• Cartografías
  • Sobrescritos
  • Pretextos
  • Secciones
  • Volver a inicio

El desencanto

Roxana Artal


Tomás Villegas


Cuando el todo se fragmenta, cuando son las partes –laceradas– las que perviven; cuando se pronuncia el nombre de uno como si fuera el de otro; cuando se encuentra una, o uno, habitando una zona curtida por la interrogación y la incertidumbre; cuando la encantadora de serpientes, en fin, es la que resulta encantada; puede que no todo esté perdido, puede que la poesía haga de esas pérdidas su materia, su atributo. Puede que el poeta, o la poeta, se transfigure en y con ellas, y, sin más, reconozca: “Tengo un don: / el desencanto”.

En El desencanto, la escritora y editora Roxana Artal dispone “en partes” una poesía que oscila entre textos hiper breves, ajustados a uno o dos versos, y piezas relativamente extensas. La apertura del libro ofrece una declaración de principios, una idea respecto de la forma de su desencanto poético: “las partes son solo partes / no hay más que pedacitos / sueltos / dejan de soltarse / cuando saltan”. No hay un todo, ni capacidad alguna de figurar un futuro deseable, vital: “no habrá más que ceniza / memoria de una ley inexorable / que doblega hasta al más muerto”; ni augurios favorables en la tierra o en el mundo animal cuando el atardecer vaticina una inminencia –nocturna– por venir: “Son las seis de la tarde de un invierno amordazado. / Nos extorsiona la noche”.     

Puesto que no hay un todo orgánico unido en consonancia, los fragmentos poéticos (por extensos que puedan ser) se perfilan libres de toda estructura convencional y, de cuando en cuando, liberan sonidos onomatopéyicos o espacios –antes que en blanco– atravesados por puntos suspensivos. Libertad que tal vez brote de una incapacidad comunicativa, hija de una fibra huérfana, signada por la extranjería: “Rota la voz / rotas las palabras / huérfanas naufragan / en la huella imposible: / son las tantas maneras / de haber nacido afuera”.  

El nacimiento poético supone para Artal una aceptación del dolor implícito en la experiencia de vivir (de vivir el poema). Implica reconocer los bordes de la existencia, su malestar intrínseco: “anidaba en la lava / soplaba hasta florecer / regresaba al dolor del mundo / y anclaba”. E implica comprender, al mismo tiempo, que vivir en desencanto constituye la opción artística por excelencia. De lo real ─reza el epígrafe de E. Azcona Cranwell─ elige lo que menos te ampare.  

20 de julio, 2022

El desencanto. En danza.png El desencanto
Roxana Artal
Ediciones En Danza, 2021
68 págs.


Compartílo:


Para que sigamos siendo una revista semanal, gratuita y de calidad

Apoyanos

Donar

Trabajos relacionados:

Utz

Bruce Chatwin
NovelaPablo De Santis

Hace unos cuantos años visité la feria del libro de Gaiman y me alojaron en una hostería que tenía fama de ser la más antigua de la ciudad. Mient...

Leer

Relato secreto

Pierre Drieu La Rochelle
DiarioJuan F. Comperatore

En la tradición francesa del intelectual que se enfrenta a su época como a una enfermedad incurable, Pierre Drieu La Rochelle ofrece un perfil singu...

Leer

La primera noche de la vida

Tamio Hōjō
CrónicaTomás Villegas

¿Cómo tener lepra y ser visto como algo más –mucho más– que un leproso? El japonés Tamio Hōjō (1914-1934) quizá baraje un......

Leer

Tres vidas

Gertrude Stein
NovelaFernando Núñez

En el ámbito de nuestra lengua, Gertrude Stein es menos conocida por su obra narrativa y poética que por haber sido una figura fundamental para la r...

Leer

Suscribite para recibir novedades


2018. El diletante, Reseñas, ensayos literarios y entrevistas

  • ¡Seguinos!

Para que sigamos siendo una revista semanal, gratuita y de calidad

Apoyanos


$1000 $2000
$3000 $5000