Tess y Jude, una pareja de amigos quebequenses con mucho tiempo libre y cierta debilidad por la información inútil (ella trabaja preparando sándwichs en un Subway y él cobra un subsidio de desempleo), son los protagonistas de Documento1, la primera novela traducida al español de François Blais (Canadá, 1973-2022), un autor reconocido por su literatura tanto para niños como para adultos, que, tal como reza la divertida nota biográfica que abre el libro, “vivía de la traducción y de la escritura hasta que quiso comprarse una casa en el campo y, como las artes no eran compatibles con la angustia que le producía la hipoteca, se buscó un trabajo como empleado de mantenimiento en el centro comercial de al lado de su casa”.
Con rasgos marcadamente antisociales, Tess y Jude, estos personajes que conviven bajo el mismo techo y durante toda su vida resolvieron problemas ignorándolos y esperando a que terminen arreglándose solos, dedican buena parte de sus días a hacer “turismo en pantuflas”. De la mano de plataformas y aplicaciones populares (como Google Earth, Google Maps, Google Street View, Bing Maps, Wikipedia) y otras no tanto (como Family Watchdog, una web que identifica los lugares donde viven y trabajan personas condenadas por delitos sexuales) se dedican a buscar rarezas y ciudades con nombres ridículos. Así pasan los días para Tess y Jude, hasta que descubren Bird-in-Hand (Pájaro en mano), una pequeña ciudad con poco más de cuatrocientos habitantes, ubicada en el condado de Lancaster, en el estado estadounidense de Pensilvania, que, por su nombre, les llama especialmente la atención y los motiva a pasar a la acción.
El plan es despegarse, por fin, de la pantalla, salir de la casa y visitar, efectivamente, la ciudad, pero el problema es que, haciendo cuentas, entre una cosa y otra necesitan unos quince mil dólares para emprender la aventura, una cantidad de dinero que no tienen ni por asomo. Sopesando diferentes alternativas para tratar de conseguir esa suma, y luego de asumir que son demasiado impacientes para ahorrar, demasiado cobardes para robar un banco y demasiado idiotas para estafar a nadie, Tess y Jude empiezan a ver con buenos ojos La Idea del Siglo (una idea que les da un vecino, que consiste, básicamente, en pedir una beca de creación para escribir un libro que relate la travesía). Se trataría de una crónica de viajes a la que, oportunamente –considerando que hay más subsidios para novelas que para crónicas de viajes–, harían pasar por novela (“solo tenemos que escribir novela en la cubierta y nadie se dará cuenta de nada. Hoy a cualquier cosa lo llaman novela”). Así es como encuentran un testaferro –un escritor que les presta su nombre para presentar la solicitud ante el Consejo de las Artes–, ganan una beca y usan el dinero que les otorgan para comprar un auto y emprender (o empezar a emprender) un viaje que tiene una serie infinita de contratiempos y dilaciones.
Más allá de la anécdota, de la trama, Documento1 es una novela fractal. Es la novela de François Blais acerca de las peripecias de Tess y Jude, pero es, también, a su vez, el libro que Tess y Jude escriben a modo de contraprestación por la beca que reciben (Documento1 es el título que, automáticamente, le sugiere Word, el procesador de textos, a Tess, y que, a falta de otro mejor, por pereza, queda como definitivo), un libro que, a su vez, deja constancia de la escritura del propio libro. La estructura, entonces, es la de una puesta en abismo. Mientras la novela avanza (a tientas, con más voluntad por parte de Tess que de Jude), una segunda persona, rebosante de humor e ironía, derriba la cuarta pared y le habla al lector, comunicándole ciertas decisiones narrativas (“A partir del próximo párrafo voy a empezar un flashback (...) No tiene ningún misterio, es un procedimiento literario muy corriente que evita la monotonía de un relato estrictamente lineal y da la ilusión al lector de que el texto posee una estructura, de que está construido”), exponiendo, de esa manera, el andamiaje de la novela; mostrando, en tiempo real, su construcción y su accidentado proceso de escritura.
Ligera, ácida, irreverente, Documento1 se presenta en nuestro idioma en una edición al cuidado de Barret (editorial española, sevillana) con dos mujeres como pilares: Conxita Herrero y Luisa Luciux. El libro, como objeto, es sumamente atractivo, y buena parte de eso tiene que ver con Conxita Herrero, joven promesa catalana del cómic de vanguardia que, con su arte de tapa, no solo aporta belleza, sino que, además, le da otra dimensión a la novela de François Blais, la complementa y la potencia. Por su parte, Luisa Lucuix, la traductora, toma ciertas decisiones de traducción que le dan al texto una fluidez notable, como, por ejemplo, el hecho de mantener el idioma original –el inglés– en los nombres de las ciudades y traducirlos todos juntos, a pie de página, una vez por párrafo.
Escépticos, algo nihilistas, Tess y Jude, estos singulares antihéroes, imponen, por su naturaleza, con su forma de ser, un tono neutro que subraya el absurdo. Si hay novela es por eso, esencialmente, porque hasta el más mínimo acontecimiento resulta ser toda una aventura y supone una alta carga de estrés para este par de amigos poco habituado a la acción. Pero si hay novela es, también, por otra cosa, por algo más: porque, más allá de lo tragicómico y lo patético que pueden resultar las andanzas de estos personajes, Documento1, una novela que bien podría considerarse una gran broma, no deja de tocar una fibra sensible. Algo relacionado con el deseo, o más bien con la brecha entre el deseo y la consumación en el mundo contemporáneo. Tess y Jude son un caso extremo (patológico, probablemente), es cierto, pero también es cierto que la virtualidad, en los últimos veinte años, puso en crisis, para todos, quizá como nunca antes en la historia, la noción de experiencia (¿quién no hizo, con gusto, como ellos, de la mano de Google Maps y Street View, “turismo en pantuflas”?, y más: ¿quién no sintió alguna vez que eso, un sobrevuelo virtual, era, de alguna manera, haber viajado, haber estado ahí?), y ese es un tema serio, complejo, con muchas aristas, que, sin ninguna pretensión –a partir de una novela que se propone, ante todo, ser lúdica, entretener–, François Blais logra exponer con gracia y buen tino.
22 de marzo, 2023
Documento1
François Blais
Traducción de Luisa Luciux
Barret, 2022
224 págs.