Antes de zambullirse de lleno en el mundo literario, el poeta y narrador Jorge Consiglio (Buenos Aires, 1962) destinó más de diez años al ambulante trabajo de visitador médico. Tal vez de allí –quién puede saberlo– haya surgido su particular interés por un peculiar espacio, reincidente en su obra: el hospital. Lugar de eléctrica intensidad y de feroces cruces; lugar, a su vez, en el que proliferan cuartos y pasillos silenciosos, a la sombra del frenesí, zonas muertas que flotan en un limbo sin límites precisos, a la espera de ser descubiertas, habitadas.
En la reedición de Gramática de la sombra, a cargo del sello Mil Botellas, hay un médico –Lezcano, el protagonista–, y un hospital –en el que se desempeña como cirujano–. En una primera instancia, el espacio central, antes que físico, parece ser psíquico, y el trabajo que Lezcano debe realizar, uno caro al padecimiento: el del duelo. Un cáncer se ha llevado a Clara, su mujer, y el destino inmediato no ofrece cauce alguno por el que navegar: el hombre está a la deriva. Los cruces feroces y los choques de alta intensidad eléctrica se disparan, así, en la densidad de su mente atribulada, y es él, el propio Lezcano, el que deambula, sin límites precisos, por una existencia opaca, por un limbo en el que todo lo externo –su trabajo, su rutina, los colegas, los amigos– se le antojan distantes, inalcanzables. Inesperadamente, dos cartas resentidas y violentas, dirigidas a una vecina pelirroja, llegan por error a su departamento. Será el comienzo de un vínculo poco convencional, que teñirá la experiencia del protagonista con el erotismo oscuro del voyeur y del intruso, con el peligro, incluso, de una amenaza salvaje que rodea a la mujer.
Estructurada en dos registros, Gramática de la sombra se despliega gracias a la astucia económica de un narrador que relata, con ramalazos poéticos, una trama focalizada, generalmente, en Lezcano. Por otro lado, los apuntes del protagonista irrumpen entre los capítulos. Se trata de una suerte de diario que lleva por recomendación de un psicólogo. Una escritura del dolor que, directa e indirectamente, ofrece un pantallazo biográfico y psicológico y que, a diferencia de las inevitables máscaras que imponen los encuentros e interacciones sociales, postula un espacio de autenticidad. “Las cartas [las dirigidas a su vecina, y que recibió por error] parecen falsas” –escribe en el diario– “Están hechas con el fin de dar una imagen del que escribe. Me pregunto para consolarme: qué hace la gente cuando está sola. Creo que no se puede mentir en ciertos momentos. Mientras uno se corta las uñas, por ejemplo”. Por más que en el diario no haya confesiones explícitas, en estas instancias Lezcano está solo, solo con su escritura, que, lo quiera o no, lo desnuda, y que, lo sepa o no, expresa mucho más que su literalidad.
La prolongada enfermedad de su mujer, su deterioro cotidiano, imprimió en el médico una idea falaz: la muerte de Clara como un acontecer diario. Probablemente por esto, reflexiona el narrador, haya omitido despedirse. Craso error: sin la mediación del lenguaje, parece decir Consiglio, un cuerpo muerto, antes que un signo definitivo, es una ausencia ambigua. Así, los muertos propios, lejos de estar enterrados, afloran por todos lados: en una sala de hospital, en una casa vecina, en una carta equívoca y claro, en la escritura.
19 de octubre, 2022
Gramática de la sombra
Jorge Consiglio
Mil botellas, 2022
182 págs.