Como si fuera un requisito imposible de sortear, las becas de escritura creativa berlinesas, nos dice Alan Pauls, parecen traer aparejada la confección de un diario íntimo a cargo del becario: los de Fabio Morábito y Luis Chaves tal vez sean, dentro del campo argentino, los más reconocibles. En un movimiento de enroque, Mercedes Halfon (Bs. As., 1980) pone a escribir en Diario pinchado, su última ficción, no al becado, sino a su novia, que ─en otra clase de desplazamiento─, viaja de Buenos Aires a Berlín para encontrarse con su pareja y percibir, desde el instante previo al aterrizaje, una incomodidad, una incertidumbre vaporosa que la habitará ─a ella, a ellos─ durante su estadía. Al igual que con El trabajo de los ojos (2018), su "novela" anterior, Halfon se refugia en un entramado híbrido; en este Diario pinchado se imbrican el registro confesional de un yo, sus disquisiciones poéticas y sus andanzas narrativas.
No bien llega a Alemania, entonces, la "narradora" es recibida con sequedad por su novio, el sexo es apático y la incomunicación, creciente. Ajena al idioma ─que el amado practica como si fuera su lengua madre─, extraña a los amigos del novio ─que parlotean sobre la escritura, la poesía y sus becas─, se sabe desorientada, des-ubicada, en una ciudad fría y silenciosa, en la que se respira un clima extraño, levemente hostil, de reminiscencias históricas: se cumplen setenta años del fin de la segunda guerra mundial.
Sólo alguna huella tímida, aquí, allá, permanece de lo que fue Berlín antes de ser bombardeada por los Aliados. "Existieron escuadrones de mujeres ─escribe la protagonista en una entrada─, las Trummerfrauen, que se ocuparon de retirar los escombros del centro de la ciudad. Setenta y cinco millones de metros cúbicos de escombros. Las mujeres siempre fuimos consideradas buenas administradoras de lo escaso. Sabemos qué hacer con los restos". Llevado el conflicto a un marco personal, a la diarista se le desvanece toda posibilidad de batallar por su relación; sólo queda lidiar con sus escombros, con los recuerdos brillantes de una época de unión y entendimiento. Y animarse a salir al exterior; aventurarse a recorrer ─a su propio ritmo─, a deambular ─con su propia brújula─, por una ciudad desconocida en la que se habla un lenguaje extremadamente rígido y frío, propio de soldados.
Su andar extraviado y sus pasos inseguros dibujan un movimiento irregular e incierto, que metaforizan el sentido opaco, menor, no lineal, propio de la poesía que conmueve a la diarista, a diferencia del que propician "las palabras nobles", "con peso", caras a su novio y a sus prestigiosos amigos becados; ese tipo de poetas, en fin, de versos elevados y canto monótono, contra los que escribió Gombrowicz.
Alejada de ese tono solemne, la económica pero delicada prosa de Halfon postula (el principio de) un duelo medido y de melancolías recatadas; y confía: si ─como sostuvo Benjamin─ perderse en una ciudad es una gran forma de viajar, derrumbarse amorosamente tal vez sea una (vital) manera de conocerse.
7 de julio, 2021
Diario pinchado
Mercedes Halfon
Entropía, 2020
117 págs.