Los nombres son elocuentes y podrían generar desazón en aquellos que viven la literatura como una carrera de embolsados: Vértice, El director, El amparo, El desamparo, La familia son muestras claras de cómo Gustavo Ferreyra, sin estridencias, al margen de las estrategias del escritor profesional, ha construido y sigue construyendo la obra narrativa más importante de nuestra literatura desde Saer. Una obra reconocible en cada una de sus partes pero siempre en mutación. Porque, parafraseando al crítico de rock inglés John Peel, Ferreyra hace siempre lo mismo de manera diferente. Como Pavese, como Onetti, como el propio Saer.
Desde El amparo, su primera novela, Ferreyra construye protagonistas que hacen de la paranoia cotidiana una forma de vida. Una paranoia ruin que los hace mirar con desconfianza a quienes los rodean o a quienes, sospechan, son sus competidores. Esta perspectiva nunca se presenta desde una óptica realista convencional sino, más bien, a partir de una subjetividad tan quebrada como delirante y con un estilo reconocible, con diminutivos, arcaísmos y abundancia de signos de exclamación. Así, o bien sus novelas están narradas por una primera persona verborrágica (la saga de Piquito), o por un narrador en tercera que le permite a Ferreyra lucirse con su virtuosismo para el discurso indirecto libre.
Si bien todo lector de Ferreyra sospechaba que buena parte de sus personajes serían votantes entusiastas de Macri o Milei, la sorpresa de El mamífero que ríe es que Ricardo, su protagonista, asume de manera explícita la adhesión política: es un fervoroso macrista, formulador de teorizaciones delirantes que justifican y celebran el dominio del más fuerte sobre el más débil; teorizaciones que recuerdan las de Brockner en El Traductor de Salvador Benesdra. ¿Un giro hacia la referencialidad realista más inmediata? De ninguna manera. El efecto de lectura es el contrario: al leer las múltiples referencias a la coyuntura de los últimos años (D'Alessio, Bonadío, el odio a los “kukas” y un larguísimo etcétera) el lector siente, más bien, que nuestra realidad política actual está atravesada por el delirio propio de las novelas de Ferreyra. Un delirio que aspira a encontrar una racionalidad que lo justifique, en una ensalada que combina el neoliberalismo puro y duro, las huellas del Nietzsche más reaccionario y un biologicismo que camufla, apenas, la lógica y la ética del sálvese quien pueda.
Se suele reducir el influjo de Roberto Arlt en la literatura argentina a los personajes marginales, a las escenas turbias y a la acumulación farragosa de cronolectos de vencimiento rápido. Algunos, incluso, se dicen arltianos para justificar su escribir tosco. Sin embargo, en su virtuosismo lingüístico, Gustavo Ferreyra se muestra como el más arltiano de los escritores artlianos al actualizar el universo de la pequeña clase media porteña y su imaginario mezquino y delirante. Los discursos de Ricardo recuerdan los del Astrólogo en su mesianismo, pero también al rencor de la clase media baja de los protagonistas del cuento “Pequeños propietarios”. Como si el sálvese quien pueda o el delirio de tintes fascistoides fueran las dos alternativas posibles en este universo verbal. También como Arlt, Ferreyra es uno de nuestros grandes humoristas. Las reflexiones grandilocuentes de Ricardo contrastan con una vida neurótica, vacilante, y con la torpeza de un cuerpo siempre desacomodado. Un desfasaje entre teoría y práctica que recuerda a algunos de los héroes de Dostoievski (Raskólnikov, el Hombre del subsuelo), cuyos discursos chocan contra una realidad que una y otra vez los deja en ridículo.
A semejanza de otras de sus novelas, los capítulos están ordenados por fechas. Pero a diferencia de La Familia o El director, El mamífero que ríe exhibe un orden cronológico que atraviesa el último período del gobierno de Mauricio Macri. por eso, posiblemente sea su novela más amable y la que se podría recomendar como puerta de entrada a la obra de Gustavo Ferreyra. Porque, además, reúne las que quizás sean las dos vertientes principales de sus novelas: la que indaga en la lengua de cierta clase media argentina y la que se entrega a los desvaríos filosóficos de sus personajes.
Protagonizada por un psicólogo niezscheano que sufre sin padecer los embates de las medidas económicas del macrismo, El mamífero que ríe posiblemente sea, sin embargo, la primera novela que da cuenta de nuestro nuevo presente neoliberal. Un presente que, lamentablemente, parece escrito por un personaje de Ferreyra.
13 de diciembre, 2023
El mamífero que ríe
Gustavo Ferreyra
Godot, 2023
224págs.