¿Cuánto puede decirnos la trama sonora de las tensiones políticas y sociales de una época? Aplicada a la historia argentina reciente, el escritor, compositor y periodista Abel Gilbert viene formulándose esa pregunta desde hace algunos años. Primero lo hizo en Satisfacción en la Esma, un ensayo virtuoso en torno a la música y el sonido acaecidos durante la dictadura argentina de 1976-1983. Ahora, a manera de precuela de aquel texto, nos vuelve a sorprender con Llevo en mis oídos. Música y sonidos de Cámpora y Perón a Isabel y López Rega (1973-1975), una exploración de los años inmediatamente previos al salvaje corte histórico de marzo del 76. He aquí, entonces, el sintagma “los setenta” en su dimensión sonora: algo más que el crujido producido por el consabido choque generacional; acaso una nueva historia de lo que, en el estudio clásico de Alejandro Horowicz, corresponde a los peronismos tercero y cuarto.
Como en su libro anterior, Gilbert nos sumerge en el régimen de escucha del pasado a partir de la reconstrucción de un cotidiano sonoro que los repositorios nacionales han excluido de sus archivos a favor de audios institucionales (discursos presidenciales, algún que otro debate legislativo... y no mucho más). Para Gilbert, la reposición de la ecología sonora de la historia no es un fin en sí mismo, sino un desafío hermenéutico que debe ser abordado con las herramientas combinadas de los estudios sonoros, el análisis del discurso y obviamente la historia política y cultural. Las claves epocales resuenan, como indicios, en una serie de canciones, recitales, consignas políticas y representaciones visuales de lo sonoro (publicidades y propagandas remitentes de una acústica de época, como la recordada “Silencio es salud” de 1974) que no sólo deben ser rescatadas de la indiferencia historiográfica, sino sometidas a una interpretación sutil y asociativa, por momentos audaz (esto último es advertido por Gilbert en varios momentos del libro) y definitivamente original en el panorama de los estudios culturales de nuestro país.
La primera parte del libro (“El año corto”) se extiende del 22 de agosto de 1972 (masacre de Trelew) al 20 de junio de 1973 (masacre de Ezeiza); la segunda (“Final cantado”) abarca el tercer gobierno de Perón, su muerte y la coda Isabel/López Rega que crearía las condiciones de posibilidad para el golpe del 24 de marzo. Simplificadamente, podría decirse que aquella vertiginosa secuencia histórica moduló de izquierda a derecha, poniendo al descubierto las fortalezas y las contradicciones del peronismo como movimiento político. En términos sonoros, esa modulación puede comprenderse, simbólicamente, en la distancia que existió entre Memoria de los basurales de Huerque Mapu y los estrépitos de las bombas de la Triple A. Si el peronismo resulta ser “un acontecimiento estruendoso por excelencia” (en ese sentido, el libro puede leerse en relación dialógica con La marchita, el escudo y el bombo de Ezequiel Adamovsky y Esteban Buch), la antesala peronista a los años del terrorismo de Estado está signada por la politización de la música y la musicalización de la política como algo consustancial a la época.
Es verdad que, siguiendo el paradigma de Gilbert, todo período histórico puede ser abordado parcialmente a partir de su trama sonora. Sin embargo, la lectura de Llevo en mis oídos nos deja la impresión de que aquel tiempo, en el que tanto el autor como quien esto escribe vivieron la adolescencia, fue de un volumen sonoro extraordinario, acaso como resultante de la recuperación de la calle tras largos años de proscripción del peronismo. O quizá se trate de una percepción generacional, la misma que Gilbert, sin falsos pudores, recupera para darle una carnadura más personal a su investigación. En ese sentido, la omnipresencia en el libro de la canción que abre el disco Pequeñas anécdotas de las Instituciones de Sui Generis (“Un disco con función de ritornello”) está perfectamente justificada como mot de passe de la fase Termidor de “los setenta”: “¿De quién es la voz del padre?”, se pregunta Gilbert a propósito de la segunda estrofa de la canción de Charly García. “¿Quién es ese padre que define con su canto un orden inmutable? ¿Qué padre podría haber hablado así a mediados de 1974 cuando el disco empezó a esbozarse? Y, además: ¿Qué padre tiene la voz rota (la rima no permite decir “afónica” o “que carraspea”) y no acepta ser interrogado? Por último: ¿quién es ese hijo a que le dicen que no pregunte más? (En la versión censurada el hijo se atreve incluso a contestar: “no quiero más padres/ que acaricien mis espaldas/ soy un hombre que quiere andar/ sin permiso para ir a llorar”).
El temario que Gilbert recorre con su estetoscopio crítico es amplio y diverso. De canciones como “Camilo y Ernesto” de Roque Narvaja y “Muerte en la catedral” de Litto Nebbia a la banda sonora del filme de Favio Juan Moreira (alto momento del libro); de las veleidades canoras de José López Rega y el piano de Perón a las valientes sátiras de la revista contracultural Mordisco, la “constelación de abalorios imposibles” que presenta (descubre) Gilbert termina siendo inquietantemente posible. El clivaje que cronológicamente propone el autor con su escritura lúcida y sugerente (las influencias de David Viñas, León Rozitchner y Horacio González están a la vista, pero aplicadas al análisis de lo sonado en la historia) nos regresa a un tiempo de euforia y desilusión, de utopía y muerte. Los fantasmas de aquel tiempo siguen sonando en la memoria social de los argentinos, y quizá lo sigan haciendo por algunos años más.
12 de julio, 2023
Llevo en los oídos. Música y sonidos de Cámpora y Perón a Isabel y López Rega (1973-1975)
Abel Gilbert
Gourmet Musical, 2023
296 págs.