Existen dos textos ya clásicos o canónicos en torno a la vida y obra de Serguéi Eisenstein (Riga, 1898 - Moscú, 1948) que sería preciso consultar si se tuviera el real deseo de entender en qué nivel de la conciencia (o 'posconciencia') articulaba sus ideas el polímata ruso: sus Memorias inmorales en dos nutridos tomos y el meditado ensayo que le dedica el formalista Víktor Shklovski. En ambos se visualiza un patrón común que define a las claras sus propósitos éticos-estéticos: definir arquetípicamente el mundo a partir de infinitas iteraciones.
Continuando con esta noción, podríamos afirmar que en los Dibujos eróticos la mayor preocupación de Serguéi Mijáilovich es la de retratar, con el trazo más limpio y determinante, la forma del falo. En un arco de preocupaciones que abarca tanto los ejercicios de penetración espectacular del shunga japonés a la pureza erótico-minimalista de Cocteau, Eisenstein busca encontrar un espacio para insertar la filigrana del humor. Y las más de las veces lo consigue a fuerza de establecer relaciones adimensionales entre los hombres y sus vergas; en la cópula acrobática de animales que insertan sus narinas en vulvas extremadamente mojadas; en dedos que se cuelan en orificios al final de un derrotero caracolístico.
La mayor parte de las intervenciones del autor de El acorazado Potemkin está hecha a lápiz y con un grafito poco variable: por lo general es gris, pero a veces interviene a sus legos sexuales con colores rojos y azules. Poco más.
Lo llamativo del corpus que aquí analizamos es que se encuentra en una zona opuesta a su faena fílmica: si en sus películas lo que prevalece y prospera es la sucesión de montajes que impregnan de realismo al relato, lo que impresiona de sus garabatos sexuales es la continuidad del trazo que nunca se despega del papel, generando una y otra vez un plano secuencia que opera desde adentro del dibujo. En ese sentido el arte de Eisenstein restaura y recupera la vieja tradición de los historietistas (él mismo ilustró para la Gaceta de San Petersburgo), como Wilhelm Busch & Olaf Gulbransson de Simplicissimus, pero también de las humoradas gráficas de Daumier o las bufonadas solipsistas de Callot.
Más allá del tono general que quieren otorgarle tanto Haltunen y Marcadé en sendos análisis (que sus dibujos reflejan una homosexualidad o bisexualidad frustrada, solo parcialmente sublimada a través de sus ejercicios de estilo), lo que se termina por concluir es que la genialidad de Eisenstein viene dada por la paradoja de ser alguien hiperconciente que siempre está equivocado. Desde ese punto de partida, en el que se insiste deformemente a través de la técnica, hasta su arribo (sus filmes concluidos o no, sus dessins provocadores) demuestra cuán importante es llevar la falla estructural de un ideal hasta sus últimas consecuencias.
5 de julio, 2023
Dibujos eróticos
Serguéi Eisenstein
Textos de Maria Haltunen & Jean-Claude Marcadé
Traducción de Selma Ancira y Susana E. Echevarría
Alias, 2021
216 págs.