Nos había gustado mucho la novela Tiempo sin lluvia, del galés Cynan Jones, también publicada por Chai, con su tono lírico y a la vez reticente como el mundo rural que describía. Y con una voz narradora áspera y seca como el entorno de la historia de granjeros aislados emocionalmente. Desde puntos de vista que alternaban de un personaje a otro, se narraba la soledad en la que vivían en el campo galés. La recientemente publicada La tejonera insiste en ese mundo y en el desamparo de esos granjeros a los que les cuesta adaptarse a la modernización. Pero esta vez el foco es la maldad.
Una tejonera es la madriguera del tejón y el tejón es un mamífero de la familia de las comadrejas, nutrias, martas y visones. Tiene hábitos nocturnos y se alimenta de insectos, reptiles pequeños y plantas. Son sociables, (suelen vivir en grupos de hasta seis adultos) y sus tejoneras son como catedrales subterráneas, con habitaciones principales acolchadas para la cría, otras secundarias en las que los tejones jóvenes siguen recibiendo los cuidados maternos, y también con letrinas y conductos de ventilación y de escape.
El título original de La tejonera es The dig, la excavación. Comienza de noche, una noche iluminada por los faros de una camioneta y los de una linterna que nos muestran un retazo de maldad. La escena se siente íntima, impúdica; espiada como por voyeurs. Nos vamos enterando de que la cacería del tejón es una tradición galesa clandestina, un deporte ilegal, prohibido desde 1835. Pertenece a la subcultura local como en otras partes la riña de gallos y otros entretenimientos sádicos de maltrato animal. Los tejones son oponentes dignos para luchar contra perros entrenados especialmente, porque tienen colmillos incisivos y garras afiladas. Pueden ser tan peligrosos que, para alentar la competencia o emparejarla o no perder tantos perros ya que sus dueños no podrían llevarlos al veterinario porque los denunciarían y deberían sacrificarlos, llegado un momento de la contienda, para hacerlos más competitivos les arrancan a los tejones los dientes y las garras o les cortan los ligamentos de las piernas traseras. Es una violencia transmitida de padre a hijo. De hombres. De noche, salen a cazar tejones para el combate ilegal con apuestas, testosterona y cerveza y también para entrenar a los perros. Los introducen en los túneles de una tejonera, adonde queda atrapados frente al tejón hasta que los cazadores los desentierran con palas.
La tejonera cuenta las historias entrelazadas de dos hombres solitarios. Uno de ellos, Daniel, cuida ovejas, y está desconsolado por la reciente muerte de su esposa culpa de un absurdo un accidente. Daniel no puede con su pérdida y abraza su nueva existencia huraña unida a la tierra. Se dedica a la vida: ayuda a nacer a un cordero prematuro, lo cuida e intenta que sobreviva en vez de sacrificarlo y deje de sufrir de una buena vez, como hubiese hecho su padre. Prácticamente ha dejado de comer y no tolera encontrarse con nadie, solo va a la ciudad por lo esencial. El otro hombre no tiene nombre, es solo "el grandote", un espejo oscuro del grajero: se dedica a la tortura de tejones. Tiene clientes que le llegan desde lejos para este cruel deporte, y, detrás de la fachada del exterminio de ratas de los graneros de las granjas locales, provee de tejones a los organizadores de competencias entre tejones y perros. Aquí también Jones usa frases lacónicas, cargadas de premonición, desde una perspectiva que, de la misma manera que en la novela anterior, salta de un personaje al otro abruptamente. Esta historia es díptica y está narrada con un lirismo precioso replicado magistralmente por la poeta Laura Wittner. Con idéntico tono narra la mutilación de un animal, una nube que pasa o el mar que provoca nostalgia. En ellas, la vida y la muerte son las dos caras de la misma moneda. Y en ese sentido, el escenario agrario es clave para expresar terror existencial: aporta el silencio en el que los dos hombres, que ignoran que sus caminos se cruzarán al final, se oyen en la distancia.
19 de mayo, 2021
La tejonera
Cynan Jones
Traducción de Laura Wittner
Chai, 2021
148 págs.