“Qué fácil era dejarse llevar por una vida que no se había elegido, en una sucesión de reacciones a acontecimientos”, dice el narrador promediando Lecciones (Anagrama, 2023) sobre Roland Baines, el personaje principal y en parte alter ego de su autor, el inglés Ian McEwan, quien contó que en estas 580 páginas podrían leerse sus memorias. Ese –a saber: la vida, las decisiones, el azar, el destino, lo que pudo haber sido, lo que fue– es el eje sobre el que se trama esta historia en las que se cruza lo personal con lo social y lo político desde la Segunda Guerra Mundial hasta la pandemia del COVID 19, desde mediados del siglo XX hasta ayer, no más.
Roland Baines nació en 1948 (uno de varios puntos en común con McEwan), en Libia, donde estaba circunstancialmente destinado su padre, un militar británico. Allí, el primer acontecimiento no elegido, pero los principales hitos son otros dos. El primero cuando, luego de que lo enviaran a sus 11 años a un internado en Inglaterra, conoce a su profesora de piano Miriam Cornell, con quien tendrá una obsesiva historia que lo inicia en el sexo y lo marcará de por vida. Aquellas lecciones fueron determinantes: con la perspectiva que da el tiempo, Roland volverá años después a esa relación ya no pensándola como amor, sino como abuso, presente como todo trauma en su forma de ser, en particular en sus relaciones con las mujeres.
El segundo acontecimiento sucede varios años después, en 1986, cuando su pareja Alissa Eberhardt sin previo aviso lo deja siete meses después de haber parido a su hijo Lawrence, en pos de elegir su propio destino y no atarse a la maternidad que la dejará disconforme para el resto de su vida con ella misma: decide ser escritora antes que madre y esposa. Roland Baines no decide, sólo le queda readaptarse a una realidad inesperada.
McEwan presenta los dos momentos en las primeras páginas y desde ahí recorre los años, hacia atrás y hacia adelante, de la juventud de sus padres a la adultez de su hijo. Contempla una vida, la de Roland, un recorrido sinuoso por un tiempo inquieto e inquietante, con un modo freelance de trabajo (algo de pianista, algo de periodista, también de profesor de tenis), con sus mudanzas de ciudades, donde el amor siempre le fue esquivo; un derrotero atravesado sobre todo por decisiones más ajenas que propias, en medio de climas de época que son contexto necesario para cada una de esas decisiones. La posible guerra nuclear a partir de la Crisis de los Misiles lo influye para dejar el colegio y profundizar ese amor con su profesora, por ejemplo, o la contaminación de Chernóbil cuando Alissa decidió abandonarlo: ahora o nunca, pensó.
Con la traducción típica de la editorial española (con el detalle de haber decidido traducir Falklands como Malvinas, como si fuera lo mismo), esta es una novela que respira identidad inglesa primero, europea después. McEwan confesó que esta vez no tuvo que investigar nada: todo estaba en su álbum de fotos, en su familia, en sus cicatrices, en su memoria. Sin ser una autobiografía, hay en estas páginas un aroma a despedida. Pero de una despedida tercerizada, expandida en la ficción. Las lecciones que comparte McEwan no son sólo aquellas clases de piano de su personaje Roland en la pubertad ni las conclusiones a las que lo hace llegar en las postrimerías de su vida, sino las propias: en un mundo peligroso, parece decirnos, se hace lo que se puede, lo que permiten las circunstancias. Y si es con amor, mejor.
19 de junio, 2024
Lecciones
Ian McEwan
Traducción de Eduardo Iriarte
Anagrama, 2023
584 págs