A partir de la publicación de Una posibilidad de vida. Escrituras íntimas (2006) y de El giro autobiográfico de la literatura argentina actual (2008), Alberto Giordano se ha constituido en un referente fundamental para pensar las articulaciones entre literatura y subjetividad. Prolífico como pocos críticos de su generación, en los últimos años fue dando a conocer no sólo títulos como La contraseña de los solitarios. Diarios de escritores (2012) sino también una serie de libros elaborados a partir de posteos en Facebook: la trilogía integrada por El tiempo de la convalecencia (2017), El tiempo de la improvisación (2019) y Tiempo de más (2020). Como si fueran entradas en un diario íntimo, en ellos Giordano practicó el “intimismo espectacular” antes analizado en algunos de sus ensayos críticos.
El diario como forma de vida, su más reciente libro, reúne dos textos. El primero, que le da nombre al volumen, es la reescritura de una clase inaugural para alumnos de posgrado; el segundo, “Notas sobre diarios de escritores,” es el ensayo que leyó Giordano en 2016 al presentar la versión brasileña de La contraseña de los solitarios. En ambos, el eje del análisis está puesto sobre el diario de escritor, condensando algunas de sus pasiones: los diarios como territorio de tensiones éticas y estéticas, el ensayo como forma experimental, la clase como laboratorio teórico. Al postular en las primeras páginas una “ética ensayística del profesor”, Giordano apuesta a que la clase esté atravesada por el devenir incierto propio del ensayo. Por eso no asombra que no haya grandes diferencias estilísticas y argumentativas entre los dos artículos que conforman el libro: para su autor el ensayo y la clase no son vehículos para la exposición, sino más bien, espacios donde el saber se encuentra en proceso de búsqueda.
El estilo del profesor y ensayista es sobrio, digresivo sin ser desordenado, elegante aún al esbozar la crítica negativa. Al referirse a los Diarios de Emilio Renzi argumenta, por ejemplo, que fueron editados por Piglia siguiendo los criterios evolutivos de la autobiografía, traicionando la inestabilidad fragmentaria del diario íntimo. Con la soltura del buen docente, Giordano cita entradas de diferentes diaristas, comenta teóricos que abordaron el género (Alan Pauls, Roland Barthes, Elías Canetti, J-B Pontalis) y desliza conceptos centrales en su producción teórica y crítica: “sutiliza”, “notación”, “acto diarístico”, “efectos de autenticidad”.
Giordano postula que la escritura de diarios implica menos el mero registro de la vida que una forma de volverla más intensa. Lúcido lector de Juan José Saer, el autor de El giro autobiográfico afirma que el ejercicio diarístico acentúa la percepción de lo cotidiano en una vida atravesada por la escritura. Los buenos diarios íntimos permitirían alcanzar, entonces, la “intensificación afectiva de un estilo y un tono”, asumiendo una dimensión performativa. Por eso, “ética” es uno de los conceptos centrales en el diccionario teórico de Giordano. Una ética que nada tiene que ver con los moralismos que suelen asfixiar los campos literarios sino con un trabajo activo sobre la propia subjetividad y escritura. Barthesiano, el autor celebra la búsqueda de un tono idiosincrático que logre escapar al “gregarismos de los discursos”. Algo que olvida más de un narrador contemporáneo que limita su escritura a la transcripción de intrascendencias más o menos íntimas.
Así como en sus diarios de Facebook Giordano no le teme a la deriva argumentativa propia de los ensayos, en estos textos el registro autobiográfico siempre está presente. Así, por ejemplo, cuenta que fue la lectura temprana Confieso que he vivido la que le despertó el interés por las escrituras del yo. Como profesor, no esconde sus descubrimientos y entusiasmos; como ensayista, va dibujando una suerte de canon personal que incluye los nombres de Julio Ramón Ribeyro, Roland Barthes, Virginia Woolf y Rodolfo Walsh, al mismo tiempo que subraya la importancia de textos más recientes, como Capturas y Campus, de Silvio Mattoni.
En El diario como forma de vida confluyen el profesor y el ensayista. Pero, sea en artículos críticos, clases o entradas de diario, escapando a los casi siempre anodinos protocolos de la crítica académica, la voz de Alberto Giordano se reconoce en una escritura de inteligencia sensible y elegante que, como pocas, aprovecha las posibilidades del ensayo.
12 de febrero, 2025
El diario como forma de vida
Alberto Giordano
Bulk, 2024
68 págs.