Febrero, una casa del barrio de la Sagrada Familia de Barcelona. Desde la terraza se ve el templo rodeado por grúas amarillas ya mimetizadas desde hace tiempo con la fachada arquitectónica que los turistas se detienen a observar una y otra vez. Hace tiempo que ellos no hacen eso, si es que alguna vez lo hicieron. Quienes conversan aquella tarde en esa casa no han nacido en la ciudad de Gaudí, pero ya se encuentran habituados a ella.
Ana Basualdo, la dueña de casa, dialoga con Edgardo Dobry sobre el periodismo, la escritura y el oficio. Es una conversación o retazos de varias, poco importa en verdad; pero lo cierto es que Edgardo pregunta y Ana formula respuestas. Al pensar en el momento en que escribió su libro de ficción más recordado, mejor dicho, el único libro de cuentos que escribió en su vida, trae a su memoria la época de los años '80, el recuerdo de la casa vacía y la música sonando. De repente, una frase en un cuaderno, luego otra, se suma una nueva a su lado, otra más, y luego de un rato escribiendo van surgiendo los cuentos. En la última página de este libro se define a sí misma como "periodista por oficio y vocación, escritora de ese solo libro y lectora por vocación desde que recuerdo". Si estuviéramos frente a una obra de ficción sería pecado mortal revelar sus últimas frases, así sin más, sin ningún decoro. Por fortuna, no lo estamos.
Por mucho que se intente, no podrían encontrarse palabras más precisas para terminar un libro, para terminar este libro en particular, o en este caso, para empezar a hablar de él. El presente traza un recorrido por las crónicas más representativas de la periodista argentina radicada en España en un período de tiempo tan amplio como los temas de los que se ocupa a lo largo de los años. La primera crónica es del 18 de enero de 1973 en Buenos Aires, y la última, de febrero de este año, 2020, en Barcelona.
¿De qué presente se trata? El tiempo en que la crónica fue escrita es un presente que perdura y a la vez se reactualiza al entrar en diálogo con el presente de la lectura. Un presente en el que el tiempo parece detenerse y la mente viaja a habitar por un rato otro espacio y otro tiempo, distintos al actual. Todos esos presentes se entremezclan y van enlazándose, así en una línea cronológica que recorre temas, personajes y escenarios tan dispares como fascinantes.
Desde Leonardo Favio a Amy Winehouse, con escalas un tanto peculiares en Ada Falcón, una cantante de tango recluida en su casa de Córdoba, la moda camp en Argentina de la mano del mismísimo Manuel Puig, las ciudades de Julio Cortázar, las palabras cansinas de dos jóvenes que deambulan por Palermo Viejo y un bar llamado Salamat en Barcelona.
El hilo que une cada uno de las crónicas es, sin dudas, la habilidad periodística de Ana Basualdo puesta de manifiesto en un estilo que, aún marcado por las diferencias del paso del tiempo, está presente desde la primera página. En ocasiones, ese estilo está encarnado en una cronista que sale en busca de historias, que observa a su alrededor y luego reconstruye escenarios con su escritura, a veces incluso estremecedores; mientras que en otros momentos, la misma cronista escucha a entrevistados de la talla de Adolfo Bioy Casares o Antonio Di Benedetto para luego guardar sus confidencias en una cápsula del tiempo hecha de palabras.
Con la recopilación y publicación de estas crónicas, cuya edición estuvo a cargo de Sigilo, Ana Basualdo recupera las memorias de toda una generación marcada por el oficio de contar y por el exilio, así como también construye puentes entre dos continentes divididos por mucho más que un océano. Su escritura cristaliza voces pronunciadas hace tiempo y otras más cercanas y resguarda, así, historias que, mientras exista la posibilidad de contarlas, mantendrán siempre su pulso de vida, tan necesario.
26 de agosto, 2020
El presente
Ana Basualdo
Sigilo, 2020
164 págs.