No conocemos el nombre de la protagonista, ni su pasado. Vive sola en la ciudad portuaria de Le Havre, está llena de deudas, no tiene trabajo estable ni motivación para trabajar. A lo mejor su vida cambaría, si cambiara su nombre. Si se llamara Bérénice Beaurivage, como la protagonista de una película de Éric Rohmer, y fuese escritora, al igual que ese personaje. El parecido físico con la actriz que la interpreta, refuerza la atracción por una vida de novelista, como vio "en las páginas de Madame Figaro, que abren las puertas de sus salas de estar, posan en sus escritorios, delante de la biblioteca, en el fondo de sus bañeras de esquina, donde chapotean para encontrar inspiración". Una vida de fantasía, sin tener que "madrugar para viajar en horrorosos transportes públicos", como la que le propone la agencia de trabajo temporario. Con su nueva identidad, se va (o huye), a otra ciudad portuaria, Saint-Nazaire. Ahí conoce a un hombre en un museo. Ella es joven y bella y sabe aprovecharlo para conseguir algo de los hombres. Este es inspector naviero, su trabajo le provee un buen pasar y ella enseguida se instala en su casa. Si no se enamora de él, al menos quiere que la mantenga y, mientras simula estar ocupadísima con la escritura, recurre a la libido del inspector para engatusarlo. Quizás en otra época, su juventud y belleza le hubiesen facilitado ser mantenida por un marido. Pero al inspector no le cierra que ella jamás amague sacar la billetera para pagar su parte de las cenas. Al poco tiempo, tampoco le cierra que una novelista, que adujo haber perdido los anteojos, no necesite nuevos con urgencia, no use computadora, ni la conozcan los libreros. Aquí, la relación se trianguliza con una periodista amiga del inspector, que sospecha que Bérénice no es quien dice ser. Pero el inspector tiene que viajar a Marsella, otra ciudad portuaria, adonde la protagonista lo sigue, total puede escribir en cualquier parte. Ahí la relación se ensombrece y ya en la casa del inspector en un impasse en París (calle sin salida), él ya no sabe cómo sacársela de encima.
En la novela hay mucho en juego respecto de los nombres, como el del barco en el que trabaja el inspector, Sirius, que es el de una de las tres estrellas de la constelación triangular del título. Su barco mellizo se llama Procyon, como el otro vértice del triángulo de la figura astronómica de invierno. Además está el hecho de que si el inspector googlea a la escritora Beaurivage y no la encuentra en la web, entonces no existe, entonces miente. Su manera de librarse de ella es ponerla en un tren. Así se renueva la búsqueda de identidad de la protagonista sin nombre, recomienza un ciclo que acaso no cese de reciclarse para quien, como ella, no logra ser un engranaje más del sistema capitalista.
La historia en forma de triángulo ─tres personajes, tres tiempos, tres lugares─ cierra la forma geométrica volviendo a su punto de partida o casi (la vida ha pasado). Los tiempos son en invierno, los lugares son ciudades portuarias reconstruidas después de la II Guerra Mundial, y los personajes son la protagonista sin nombre, el inspector y la periodista. (Otro triángulo lo constituye la Bérénice de la tragedia de tres personajes de Racine, libro que la joven menciona varias veces).
La novela, de la mano del epígrafe de Construcción de una teoría de la arquitectura, de Auguste Perret, refuta la simulación, la banalidad, la aceptación de lo obvio. También lo hacen el lenguaje depurado traducido al castellano por Magalí Sequera, los diálogos integrados sin puntuación, y el tono melancólico a la vez que irónico, que le impregna a la historia una vivacidad entremezclada con distancia y humor. A medida que el comportamiento de la protagonista se vuelve cada vez más enigmático, se va tornando opresivo y muestra la violencia que ejercen los que están dentro del sistema, sobre los que no. Así, lo que se pone en juego en esta novela es, como el brillo de las tres estrellas del título o como todo lo que reluce, la apariencia.
16 de junio, 2021
El triángulo de invierno
Julia Deck
Traducción Magalí Sequera
Eterna Cadencia, 2021
136 págs.