“Vivimos en un mundo en el que hay otros seres y otras cosas además de personas. Los árboles, las piedras, el agua, todo es expresivo”, anota John Cage, sintetizando el espíritu de búsqueda que parece animar al último libro de Dobra Robota Editora. Compilado por Gabriela De Mola y Belén Alfaro, El sonido de las plantas nos presenta un panorama heterogéneo, cuya premisa es la intersección de la música y el arte sonoro con el mundo vegetal. Un panorama abierto, sin jerarquías ni definiciones fijas, que abarca desde la música casi tradicional interpretada con vegetales comestibles hasta el avance silencioso de las plantas sobre un piano abandonado, que se permite incluso un desplazamiento de su propio eje, envolviendo experiencias sonoras con el reino de los hongos.
“Conocí a mucha gente mala a lo largo de mi vida”, confiesa la artista letona Sabīne Moore, creadora del proyecto Waterflower, “pero las plantas nunca abusan, manipulan o mienten”. Pasar tiempo entre las plantas es el movimiento inicial de muchos de los proyectos que habitan este libro. En casi todos los casos la postura inicial es la de la escucha, el descubrimiento de una manifestación latente antes que la manipulación y el uso. Aún en su Concierto para plantas, los integrantes de Reynols intentan “escuchar lo que le pasa a las plantas” cuando tocan para ellas, porque “su temporalidad es completamente distinta a la de los humanos”.
Modos diferentes del ser: lentos, sin centro, en red; las poéticas que proliferan desde y hacia los vegetales y hongos son vectores que intersecan estos conceptos ontológicos desde las prácticas más diversas. John Cage realiza una performance con vegetales para un público de niñeses, “menos controladas, más espontáneas”. Bustos + Galay usan las plantas como espacio de resonancia para una ficción o un hecho poético, porque “no estamos haciendo ciencia. No sabemos cómo suenan las plantas”. Ana Laura Cantera propone una utopía de regeneración ecológica contra el “neoextractivismo desenfrenado”. Para Anne Lockwood las plantas son “agentes activos del cambio”, absorbiendo a un piano abandonado en un bosque. Miya Masaoka invita a meditar sobre nuestra relación con las plantas para entender mejor “qué significa ser un ser humano y formar parte del antropoceno”. Electrobiota busca hackear las redes de comunicación humanas y “desestabilizar la centralidad del lenguaje, la consciencia y el aprendizaje”.
Muchos de los proyectos artísticos de El sonido de las plantas (aunque no todos) trabajan de un modo u otro con la lectura eléctrica de datos del ser vivo con el que trabajan. “Lo que nos pareció interesante de este proceso de biosensado fue pensar qué hacer con la información, qué nos decían estas lecturas y qué procesos podíamos especular al respecto”, analizan Gabriela Munguía y Guadalupe Chávez de Electrobiota. Y es en este punto ciego quizá donde se produce lo más interesante, el salto al vacío de una interpretación sin referencias, una forma de plasmar en sonido las señales captadas, como el mapa poroso de una vida interior que nos es extraña. “Los dispositivos usados en la música de plantas son sistemas muy rudimentarios hechos por seres humanos”, señala Tritone Crisantemo, cofundador del proyecto Masterplants, “son capaces de interpretar sólo una pequeñísima parte de los procesos que ocurren dentro de las plantas. Al día de hoy, la música de las plantas es 99,9% un producto humano”.
Plantas y hongos como fuente de señales eléctricas, de textura, de forma. Plantas como objetos que se frotan, se soplan, se golpean. Plantas como oyentes, plantas como puro tiempo sobre un piano abandonado. Esta nueva compilación de textos de Dobra Robota presenta lo que su título promete, un conjunto diverso de experiencias sonoras que de algún modo, más activo o más contemplativo, interactúan con vegetales y hongos, conformando quizá un plan utópico de “ecología acústica”, un cierto despertar del oído hacia frecuencias que escapan a nuestro rango perceptual y que marcan el ritmo de otros modos de ser.
25 de enero, 2023
El sonido de las plantas. Experiencias sonoras con mundos vegetales
Compilado por Gabriela De Mola y Belén Alfaro
Dobra Robota, 2022
200 págs.