Acontecido entre 1868 y 1912, el proceso conocido como la Restauración Meiji introdujo al Japón en un período de enormes transformaciones: a partir del regreso del poder a manos del emperador, la política y la economía adoptaron nuevas formas inspiradas en los países del mundo occidental. Japón mutó hacia una nación industrializada. Y en el centro de esa era, el cuerpo social experimentó sus propios terremotos subterráneos. Es en ese contexto donde se sitúa la novela Los años de espera, de Fumiko Enchi. La obra narra la historia de la esposa de un alto funcionario de gobierno que, aun cuando el nuevo régimen ahora impide a los hombres tener varias mujeres, ella se ve obligada a emprender un viaje hacia una provincia del interior para comprar a una joven que se convertirá en la concubina de su marido. Considerada como una de las autoras más importantes de la literatura japonesa, Fumiko Enchi despliega en este libro un entramado crítico sobre el territorio social y cultural de su país en un tiempo preciso, mientras el siglo XIX se apaga y lo occidental se entreteje pausadamente en oriente. Tal vez, las marcas más profundas de ese registro residan en la forma de escritura de Enchi y en la mirada de Tomo, la protagonista. La historia no se cuenta en la premisa de nudos conflictivos sino bajo la forma de islas en suspenso. Y Tomo, lejos del reflejo de una víctima, aparece en toda su nitidez como una mujer dura que, para sobrevivir, ha aprendido a observar la naturaleza de las mujeres y a administrar las consecuencias de una realidad adversa e inmutable.
En uno de los ensayos que integran el volumen Lectura distante, Franco Moretti se detiene en lo que considera una forma poco habitual en la narrativa de occidente y que él define como “la dominante horizontal”. Moretti parte de la comparación entre Los Buddenbrook de Thomas Mann y Memorias de una roca, escrita por Cao Xueqin y definida como una de las cuatro grandes novelas clásicas de la literatura china. “Suele decirse que Memorias de una roca es el equivalente chino de Los Buddendrook –explica Moretti–, y es cierto que ambas novelas relatan la decadencia de una familia de alcurnia, pero Los Buddenbrook cubre medio siglo en quinientas páginas, mientras que Memorias... abarca una docena de años en dos mil páginas. Y no es una cuestión de ritmo (...), sino de la jerarquía entre sincronía y diacronía; Memorias... se rige por una 'dominante horizontal', donde lo que realmente importa no es lo que ocurre 'después' de un acontecimiento dado, como en la prosa europea orientada 'hacia adelante', sino lo que hay 'al lado' de él: todas las vibraciones que repercuten a lo largo y a lo ancho de este inmenso sistema narrativo... y todas las contravibraciones que se empeñan en mantenerlo estable”. Anclada en ese paisaje de un arte nacido en otro hemisferio, resuena en Los años de espera algo de esa dominante que encuentra su fuerza en las vibraciones y sus resistencias. En efecto, la obra de Enchi –si bien se estructura en tres partes y en sucesivos capítulos que avanzan en años y décadas en torno a la vida de Tomo– parece pasar por alto los episodios dramáticos y detenerse, en cambio, en todo lo que esos pequeños sucesos desatan al interior de la protagonista y de los personajes que componen su universo. En un ejercicio que resulta también una forma infrecuente –sobre todo a mitad del siglo XX en la prosa occidental, que experimenta el afianzamiento del minimalismo con su premisa del show, not tell– la autora se despega de lo sugestivo y decanta hacia lo elocuente. Más que mostrar, Fumiko Enchi dice aquello que los personajes sienten (“Tomo se vio obligada a observar en los ojos de su esposo cómo el deseo que tan desgarradoramente feliz la había hecho en su juventud iba ahora dirigido hacia otra”; “sintió una vergüenza incontenible al pensar que en el pecho de Seki ardía el mismo fuego que en el suyo”;“ ¿por qué había aceptado hacer algo tan cruel y cercano a la esclavitud?”). Y en ese sentir de las mujeres y de los hombres de esta historia –Enchi se desplaza en la psicología de los distintos personajes de un modo también arbitrario–, la trama parece suspender el transcurso del tiempo para dar paso al temblor subterráneo de lo humano y a sus reverberaciones.
Por último, interesa señalar que Los años de espera fue publicada en 1957 bajo el título original de Onna Zaka. Matías Chiappe Ippolito –quien tuvo a cargo la traducción para Chai Editora– explica que la expresión Onna Zaka es un término utilizado para nombrar a las rutas de acceso a las cimas de las montañas que son menos empinadas y que, por tanto, son las utilizadas por las mujeres, diferentes de las Otoko-Zaka que, en tanto dificultosas y de pendientes más pronunciadas, corresponden a los hombres. Resulta significativo que la autora haya elegido esa metáfora para nombrar a esta novela que, ciertamente, se erige como una narración sobre la relación cultural, social y humana entre las mujeres con otras mujeres y también acerca del vínculo inequitativo y violento entre ellas y los hombres. De ese entramado complejo, Los años de espera recupera un punto de vista sólido en su honestidad. Ni Tomo ni los demás personajes femeninos que integran este universo se presentan como heroínas; tampoco podemos encontrar villanas. Los años de espera no es, tampoco, el imperio de la solidaridad. Enchi se inclina, en cambio, por una reconstrucción de lo femenino desde otro lugar. “Tomo había sido testigo de las diversas infidelidades del señor Shirakawa y, de esa forma, había desarrollado un ojo penetrante para observar la verdadera naturaleza de las mujeres”, escribe la autora en las primeras páginas de una novela que, en efecto, exhibirá esa observación recelosa entre las mujeres y las pequeñas venganzas hacia los hombres. Quizás sea esa la marca femenina de aquel tiempo que quiso poner en valor Fumiko Enchi: en una sociedad de violencias silenciadas, las mujeres supieron asumir con inteligencia y valor el lugar humillante que ocupaban y, desde ese camino mucho más empinado que el de los hombres, sus existencias transcurrieron en la tarea de administrar, con paciencia y entereza, las consecuencias de la inequidad que les estallaba interiormente.
13 de agosto, 2025
Los años de espera
Fumiko Enchi
Traducción de Matías Chiappe Ippolito
Chai, 2025
224 págs.