En Los pájaros exóticos, novela de Daniel Moyano inédita hasta la fecha, sobresale una perspectiva extrañada, donde la mirada infantil en contrapunto con la adulta, componen una visión de provincia. El detalle significativo de la vida en un pueblo, quizás La Falda, donde su autor vivió unos años con sus abuelos maternos, y las voces de los parroquianos, se mezclan con retratos de lugar y época. Abundan descripciones y escenas memorables. «Contame de la revolución», dice un personaje. «Mirá, es poco lo que puedo contarte. Un buen día nos hicieron formar, y un oficial nos dijo que la patria estaba en peligro y que teníamos que salir a defenderla. Nos dieron armas y proyectiles y salimos, pero no sabíamos a quién íbamos a matar, ni qué estaba pasando afuera». La novela despliega otro tiempo, el de la provincia. Un tiempo de ensueño que mide las percepciones. La evocación de una revolución es el pretexto para mostrar cambios de perspectivas y un haz de puntos de vista. Cambian las épocas, cambian las formas de pensar las épocas. La antesala de una campaña y el teatro de las urnas provinciales de 1935, que llevarían a Amadeo Sabattini a la gobernación, es el aparente motor de la trama. El empapelamiento de las calles y el clima sutilmente opresivo que se desprende de su narración son la médula del artificio narrativo. Sus personajes y la representación mimética de los hábitos pueblerinos, en el estilo de Moyano, quizás involuntariamente kafkiano, suponen una metafísica personal.
En Los pájaros exóticos sobresale una fuerza poemática para retratar la postergación de los habitantes de las provincias. El año 1930 marca la siempre burda irrupción de los militares en la vida institucional de la Argentina. Más allá de la lectura sociologizante de la obra de Moyano, es innegable la percepción atenta del autor a la tensión provinciana en oposición a una figuración urbana, cansina o agotada. Sus personajes aparecen como frenados delante de una realidad angustiante, confinados al abandono por un medio hostil. Pero no hay regionalismo ni costumbrismo inane en esta novela sino más bien escritura lírica en la que una trama misteriosa, con un tono seco, neutro y limpio, hilvana historias que se conectan. Oposiciones recurrentes entre el universo infantil y el adulto, pero también acciones inesperadas que descolocan a unos personajes que, en definitiva, no parecen pertenecer a ningún medio. La novela condensa en su trama el tópico del desarraigo y de la emigración, pero no se trata de un argumento para ilustrar una tesis pactada de antemano sino una narración de sintaxis ejemplar y ritmo en ascenso, donde una frase devuelve además del trasfondo social y psicológico de los personajes, un mundo conjurado. La maestría de Moyano aparece, sobre todo, en su capacidad de mostrar una intriga compleja de intereses y conflictos sin que una posición partidaria direccione el sentido de la historia. Un arte de la insinuación. Un argumento vaporoso, con el fraseo de la evocación y el tono sombrío de la distancia o de los recuerdos lejanos. Once capítulos condensan un desarrollo y una línea mutante. Los personajes envejecen, como memorias que van perdiendo nitidez. «Por entonces todas las cosas parecían incomprensibles y adquirían algún significado mucho después, cuando otros sucesos las completaban», leemos llegando a la parte más sentida de la narración. Incluso sería posible pensar que el misterio relacionado con los pájaros exóticos, del todo marginal en relación a la historia principal de la novela, encubre una metáfora sobre una época extraña y turbulenta, una alegoría sobre lo absurdo de ciertas circunstancias cívicas anodinas o trascendentes para un grupo reducido de personas que, a pesar de su insipidez, pueden dejar marcas para toda la vida. El paisajismo de Moyano muestra la revolución de Uriburu, el golpe de Estado de 1930, los ecos del gobierno de Yrigoyen, todo entrecortado, a través de voces sueltas y diálogos, sin ningún tipo de didactismo realista. El fraude electoral, la interna cívica radical de la Córdoba de los años 30, el tedio militante, el movimiento de caballos y autos, la escena política desde el enfoque apasionante de vidas comunes, solo superficialmente invisibles u olvidables, la parte íntimamente ridícula de un apego político, la orgía social de una campaña electoral y sus actividades cívicas, el musgo viscoso de la tarea partidaria y el teatro de acontecimientos rutinarios en la vida de un pueblo, todo en una escena continuada, mostrado casi desde afuera. Como si fuera imposible reconstruir en la memoria los hechos traumáticos. Como si, en su lógica de remembranza y evocación, los recuerdos fueran una trampa lógica o un error racional.
Daniel Moyano nació en Buenos Aires, en 1930. Vivió en Córdoba y La Rioja. Detenido por el golpe militar de 1976, cuando fue liberado se exilió en España, donde vivió hasta su muerte, en 1992. Los pájaros exóticos, publicada por la editorial cordobesa Caballo Negro, tal como se lee en la contratapa del libro, fue escrita probablemente entre la aparición de La lombriz (1964) y Una luz muy lejana (1966).
1 de diciembre, 2021
Los pájaros exóticos
Daniel Moyano
Caballo Negro, 2021
200 págs.