La historia puede contarse de varias maneras. Lo que importa, en todo caso, es el relato, la manera en que se lleva a cabo ese contar. La historia del cine, en particular, ha sido narrada numerosas veces y Hernán Sassi propone hacerlo desde la literatura: contar una historia del cine, una manera de abordar el entramado de acontecimientos que ha desarrollado el cinema desde su surgimiento a fines del siglo XIX hasta posicionarse definitivamente como el arte de las masas a partir del siglo XX.
Sassi, crítico y docente –de cine y literatura–, así lo manifiesta cuando argumenta que este libro fue “asumir la forma de un relato, que es también una forma de pensar”. La tarea titánica de dejarse llevar por la escritura –para esculpir el tiempo, dirán algunos– y repensar aquello que creemos tener completamente incorporado. Quizás allí nace el acto de inventar, del mero desenlace del desarrollo de una idea. Porque el cine también nació como una idea.
Primero fue la de unos franceses obsesionados con la fotografía y el movimiento; luego la de un inventor norteamericano cegado por las patentes de las máquinas que daban vida al tren de sombras; y, más tarde, la de los primerizos realizadores que vieron en el nuevo arte –que fusionaba todas las demás– no sólo la posibilidad de registrar una imagen, sino la oportunidad de representar y de pensar el mundo en función de un relato.
¿Cómo se arma ese relato? Justamente, para el autor, a través de la literatura. Así lo entendieron dos artistas fundamentales: Serge Eisenstein y D.W. Griffith. Ambos tomaron de la literatura no sólo su contenido, sino sus formas. La invención del montaje, la distinción de planos, la profundidad de campo, por citar algunas, tienen su base en herramientas literarias
Al mismo tiempo, la literatura (su contenido) fue también la que propició el cine clásico, la edad de oro de Hollywood (época en donde toda obra literaria popular tuvo su transposición al cinematógrafo, fenómeno que Sassi denomina como la gran imprenta del siglo XX). Los grandes magnates decidieron “forjar historias bajo la dictadura del argumento y se impusieron los film de guionistas, los únicos escritores aceptados. (...) Un tipo de relato basado en la linealidad narrativa, la claridad expositiva, la causalidad dramática y la identidad psicológica de los personajes”.
El cine moderno, por su parte, surge para patear el tablero y “reinventar la literatura en el cine”. Toma a la literatura para desarrollar un nuevo lenguaje, porque si Griffith y Eisenstein habían creado las primeras herramientas, era hora de que una nueva camada organice y consolide “una escritura en el cine”, porque el séptimo arte como tal “no era una lengua, sino una escritura”. El lenguaje cinematográfico, en este sentido, es una manera de escribir. A partir de la segunda mitad de la década del 50 se produce la renovación con las escuelas europeas (la Nouvelle vague y la teoría del autor a la cabeza), la experimentación fuera del clásico guion de hierro y la intensificación de los estudios académicos.
¿Y qué pasa con el cine nacional? Tal vez el apartado más interesante de este libro sea el apasionado recorrido que Sassi realiza sobre la relación entre cine argentino y literatura, que, según sus palabras, “sellarán el matrimonio por conveniencia que, aunque con interrupciones y reconciliaciones, las mantiene unidas hasta el día de hoy”. Y más que eso: la simbiosis cine-literatura en Argentina no es solo fundamental para entender la historia de la cinematografía en nuestro país, sino que además se trata de una de las relaciones más fructíferas. A partir del cine de los sesenta, la literatura significó un incentivo creativo para aquellos realizadores que se animaron a “explorar las posibilidades formales que había abierto el cine moderno”. Lo cual trajo consigo que nombres más propios del ámbito literario (Borges, Guido, Viñas, Urondo, por nombrar algunos), antes que libros, produjeran guiones e ideas para trabajar en un set de filmación. El breve pero intenso paso del “cine literario” de los ochentas (con el rescate de Eliseo Subiola) y las primeras semillas del Nuevo Cine Argentino, que se interesó por amplificar y explorar el lenguaje cinematográfico, serán materia de estudio para Sassi en un futuro y ambicioso libro.
Se puede decir que La invención de la literatura. Una historia del cine es un homenaje, una clase magistral y, no menos importante, también un llamado de atención en este tiempo tirano en el que el cine está dejando de ocupar un rol decisivo en esas prácticas necesarias que son ver y mirar. La multiplicidad de pantallas y el agobio de las plataformas de streaming van situando al cine como mero espacio de entretenimiento sin la disposición real de provocar un desequilibrio en la comodidad del espectador. Pero, en ocasiones, la magia del cine nos recuerda lo contrario, que está allí para desajustarnos y ofrecernos otras miradas sobre la realidad.
6 de julio, 2022
La invención de la literatura. Una historia del cine
Hernán Sassi
Red, 2021
200 págs.