños es independiente o indiferente a las manifestaciones de la violencia que recibe, directa o indirectamente, de los adultos que lo rodean, casi siempre, miembros de su familia. “Era la segunda vez que discutían. Íbamos al campo, estábamos solo nosotros tres en el auto, y ellos discutían por segunda vez. De repente, mi papá ya había cambiado el tono de voz, y mi mamá gesticulaba... Mi mamá gritó. Él gritó más fuerte, diciendo dónde se había visto que un hombre no le hiciera honor a lo que tenía entre las piernas”, así comienza “La canción y la sombra”, relato en el cual, durante un viaje familiar, el narrador-niño quedará encerrado en una habitación a merced de su “tía loca”.
La escritura de Resende, aun cuando se afirma y reconoce preeminentemente narrativa, se enriquece por la incorporación de detalles, de líricas descripciones, de saltos temporales, breves reflexiones o remembranzas que multiplican los significados y le otorgan mayor profundidad a los ambientes y a los personajes, dotando de una enorme fuerza visiva y de vitalismo a los cuentos. Incluso en los relatos más breves, aquellos en los cuales la limitada extensión reduce las posibilidades digresivas, Resende consigue intercalar unos intrépidos brincos que nos alejan de la línea argumental adentrándonos en el espesor y en los matices accesorios de los mundos narrativos que compone en cada uno de sus cuentos. Y los dos de mayor extensión: “Oficio” y “No es tiempo de manzanas” (el único con una protagonista anciana, aunque con ciertas conductas de niña), en los que se intersecan múltiples y dispares haces narrativos, esta destreza literaria alcanza su cima, desplegando una mirada que alumbra hasta los ínfimos detalles y un dominio del suspense, de la tensión que mantiene al lector como un rehén de la historia.
La veta poética de Resende, quien cuenta con dos libros de poemas publicados, emerge irrefrenable en “Manual de uso” y “Flamor”, al punto de diluir o eclipsar al argumento con un resplandeciente tono lírico: “Y se ahoga en el mar, siempre, lo que incauto nada: vela, proa, popa, lumbre, todo propicio aparato: brazo y pierna y nado es nada”. Inquietantes y atractivos, con tramas consistentes y elaboradas, los cuentos de Nilton Resende proponen una lectura en las antípodas de gran parte de la cuentística argentina contemporánea: esa que conoce la fórmula y los temas que garantizan la difusión y la “fama”.
15 de enero, 2025
Diábolo
Nilton Resende
Traducción de María Emilia Vico
Casagrande, 2024
120 págs.